—¡Será hijo de puta! —gritó Tom Mitchell al auricular. Julia tuvo que colocarse el iPhone a distancia para no quedarse sorda—. ¿Desde cuándo?
—Bueno, desde marzo. —Sorbió por la nariz—. Me lo confirmó por correo electrónico.
—¡Menudo cabrón! ¿Qué motivos te dio?
—No me dio ningún motivo. —Julia no se sentía con fuerzas para contarle a su padre la cadena de acontecimientos que habían llevado a su ruptura con Gabriel. Además, sabía que cualquier sospecha de fraude académico haría que el hombre se enfureciera.
—Le pegaré un tiro.
—Papá, por favor.
La conversación ya era bastante dura, sin tener que preocuparse además por si su padre cumplía sus amenazas y perseguía a Gabriel por los bosques de Selinsgrove para dispararle en el culo.
Tom respiró hondo.
—¿Dónde está ahora?
—No lo sé.
—Odio decirte esto, Julia, porque sé que lo querías, pero Gabriel es un cocainómano. Y ese tipo de adicciones son difíciles de superar. Puede que haya vuelto a consumir. O que se haya metido en líos con su camello. Las drogas son un asunto muy sucio. Me alegro de que se haya ido. Cuanto más lejos estés de él, mejor.
Al oír a su padre, Julia no se echó a llorar, pero el corazón se le encogió.
—Por favor, papá, no digas eso. Prefiero pensar que está en Italia, trabajando en su nuevo libro.
—En una granja de desintoxicación, más bien.
—Por favor.
—Lo siento. De verdad. Sólo quiero que mi niña encuentre a un buen hombre y que sea feliz.
—Yo quiero lo mismo para ti.
—Vaya par estamos hechos. —Tom carraspeó y decidió que era un buen momento para cambiar de tema—. ¿Qué tal la universidad? He conseguido algo de dinero por la venta de la casa y me gustaría ir a verte. También me gustaría que habláramos del verano que viene. Tienes que venir a conocer tu nueva habitación. Puedes pintarla del color que quieras. ¡Píntala de rosa si eso te gusta!
Julia sonrió.
—Ya hace años que no me apetece dormir en una habitación rosa, pero gracias, papá.
Aunque Selinsgrove era el lugar del mundo al que menos le apetecía ir en ese momento, al menos tenía un padre y una casa nueva que la esperaban. Una casa sin recuerdos de su madre ni de Simon. Ni de Gabriel.