“Que importante lo que dijiste, joven amigo” -contesto sonriente el maestro-.
“Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve al mercado y
vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quieres vender el
anillo y pregúntale cuanto da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo
vendas. Vuelve aquí con mi anillo”.
El joven acudió raudo a un joyero, el cual examinó el anillo a la luz del candil,
lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo: