Capítulo 108

La mente de Robert Langdon flotaba en un abismo ilimitado.

Sin luz, sin sonidos, sin sensaciones.

Sólo un vacío infinito y silencioso.

Suavidad.

Ingravidez.

Se había liberado de su cuerpo; ya no sentía ataduras.

El mundo físico había dejado de existir. El tiempo, también.

Se había convertido en conciencia pura…, en sustancia pensante inmaterial, suspendida en el vacío de un vasto universo.