PRIORIDADES

Harry contempló la esfera en silencio durante largo rato.

—Estoy seguro de que querrás acudir a nosotros en este asunto —dijo Ted—. En relación a de dónde vino y cosas por el estilo.

—En realidad, sé de dónde vino —dijo, y le habló de la grabación sideral y del agujero negro.

—A decir verdad —explicó Ted—, desde hace algún tiempo sospechaba que esta cosmonave estaba construida para viajar a través de un agujero negro.

—¿De veras? ¿Cuál fue tu primera pista?

—El espeso blindaje contra las radiaciones.

Harry asintió con la cabeza.

—Es cierto. Es probable que hayas conjeturado el significado de eso antes que yo —dijo, y sonrió—, pero no se lo comunicaste a nadie.

—¡Eh! —exclamó Ted—. No puede haber dudas al respecto: fui yo quien propuso primero lo del agujero negro.

—¿De veras?

—Sí. Eso es indiscutible. ¿No recuerdas que, en la sala de conferencias, le estaba dando a Norman una explicación sobre el espacio-tiempo y que empecé a hacer los cálculos para el agujero negro? Después, tú entraste y te uniste. Norman, ¿no lo recuerdas? Yo lo planteé primero.

—Es cierto, tú tuviste la idea —reconoció Norman.

Harry sonrió.

—No me dio impresión de que fuera una propuesta; sino más bien una conjetura.

—O una especulación —dijo Ted—. Harry, estás reescribiendo la historia. Hay testigos.

—Puesto que te hallas mucho más adelantado que todos nosotros —dijo Harry—, ¿qué te parece decirnos cuáles son tus propuestas en cuanto a la naturaleza de este objeto?

—Con mucho gusto —aceptó Ted—. Este objeto es una esfera bruñida, de unos diez metros de diámetro; no es sólida y está compuesta por una aleación metálica densa, de naturaleza aún desconocida. Las marcas cabalísticas que hay en este lado…

—¿A esas estrías les llamas marcas cabalísticas?

—¿Te importa dejarme terminar? Las marcas cabalísticas que aparecen en este lado sugieren claramente una ornamentación artística o religiosa, evocadora de una categoría ceremonial, y esto indica que el objeto tiene gran importancia para quienquiera que lo haya fabricado.

—Creo que podemos estar seguros de que eso era cierto.

—Personalmente, abrigo la creencia de que esta esfera tiene el propósito de servir como una forma de contacto con nosotros. Visitantes de otra estrella, de otro sistema solar… Es algo así como un saludo, un mensaje o un trofeo. La evidencia de que existe una forma superior de vida en el Universo.

—Todo lo que dices es precioso… pero no viene al caso —dijo Harry—. ¿Qué es lo que la esfera hace?

—No estoy seguro de que haga algo. Creo que tan sólo es. Es lo que es.

—Muy Zen.

—Pues bien, ¿cuál es tu idea?

—Repasemos lo que sabemos —propuso Harry—, por contraposición con lo que imaginamos en un vuelo de la fantasía; ésta es una nave espacial que viene del futuro, construida con toda suerte de materiales y tecnología que aún no hemos creado, aunque los vamos a crear. La nave en la que estamos fue enviada por nuestros descendientes a través de un agujero negro, hacia otro Universo o a otra parte de nuestro Universo.

—Sí.

—Esta nave espacial no está tripulada, pero se encuentra equipada con brazos robots. Se ve claro que fueron diseñados para recoger cosas que la nave pueda encontrar. Por eso, podemos pensar en esta nave como si fuera una enorme versión de la astronave no tripulada Mariner que, en los años setenta, enviamos a Marte para investigar si había vida en aquel planeta. Este vehículo procedente del futuro es mucho más grande y más complicado; pero, en lo esencial, es la misma clase de máquina: es una sonda.

—Sí…

—De modo que la sonda penetró en otro Universo, donde se topa con esta esfera. Cabe suponer que se hallaba flotando en el espacio. O quizá la esfera fue enviada para que se encontrara con la nave.

—Exacto —concedió Ted—. Fue enviada para que se encontrara con la nave. Como si se tratase de un emisario. Eso es lo que creo.

—En cualquier caso, nuestra cosmonave-robot, siguiendo sabe Dios qué criterio que tenga incorporado en su dotación de instrucciones, decide que esta esfera es interesante. De manera automática toma la esfera con esta gran tenaza que vemos aquí, la trae al interior de la nave y se la lleva a casa.

—Con la diferencia de que, al volver a casa, va demasiado lejos: va hacia el pasado.

—El pasado de la nave —dijo Harry—. Nuestro presente.

—Justo.

Barnes bufó con impaciencia.

—Magnífico. Así que este vehículo espacial sale, recoge una esfera plateada de otro planeta, y la trae al regresar. Vayamos al grano. ¿Qué es esta esfera?

Harry se adelantó hacia la esfera y apretó la oreja contra el metal en tanto le daba unos golpes secos con los nudillos. Tocó las estrías y sus manos desaparecieron dentro de las profundas hendiduras. La esfera estaba tan pulida que Norman podía ver la cara distorsionada de Harry reflejada en el metal convexo.

—Sí. Tal como sospechaba, estas marcas cabalísticas, según tú las llamas, no son en modo alguno decorativas. Cumplen un propósito muy distinto: ocultar una pequeña solución de continuidad en la superficie de la esfera. Así pues, representan una puerta.

Harry retrocedió.

—¿Qué es la esfera?

—Voy a decir lo que creo —anunció Harry—. Pienso que esta esfera es un recipiente hueco, que hay algo en su interior y que ese algo me aterroriza hasta lo indecible.