En esa discusión estaban enfrascados cuando entró el carpintero y se puso a

trabajar. Utilizó todas y cada una de las herramientas en el momento oportuno.

Después de unas horas de trabajo, los trozos de madera apilados en el suelo

fueron convertidos en un precioso mueble listo para entregar al cliente. El

carpintero se levantó, observó el mueble y sonrió al ver lo bien que había

quedado. Se quitó el delantal de trabajo y salió de la carpintería.

 

De inmediato la Asamblea volvió a reunirse y el alicate tomó la palabra:

“Queridos compañeros, es evidente que todos tenemos defectos pero

acabamos de ver que nuestras cualidades hacen posible que se puedan hacer

muebles tan maravillosos como éste”. Las herramientas se miraron unas a

otras sin decir nada y el alicate continuó: “son nuestras cualidades y no

nuestros defectos las que nos hacen valiosas. El martillo es fuerte y eso nos

hace unir muchas piezas. El tornillo también une y da fuerza allí donde no

actúa el martillo. La lija lima aquello que es áspero y pule la superficie. El

metro es preciso y exacto, nos permite no equivocar las medidas que nos han

encargado. Y así podría continuar con cada una de ustedes.

 

Después de aquellas palabras todas las herramientas se dieron cuenta que

sólo el trabajo en equipo les hacía realmente útiles y que debían de fijarse en

las virtudes de cada una para conseguir el éxito.