Capítulo 40

«¿Por qué tardará tanto Trish?»

Katherine volvió a mirar la hora. Se le había olvidado avisar al doctor Abaddon del extraño trayecto que debía recorrer para llegar a su laboratorio, pero tampoco creía que fuera la oscuridad el motivo de esa demora. «Ya deberían haber llegado».

Katherine se dirigió a la puerta de plomo y, tras abrirla, se asomó al vacío. Prestó atención, pero no pudo oír nada.

—¿Trish? —llamó, pero la oscuridad se tragó su voz.

Silencio.

Extrañada, volvió a cerrar la puerta, cogió el teléfono móvil y llamó al vestíbulo.

—Soy Katherine. ¿Está Trish ahí?

—No, señora —dijo el guardia—. Ella y su invitado se han dirigido al laboratorio hará unos diez minutos.

—¿De verdad? No creo que hayan llegado siquiera a la nave 5.

—Espere un momento. Lo comprobaré. —Katherine oyó los dedos del guardia tecleando en su ordenador—. Tiene razón. Según el registro de la tarjeta de acceso de la señora Dunne, todavía no ha abierto la puerta de la nave 5. El último acceso del que hay constancia ha sido hace ocho minutos…, en la nave 3. Imagino que le estará haciendo a su invitado una pequeña visita guiada.

Katherine frunció el ceño. «Eso parece». Le extrañaba un poco, pero al menos sabía que Trish no estaría mucho rato en la nave 3. «Huele fatal».

—Gracias. ¿Y mi hermano no ha llegado todavía?

—No, señora, todavía no.

—Gracias.

Al colgar, Katherine sintió una inesperada punzada de inquietud. Intentó pensar a qué se debía, pero lo desechó al cabo de un momento. Se trataba de la misma sensación que había tenido al entrar en casa del doctor Abaddon. Ahí su intuición femenina le había fallado. Y mucho.

«No es nada», se dijo.