Capítulo 123

En la catedral de Washington, el deán Galloway percibió un cambio extraño en el aire. Sin saber con seguridad por qué, sintió como si una sombra espectral se hubiera evaporado, como si un peso hubiera sido levantado… muy lejos de allí y, sin embargo, allí mismo.

Estaba en su escritorio, sumido en sus pensamientos. No podría haber dicho cuántos minutos pasaron hasta que sonó el teléfono. Era Warren Bellamy.

—Peter está vivo —dijo su hermano masón—. Acabo de enterarme y pensé que querrías saberlo en seguida. Se pondrá bien.

—Gracias a Dios —suspiró Galloway—. ¿Dónde está?

El deán escuchó de labios de Bellamy el extraordinario relato de lo sucedido desde que se habían marchado del colegio catedralicio.

—Pero ¿estáis todos bien?

—Nos estamos recuperando, sí —replicó Bellamy—. Sin embargo, hay una cosa.

Hizo una pausa.

—¿Sí?

—La pirámide masónica… Creo que Langdon la ha resuelto.

Galloway no pudo reprimir una sonrisa. Por alguna causa, no se sorprendió.

—Y dime, ¿ha descubierto Langdon si la pirámide ha cumplido su promesa? ¿Sabe si realmente ha revelado lo que la leyenda siempre ha dicho que revelaría?

—Todavía no lo sé.

«Lo sabrás», pensó Galloway.

—Ahora tienes que descansar.

—Y tú también.

«No, yo tengo que rezar».