Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la

escalera.

Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo.

El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato.

Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho. El cuarto y, finalmente, el último

de los veteranos fue sustituido. Los científicos quedaron, entonces, con un

grupo de cinco monos que, aun cuando nunca recibieron un baño de agua fría,

continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas.

 

Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien

intentase subir la escalera, con certeza la respuesta sería:

"No sé, las cosas siempre se han hecho así, aquí…"

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