El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosas

comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre- todos comparten el

mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Como

una persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si vendemos nuestra

tierra al hombre blanco, él debe recordar que el aire es valioso para nosotros,

que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. El viento que dio a

nuestros abuelos su primer respiro, también recibió su último suspiro. Si les

vendemos nuestra tierra, ustedes deben mantenerla intacta y sagrada, como

un lugar donde hasta el mismo hombre blanco pueda saborear el viento

azucarado por las flores de los prados.

 

Por lo tanto, vamos a meditar sobre la oferta de comprar nuestra tierra. Si

decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los

animales de esta tierra como a sus hermanos.

 

Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un

millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre

blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre salvaje y no

comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más

importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.