Tanto el lago Antañavo, los cocodrilos que en él habitan como el gran

tamarindo ambodilôna son venerados y se acude a ellos para pedir ayuda.

Así, cuando una pareja no tiene hijos, acude al lago e invoca a las almas de

los habitantes desaparecidos pidiéndoles que se les conceda una numerosa

descendencia, prometiendo, a cambio, volver para ofrecerles el sacrificio de

animales para su alimento. Cuando la petición tiene éxito, la pareja regresa al

lago para cumplir lo prometido. Los animales a sacrificar, se matan muy cerca

del agua, parte se echa en el agua y parte de su carne se reparte por las

cercanías del lago para provocar que los cocodrilos salgan del agua, porque

piensan que cuanto más se alejen mayor será la ayuda que proporcionarán.

Cuando un antakarana cae enfermo, se le lleva muy cerca del lago, se le lava

con sus aguas y dicen que se cura.

 

Está prohibido bañarse en sus aguas e incluso hasta meter en ellas las manos

o los pies. Cuando uno quiere beber o tomar agua del lago, debe hacerlo con

la ayuda de un recipiente dispuesto al final de una vara larga y sólo puede

beberla a algunos pasos de la orilla.

También está prohibido escupir en el lago o cerca de él, así como hacer sus

necesidades en los alrededores. Se cree que quien violara estas prohibiciones

sería devorado, tarde temprano, por los cocodrilos.