Instituto Saint Matthew
Silver Spring, Maryland
Agosto de 1994
—Entre, padre Karoski, entre. Por favor, vaya desnudándose tras ese biombo, si es tan amable.
El sacerdote comenzó a quitarse el clergyman. La voz del técnico le llegaba desde el otro lado de la mampara blanca.
—No ha de preocuparse por la prueba, padre. Es de lo más normal, ¿correcto? De lo más normal, jejeje. Puede que haya oído hablar a otros internos de ella, pero no es tan fiero el león como lo pintan, como decía mi abuela. ¿Cuánto lleva con nosotros?
—Dos semanas.
—Tiempo suficiente para conocer esto, si señor… ¿ha ido a jugar al tenis?
—No me gusta el tenis. ¿Salgo ya?
—No, padre, póngase antes el camisón verde, no vaya a coger frío, jejeje.
Karoski salió de detrás del biombo con el camisón verde puesto.
—Camine hasta la camilla y túmbese. Eso es. Espere, que le ajuste el respaldo. Ha de poder ver bien la imagen en el televisor. ¿Ve bien?
—Muy bien.
—Estupendo. Espere, he de realizar unos ajustes en los instrumentos de medición y enseguida empezamos. Por cierto, ese de ahí es un buen televisor, ¿correcto? Tiene 32 pulgadas, si yo tuviera uno así en casa seguro que la parienta me tendría más respeto, ¿no cree? Jejejeje.
—No estoy seguro.
—Bah, claro que no, padre, claro que no. Esa arpía no le tendría respeto ni al mismísimo Jesús si saliese de un paquete de Golden Grahams y le diera una patada en su seboso culo, jejejeje.
—No deberías tomar el nombre de Dios en vano, hijo mío.
—Tiene razón, padre. Bueno, esto ya está. ¿Nunca le habían hecho antes una pletismografía peneana, correcto?
—No.
—Claro que no, que tontería, jejejeje. ¿Le han explicado ya en qué consiste la prueba?
—A grandes rasgos.
—Bueno, ahora yo voy a introducir las manos por debajo de su camisón y fijar estos dos electrodos a su pene, ¿correcto? Esto nos ayudará a medir su nivel de respuesta sexual a determinados estímulos. Bien, ahora procedo a colocarlo. Ya está.
—Tiene las manos frías.
—Si, aquí hace fresco, jejejeje. ¿Está cómodo?
—Estoy bien.
—Entonces empezamos.
Las imágenes comenzaron a sucederse en pantalla. La torre Eiffel. Un amanecer. Niebla en las montañas. Un helado de chocolate. Un coito heterosexual. Un bosque. Árboles. Una felación heterosexual. Tulipanes en holanda. Un coito homosexual. Las Meninas de Velázquez. Puesta de sol en el Kilimanjaro. Una felación homosexual. Nieve en lo alto de los tejados de un pueblo en Suiza. Una felación pedófila. (El niño mira directamente a la cámara mientras chupa el miembro del adulto. Hay tristeza en sus ojos).
Karoski se levanta. En sus ojos hay rabia.
—Padre, no puede levantarse, ¡no hemos terminado!
El sacerdote le agarra por el cuello, golpea una y otra vez la cabeza del psicólogo contra el cuadro de instrumentos, mientras la sangre empapa los botones, la bata blanca del técnico, el camisón verde de Karoski y el mundo entero.
—No cometerás actos impuros nunca más, ¿correcto? ¿Correcto, inmundo pedazo de mierda, correcto?