Mi más profundo agradecimiento a tres queridos amigos con los que he tenido el gran lujo de trabajar: mi editor, Jason Kaufman; mi agente, Heide Lange, y mi abogado, Michael Rudell. Asimismo, me gustaría expresar mi inmensa gratitud a Doubleday, a mis editoriales de todo el mundo y, por supuesto, a mis lectores.
Esta novela no podría haberse escrito sin la generosa ayuda de incontables individuos que han compartido conmigo sus conocimientos y su competencia. Extiendo a todos vosotros mi profundo aprecio.