Capítulo 90

En la tenue luz de la cocina del colegio catedralicio, Langdon y Katherine inclinaban la cabeza sobre la cazuela y miraban fijamente el transformado vértice bajo la superficie. En una cara del dorado remate brillaba un mensaje incandescente.

Langdon leyó el texto, casi sin dar crédito a lo que veían sus ojos. Conocía el rumor según el cual la pirámide revelaría un lugar específico…, pero jamás imaginó que dicho lugar fuera tan específico.

Ocho de Franklin Square

—Una dirección —musitó, pasmado.

Katherine parecía igualmente atónita.

—No sé qué hay ahí, ¿y tú?

Él negó con la cabeza. Sabía que Franklin Square era una de las partes más antiguas de Washington, pero no conocía la dirección. Miró la punta del vértice y empezó a leer hacia abajo el texto entero.

El

secreto está

dentro de Su Orden

Ocho de Franklin Square

«¿Habrá alguna orden en Franklin Square?

»¿Habrá algún edificio que oculte el arranque de una larga escalera de caracol?»

Langdon ignoraba si habría o no algo enterrado en esa dirección. Lo importante en ese momento era que él y Katherine habían descifrado la pirámide y se hallaban en poder de la información necesaria para negociar la liberación de Peter.

«Y no muy sobrados de tiempo».

Las fosforescentes manecillas del reloj de Mickey Mouse de Langdon indicaban que les quedaban menos de diez minutos.

—Llama —pidió ella, y le mostró un teléfono que había en la pared de la cocina—. Ya.

La repentina llegada de ese momento sobresaltó a Langdon, que se vio titubeando.

—¿Estamos seguros de esto?

—Yo, desde luego, sí.

—No le diré nada hasta que sepamos que Peter está sano y salvo.

—Por supuesto. Recuerdas el número, ¿no?

Él asintió y echó a andar hacia el teléfono. Lo cogió y marcó el móvil del captor. Katherine se acercó y pegó la cabeza a la de él para poder escuchar la conversación. Cuando el teléfono empezó a sonar, Langdon se preparó para oír el inquietante susurro del hombre que lo había engañado antes.

Finalmente cogieron el teléfono.

Sin embargo, nadie dijo nada. No se oyó voz alguna, tan sólo la respiración de alguien al otro lado de la línea.

Langdon esperó un instante y finalmente dijo:

—Tengo la información que desea, pero si la quiere tendrá que entregarnos a Peter.

—¿Quién es usted? —respondió una voz de mujer.

Langdon pegó un salto.

—Robert Langdon —contestó sin pensarlo—. ¿Y usted? —Por un momento creyó que se había equivocado de número.

—¿Se llama usted Langdon? —La mujer parecía sorprendida—. Aquí hay alguien que pregunta por usted.

—¿Cómo? Lo siento, pero ¿quién es usted?

—Agente Paige Montgomery, de Preferred Security. —Su voz sonaba temblorosa—. Tal vez pueda usted ayudarnos. Hace alrededor de una hora mi compañera respondió a una llamada del 911 y acudió a Kalorama Heights por… una posible toma de rehenes. Perdí el contacto con ella, así que solicité refuerzos y vine a comprobar el lugar. Encontramos a mi compañera muerta en el jardín posterior. El propietario no estaba, de manera que forzamos la entrada. En la mesa del recibidor sonaba un móvil y…

—¿Está usted dentro? —inquirió él.

—Sí, y la llamada del 911… no era una falsa alarma —balbució la mujer—. Lo siento si parezco nerviosa, pero mi compañera está muerta y hemos hallado a un hombre retenido en contra de su voluntad. No se encuentra bien, y nos estamos ocupando de él. No para de preguntar por dos personas, una llamada Langdon y otra Katherine.

—¡Es mi hermano! —exclamó Katherine, pegando aún más la cabeza a la de Robert—. Fui yo quien llamó al 911. ¿Está bien?

—Lo cierto, señora, es que… —La voz de la mujer se quebró—. No se encuentra muy bien. Le falta la mano derecha…

—Por favor, déjeme hablar con él —urgió Katherine.

—En este momento lo están tratando. Vuelve en sí y se desmaya. Si no están muy lejos, deberían acercarse. Es evidente que él quiere verlos.

—Estamos a unos seis minutos —replicó ella.

—En ese caso, les sugiero que se den prisa. —Se oyó un ruido apagado de fondo y después, de nuevo, a la mujer—: Perdonen, creo que me necesitan. Ya hablaremos cuando lleguen.

La comunicación se cortó.