El pueblo más antiguo que sobrevivía en la Tercera Edad eran los Onodrim o Enyd. Ents se los llamaba en la lengua de Rohan. Conocieron a los Eldar en los días antiguos, y de ellos tomaron por cierto no una lengua, pero sí el deseo de hablar. La lengua que se forjaron difería de todas las otras: lenta, sonora, acumulativa, repetitiva, de largo aliento por cierto; formada por una multiplicidad de matices vocálicos y distinciones de tono y cantidad que ni siquiera los más eruditos de entre los Eldar intentaron representar. La empleaban sólo entre ellos; pero no les hacía falta mantenerla en secreto, pues nadie era capaz de aprenderla.
Sin embargo, los Ents eran hábiles para las lenguas, las aprendían pronto y jamás las olvidaban. Pero preferían las lenguas de los Eldar, y la que más les gustaba era el antiguo alto élfico. Las palabras y los nombres extraños que los Hobbits registraron (de los empleados por Bárbol y los otros Ents) son, pues, élficos o fragmentos de lenguas élficas entrelazadas a la manera de los Ents.[52] Algunas son Quenya: como Taurelilómëatumbalemorna Tumbaletaurëa Lómëanor, que puede traducirse como: «Bosqueplurisombrío-negro-valleprofundoBoscosovalleprofundo Tierralúgubre», con lo que Bárbol quería expresar poco más o menos: «hay una sombra negra en los profundos valles del bosque». Algunas son Sindarin: como Fangorn, «barba-(de)-árbol», o Fimbrethil, «haya esbelta».
Orco es el nombre que otras razas dieron a este pueblo inmundo en la lengua de Rohan. En Sindarin era orch. La palabra uruk de la Lengua Negra, sin la menor duda, estaba relacionada con ella, aunque se aplicaba por lo general sólo a los grandes soldados Orcos que por ese tiempo salían de Mordor e Isengard. Las especies menores eran llamadas, especialmente por los Uruk-hai, snaga, «esclavo».
Los Orcos fueron criados por primera vez por el Poder Oscuro en los Días Antiguos. Se dice que no tenían lengua propia, pero tomaban lo que podían de otras y lo pervertían a su antojo; no obstante, sólo conseguían jergas brutales, apenas suficientes para sus propias necesidades, a no ser que se tratara de maldiciones e insultos. Y estas criaturas, colmadas de malicia y que odiaban aun a los de su propia especie, no tardaron en desarrollar tantos bárbaros dialectos como grupos o colonias había de esta raza, de modo que la lengua orca les era de poca utilidad para comunicarse entre las diversas tribus.
Así fue que en la Tercera Edad los Orcos utilizaron para comunicarse entre sus diversos grupos la lengua Oestron; y muchas de las tribus más antiguas, como las que se demoraban todavía en el Norte y las Montañas Nubladas, utilizaban desde hacía mucho el Oestron como lengua nativa, aunque de una manera que apenas resultaba menos desagradable que el orco. En esta jerga, tark [tarco], «hombre de Gondor», era una forma corrompida de tarkil, palabra Quenya utilizada en Oestron para designar a quien tuviera ascendencia Númenóreana.
Se dice que la Lengua Negra fue inventada por Sauron en los Años Oscuros, y que había querido convertirla en la de todos los que lo servían, pero que fracasó en este propósito. De la Lengua Negra, sin embargo, derivaban muchas de las palabras ampliamente difundidas entre los Orcos durante la Tercera Edad, tales como ghâsh, «fuego», pero después de la primera derrota de Sauron, la forma antigua de la lengua fue olvidada por todos, excepto por los Nazgûl. Cuando Sauron se levantó otra vez, se convirtió nuevamente en la lengua de Barad-dûr y de los capitanes de Mordor. La inscripción del Anillo estaba en la antigua forma de la Lengua Negra, mientras que la maldición de los Orcos de Mordor (que aparece al comienzo del capítulo Los Uruk-Hai de Las Dos Torres) era una forma más corrupta utilizada por los soldados de la Torre Oscura, de quienes era capitán Grishnâkh. Sharku en esa lengua significa viejo.
La palabra troll se utilizó para traducir la Sindarin Torog. En un principio, mucho tiempo atrás, en el crepúsculo de los Días Antiguos, éstas eran criaturas de naturaleza torpe y estúpida, y no tenían más lenguaje que las bestias. Pero Sauron las utilizó, enseñándoles lo poco que podían aprender y acrecentándoles la inteligencia con maldad. Por tanto, los Trolls tomaban el lenguaje que podían aprender de los Orcos; y en las Tierras Occidentales los Trolls de Piedra hablaban una forma corrompida de la Lengua Común.
Pero a fines de la Tercera Edad apareció en el sur del Bosque Negro y en las fronteras montañosas de Mordor una raza de Trolls nunca vista antes. Olog-hai se llamaban en Lengua Negra. Que Sauron los hubiera criado, nadie lo dudaba, aunque no se sabía a partir de qué cepa. Algunos sostenían que no eran Trolls, sino Orcos gigantes; pero los Olog-hai eran en cuerpo y mente muy distintos aun de los más grandes de los Orcos, a quienes sobrepasaban en tamaño y poder. Eran Trolls, pero llenos de la mala voluntad de su amo: una raza feroz, fuerte, ágil, salvaje y astuta, pero más dura que la piedra. A diferencia de la antigua raza del Crepúsculo, podían soportar el Sol en tanto los dominara la voluntad de Sauron. Hablaban poco, y la única lengua que conocían era la Lengua Negra de Barad-dûr.
Los Enanos constituyen una raza aparte. De su extraño comienzo y por qué son semejantes a los Elfos y a los Hombres y a la vez difieren de ellos, lo cuenta el Silmarillion; pero de esta historia los Elfos menores de la Tierra Media no tenían conocimiento, mientras que las historias de Hombres posteriores se confunden con memorias de otras razas.
Constituyen en su mayoría una raza persistente, grave, reservada, laboriosa, que no olvida las injurias (ni los actos de bondad), amantes de la piedra, de las gemas, de las cosas que cobran forma en sus manos de artesanos, más que de las cosas con vida propia. Pero no son malos por naturaleza, y pocos son los que sirvieron al Enemigo por libre voluntad, sea lo que fuere lo alegado por los Hombres. Porque los Hombres de antaño codiciaban los tesoros y las obras de los Enanos, y hubo enemistad entre ambas razas.
Pero en la Tercera Edad, y en muchos lugares, había aún gran amistad entre los Hombres y los Enanos; y era propio de la naturaleza de los Enanos que, al viajar y trabajar y traficar por las tierras, como lo hicieron después de la destrucción de sus antiguas mansiones, emplearan las lenguas de los hombres entre los que vivían. No obstante, en secreto (un secreto que, a diferencia de los Elfos, no revelaban de buen grado ni siquiera a los amigos), empleaban su extraña propia lengua, muy poco cambiada por los años; porque se había convertido en una lengua de sabiduría más que en una lengua materna, y la atendían y la guardaban como un tesoro del pasado. Pocas son las gentes de otras razas que hayan podido dominarla. En esta historia sólo aparece en los nombres de lugares que Gimli reveló a sus compañeros; y en el grito de batalla que lanzó en el sitio de Cuernavilla. Ése al menos no era un secreto, y había sido escuchado en muchos campos de lucha desde que el mundo era joven. Baruk Khazâd! Khazâd aimênu! «¡Hachas de los Enanos! ¡Los Enanos están sobre vosotros!»
El nombre del propio Gimli, sin embargo, y los nombres de toda su parentela son de origen septentrional (humano). Sus propios nombres secretos e «interiores», sus verdaderos nombres, los Enanos no los han revelado nunca a nadie de otra raza. No los inscriben ni siquiera sobre sus tumbas.