El padre de Julia insistió en asistir a la graduación y se negó a permitir que Paul la ayudara con la mudanza a Cambridge en su lugar. Pagó el depósito y el alquiler de la habitación de Julia y voló a Toronto para asistir a la graduación de su única hija el 11 de junio.
Con un sencillo vestido negro y unos bonitos zapatos, Julia dejó a Paul y a su padre en los escalones del salón de actos y ocupó su lugar en la cola, con los demás estudiantes graduados.
A Tom le gustó Paul. Le gustó mucho.
Era un chico directo y sincero, que estrechaba la mano con fuerza. Cuando hablaba con él, lo miraba a los ojos. Paul se ofreció a ayudar con la mudanza, cediéndoles una habitación en su granja de Burlington. Cuando Tom le dijo que podían hacerlo solos, él insistió.
Durante la cena con Julia, la noche antes de la graduación, Tom había dejado caer alguna insinuación sobre Paul, pero ella había fingido no entender a qué se refería.
Mientras los estudiantes entraban en fila en el salón, Julia no pudo evitar recorrer la sala con la vista, buscando a Gabriel. Con tanta gente, habría sido casi imposible verlo aunque hubiera ido. Sin embargo, al localizar el espacio reservado para el departamento, distinguió fácilmente a Katherine Picton, vestida con su toga de Oxford. Si los profesores estaban colocados alfabéticamente, como parecía, Julia pensó entonces que no le habría costado localizar a Gabriel, ataviado con su toga carmesí de Harvard. Pero él no estaba allí.
Cuando alguien pronunció el nombre de Julia, Katherine subió al estrado, con lentitud pero con seguridad, y le puso la toga de magister antes de estrecharle la mano formalmente. Tras desearle mucha suerte en Harvard, le entregó el diploma.
Esa noche, después de ir a cenar a un asador con Paul y su padre para celebrarlo, Julia vio que tenía un mensaje de Rachel en el buzón de voz.
«¡Felicidades, Julia! Todos te mandamos recuerdos. Tenemos regalos para ti. Gracias por darme tu nueva dirección en Cambridge. Cuando estés instalada, te lo enviaré todo por correo. También el vestido de dama de honor.
»Papá te ha sacado billete de Boston a Filadelfia para el veintiuno de agosto. Espero que te vaya bien. Él quería pagarlo y como sabía que querías venir con tiempo…
»Seguimos sin tener noticias de Gabriel. Espero que haya ido a la graduación, pero, si no, espero que durante la boda podáis aclarar las cosas. Espero que venga a mi boda. Se supone que tiene que ser uno de los padrinos, ¡y ni siquiera tengo sus medidas para encargarle el esmoquin!»