“Muchacho, dile al Maestro que si lo quiere vender ya, no puedo darle más de
58 monedas de oro por su anillo”.
¡¡¡¿”58 monedas”???!!! -exclamó el joven.- “Sí”, replicó el joyero, “ya sé que
con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero si la venta es
urgente...”
El joven corrió emocionado a casa del Maestro a contarle lo sucedido.
“Siéntate” -dijo éste después de escucharlo-
“Tú eres como este anillo: Una joya, única y valiosa. Y como tal, sólo puede
evaluarte un verdadero experto”.
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano
izquierda.
El muchacho se alejó de la casa sonriendo, mientras una parte muy profunda
de sí mismo le decía:
¿”Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero
valor”?
RECUERDA SIEMPRE TU GRAN VALÍA