LA CONSOLA

—¿Jerry?

Norman concentró la mirada en la pantalla de la consola. Permanecía en blanco, salvo por un cursor que parpadeaba.

—Jerry… ¿Estás ahí?

La pantalla siguió en blanco.

—Me pregunto por qué no sabemos nada de ti, Jerry —dijo Norman.

La pantalla seguía sin animarse.

—¿Estás aplicando un poco de psicología? —inquirió Beth, que estaba revisando los controles de los sensores exteriores y repasando los gráficos—. Yo creo que con quien deberías usar tu psicología es con Harry.

—¿Qué quieres decir?

—Lo que quiero decir es que no me parece muy bien que Harry ande toqueteando nuestros sistemas para mantenimiento de la vida. No creo que sea una persona estable.

—¿Estable?

—Eso es un truco de psicólogo, ¿no? Repetir la última frase de una oración. Es un modo de hacer que la otra persona siga hablando.

—¿Hablando? —dijo Norman, sonriéndole.

—Muy bien. A lo mejor estoy un poco estresada. Pero te digo en serio que antes de que yo saliera hacia la nave, Harry entró en esta habitación y dijo que ocuparía mi lugar en la consola. Le expliqué que estabas en el submarino, pero que no había ningún calamar a la vista, y que yo quería ir a la nave. Me contestó que estaba bien y que él se haría cargo. Así que salí. Y ahora no recuerda nada de eso. ¿No te parece bastante extraño?

—¿Extraño? —dijo Norman.

—Basta ya. Habla con seriedad.

—¿Seriedad?

—¿Estás tratando de evitar esta conversación? Ya me di cuenta de cómo te escurres de aquello de lo que no deseas hablar. A todo el mundo lo mantienes dentro de un carril; diriges la conversación para alejarla de los tópicos peliagudos. Pero creo que deberías prestar atención a lo que estoy diciendo, Norman. Hay algún problema con Harry.

—Estoy escuchándote muy atento, Beth.

—¿Y qué?

—Yo no estaba presente cuando ocurrió ese episodio; así que, en realidad, no sé lo que pasó. Por lo que ahora veo, Harry tiene la apariencia de siempre: arrogante, desdeñoso y muy inteligente, inteligentísimo.

—¿Así que no crees que esté medio chiflado?

—No más que nosotros.

—¡Jesús! ¿Qué tengo que hacer para convencerte? Sostuve una larga conversación con ese hombre, y ahora él lo niega. ¿Crees que eso es normal? ¿Crees que podemos confiar en una persona así?

—Beth, yo no estaba presente.

—¿Quieres decir que la loca podría ser yo?

—Yo no estaba presente.

—¿Piensas que puedo ser yo la que se está volviendo chiflada, y que digo que hubo una conversación cuando, en realidad, no la hubo?

—Beth…

—Te lo digo, Norman: hay un problema con Harry y tú no lo quieres aceptar.

Oyeron pasos que se aproximaban.

—Voy a mi laboratorio —dijo Beth—. Tú piensa en lo que acabo de decir.

Estaba subiendo la escalerilla, cuando Harry entró.

—¿Sabes que Beth hizo un excelente trabajo con los sistemas de mantenimiento de la vida? Todo parece estar muy bien. Con las velocidades actuales de consumo tenemos aire para cincuenta y dos horas más. Eso debe de ser más que suficiente… ¿Estás hablando con Jerry?

—¿Qué?

Harry señaló la pantalla.

HOLA, NORMAN.

—No sé cuándo regresó. Hasta hace un momento no conversaba.

—Pues lo está haciendo ahora.

HOLA, HARRY.

—¿Cómo van tus cosas, Jerry? —preguntó el matemático.

EXCELENTE, GRACIAS. ¿CÓMO ESTÁS? TENGO TANTOS DESEOS DE HABLAR CON TUS ENTIDADES. ¿DÓNDE ESTÁ LA ENTIDAD DE CONTROL HARALD C. BARNES?

—¿No lo sabes?

NO SIENTO AHORA LA PRESENCIA DE ESA ENTIDAD.

—Él, bueno…, se fue.

COMPRENDO. NO ERA AMISTOSO. NO DISFRUTABA LA CHARLA CONMIGO.

«¿Qué nos está diciendo? ¿Jerry se deshizo de Barnes porque pensaba que no era amigable?», pensó Norman.

—Jerry —dijo Norman—, ¿qué le ocurrió a la entidad de control?

NO ERA AMISTOSO. NO ME GUSTABA.

—Sí, pero ¿qué le ocurrió?

AHORA LA ENTIDAD NO ES.

—¿Y las demás entidades?

Y LAS DEMÁS ENTIDADES NO DISFRUTABAN CHARLANDO CONMIGO.

—¿Crees que está diciendo que se deshizo de ellos? —preguntó Harry.

NO ESTOY CONTENTO DE HABLAR CON ESAS ENTIDADES.

—¿Así que eliminó a todo el personal de la Armada? —comentó Harry.

Norman estaba pensando que eso no era del todo correcto, porque también había eliminado a Ted, y éste estaba tratando de comunicarse con él y con el calamar. ¿Estaba el calamar relacionado con Jerry? ¿Cómo podría preguntárselo?

—Jerry…

SÍ, NORMAN. ESTOY AQUÍ.

—Conversemos.

BIEN. ESO ME GUSTA MUCHO.

—Háblanos sobre el calamar, Jerry.

LA ENTIDAD CALAMAR ES UNA MANIFESTACIÓN.

—¿De dónde vino?

¿TE GUSTA? PUEDO MANIFESTARLO MÁS PARA TI.

—No, no. No hagas eso —se apresuró a decir Norman.

¿NO OS GUSTA?

—Sí, sí. Nos gusta, Jerry.

¿ES ESO CIERTO?

—Sí, es cierto. Nos gusta. En serio que nos gusta.

BIEN. ME COMPLACE QUE OS GUSTE. ES UNA ENTIDAD MUY IMPRESIONANTE. DE GRAN TAMAÑO.

—Sí, lo es —dijo Norman, secándose nerviosamente el sudor de la frente.

«Jesús —pensó—, esto es como hablarle a un niño que tiene en la mano un arma cargada».

ME ES DIFÍCIL MANIFESTAR ESTA ENTIDAD GRANDE. ME COMPLACE QUE OS AGRADE.

—Es muy impresionante —reconoció Norman—; pero no necesitas repetir esa entidad para nosotros.

¿DESEAS UNA NUEVA ENTIDAD MANISFESTADA PARA TI?

—No, Jerry. Ahora no deseo nada, gracias.

MANIFESTAR ES FELIZ PARA MÍ.

—Sí, no me cabe duda de que lo es.

ESTOY DISFRUTANDO MANIFESTAR PARA TI, NORMAN. Y TAMBIÉN PARA TI, HARRY.

—Gracias, Jerry.

ESTOY DISFRUTANDO TAMBIÉN DE VUESTRAS MANIFESTACIONES.

«¿Nuestras manifestaciones?», pensó Norman, mirando de soslayo a Harry. Al parecer, Jerry pensaba que la gente que había en el habitáculo estaba manifestando algo, en respuesta a sus manifestaciones. Lo consideraba como un intercambio de alguna clase.

SÍ. ESTOY DISFRUTANDO DE VUESTRAS MANIFESTACIONES.

—Habíanos sobre nuestras manifestaciones, Jerry —le pidió Norman.

LAS MANIFESTACIONES SON PEQUEÑAS Y NO SE EXTIENDEN MÁS ALLÁ DE LAS ENTIDADES DE USTEDES, PERO LAS MANIFESTACIONES SON NUEVAS PARA MÍ. SON FELICES PARA MÍ.

—¿De qué está hablando? —dijo Harry.

TUS MANIFESTACIONES, HARRY.

—¿Qué manifestaciones, por el amor de Dios?

—No te alteres —le aconsejó Norman—. Conserva la calma.

ESTOY GUSTANDO DE ÉSA, HARRY. HAZ OTRA.

«¿Está leyendo las emociones? ¿Considera nuestras emociones como manifestaciones?», se preguntó Norman. Pero eso no tenía lógica: Jerry no les podía leer la mente; ya habían establecido bien eso. Aunque lo mejor sería comprobarlo. «Jerry, ¿me puedes oír?», pensó Norman.

ESTOY GUSTANDO DE HARRY. SUS MANIFESTACIONES SON ROJAS. ESTÁN GRACIDAS.

—¿Gracidas?

GRACIDAS = ¿HENCHIDAS DE GRACIA?

—Entiendo —dijo Harry—. Cree que son divertidas.

DIVERTIDAS = ¿HENCHIDAS DE DIVERSIÓN?

—No exactamente —respondió Norman—. Nosotros, entidades, tenemos el concepto de…

Se interrumpió. ¿Cómo iba a explicarle lo que significaba «divertido»? ¿Que era una broma, además?

Comenzó de nuevo:

—Nosotros, entidades, tenemos el concepto de una situación que ocasiona incomodidad, y a esa situación la llamamos «humorada».

¿HUMO ORADA?

—No. Es una sola palabra.

Norman se la deletreó.

ENTIENDO. SUS MANIFESTACIONES SON HUMORADAS. LA ENTIDAD CALAMAR HACE MUCHAS MANIFESTACIONES HUMORADAS DE USTEDES.

—No lo creo —dijo Harry.

YO SÍ LO CREO.

«Y eso prácticamente lo resumía todo», pensó Norman, sentado ante la consola. De alguna manera tenía que hacerle comprender a Jerry la gravedad de sus actos.

—Jerry —le explicó—, tus manifestaciones dañan nuestras entidades. Algunas de nuestras entidades ya se han ido.

SÍ, LO SÉ.

—Si continúas con tus manifestaciones…

SÍ. ME ESTÁ GUSTANDO MANIFESTAR. ES UNA HUMORADA PARA USTEDES.

—Entonces, muy pronto todas nuestras entidades se habrán ido. Y no quedará nadie que hable contigo.

YO NO DESEO ESO.

—Lo sé. Pero muchas entidades ya se han ido.

TRAELAS DE VUELTA.

—No podemos hacer eso. Se han ido para siempre, ¿por qué?

«Es igual que un niño —pensó Norman—. Procede exactamente como lo hace un niño. Cuando se le dice a un chico que no puede hacer lo que él quiere, que no puede jugar del modo que él desea, rehúsa aceptarlo».

—No tenemos el poder para traerlos de vuelta, Jerry.

YO DESEO QUE TRAIGAN DE VUELTA A LAS OTRAS ENTIDADES AHORA.

—Cree que nos negamos a jugar —dijo Harry.

TRAED DE VUELTA A LA ENTIDAD TED.

—No podemos, Jerry. Lo haríamos si pudiéramos —contestó Norman.

ME ESTÁ GUSTANDO LA ENTIDAD TED. ES UNA GRAN HUMORADA.

—Sí —dijo Norman—. A Ted también le gustabas tú. Estaba tratando de hablar contigo.

SÍ. ME ESTÁN GUSTANDO LAS MANIFESTACIONES DE ÉL. TRAED DE VUELTA A TED.

—No podemos.

Se produjo una larga pausa.

¿YO ESTOY OFENDIDO A VOSOTROS?

—No, en absoluto.

NOSOTROS SOMOS AMIGOS, NORMAN Y HARRY.

—Sí, lo somos.

ENTONCES TRAED DE VUELTA LAS ENTIDADES.

—Sencillamente se resiste a entender —dijo Harry—. ¡Jerry, por el amor de Dios, no lo podemos hacer!

ERES UNA HUMORADA HARRY. HAZLO OTRA VEZ.

«No cabe duda de que está tomando las reacciones emocionales intensas como una especie de manifestación», pensó Norman. ¿Era ésta la idea que Jerry tenía de cómo jugar? ¿Provocar a la otra parte y después divertirse con las reacciones de ella? ¿Le encantaba ver las emociones activas que desencadenaba el calamar? ¿Era ése su concepto de juego?

HARRY, HAZLO DE VUELTA. HARRY, HAZLO DE VUELTA.

—¡Vamos, hombre! —repuso Harry, furioso—. ¡Deja ya de darme la lata!

GRACIAS. ME ESTÁ GUSTANDO ESO. ESO FUE ROJO TAMBIÉN, AHORA POR FAVOR VOSOTROS TRAERÉIS DE VUELTA A LAS ENTIDADES QUE SE FUERON.

Norman tuvo una idea.

—Jerry —propuso—, si es tu deseo que las entidades vuelvan, ¿por qué no las traes tú de regreso?

NO ME COMPLACE HACER ESO.

—Pero podrías hacerlo, si quisieras.

YO PUEDO HACER CUALQUIER COSA.

—Sí, por supuesto. Por eso mismo, ¿por qué no traes de vuelta a las entidades que quieras?

NO. NO ESTOY FELIZ DE HACER ESO.

—¿Por qué no? —preguntó Harry.

VAMOS HOMBRE, DEJA DE DARME LA LATA.

—No tuvimos intención de ofenderte, Jerry —dijo Norman con rapidez.

No hubo respuesta en la pantalla.

—¿Jerry?

La pantalla siguió muda.

—Volvió a irse —dijo Harry, y meneó la cabeza—. Sólo Dios sabe lo que hará este pequeño bastardo.