Primero y ante todo me gustaría dar las gracias a mi agente, Joshua Nilmes, y a mi editor, Moshe Feder, por ayudarme a exprimir todo el potencial de este manuscrito. Sin su magnífica visión editorial ahora tendrían ustedes en las manos un libro muy distinto.
A continuación, quiero expresar todo mi agradecimiento y alabar a los miembros de mis talleres de escritura. Alan Layton, Janette Layton, Kaylynn ZoBell y Ethan Skarstedt. Daniel Wells, Benjamin R. Olsen, Nathan Goodrich y Peter Ahlstrom. Ryan Dreher, Micah Demoux, Annie Gorringe y Tom Conrad (¡fuisteis un taller de escritura, aunque no lo supierais!). Muchas gracias a todos por vuestro trabajo y vuestras sugerencias.
Además, hay docenas de personas que leyeron este libro durante mis años de búsqueda de editor, y no tengo palabras para expresarles mi agradecimiento por su entusiasmo, sus críticas y sus albanzas. Kristina Kugler, Megan Kauffman, Izzy Whiting, Eric Ehlers, Greg Creer, Ethan Sproat, Robert ZoBell, Deborah Anderson, Laura Bellamy, Kraig Hausmann, Nate Hatfield, Steve Frandson, Robinson E. Wells, y Krista Olsen. ¡Si me olvido de alguno, lo nombraré en el próximo libro!
También me gustaría dar especialmente las gracias a los profesores que me ayudaron en mi carrera universitaria: a Sally Taylor, Dennis Perry y John Bennion (que trabajaron en mi tesis de licenciatura); a la profesora Jacqueline Thursby por su fe en mí; a Dave Wolverton, que me envió al mundo, y al profesor Douglas Thayer, a quien algún día convenceré para que lea un libro de fantasía (¡va a recibir un ejemplar de éste, lo quiera o no!).
Finalmente, me gustaría dar las gracias a mi familia. A mi padre por comprarme libros cuando era niño; a mi madre por convertirme en un erudito; a mis hermanas por sus sonrisas y a Jordan por soportar un hermano mayor dominante. Pueden comprobar sus habilidades como programador (así como disfrutar el sorprendente diseño artístico de Jeff Creer) en mi página web: www.brandonsanderson.com.
Muchas gracias, a todos, por creer en mí.