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Esos textos no se dirigen a los comunes mortales… La apercepción gnóstica es una vía reservada a una élite… Porque, como dice la Biblia: no arrojéis vuestras perlas a los cerdos.

(Kamal Jumblatt, Entrevista concedida a Le Jour, 31.3.1967)

Arcana publicata vilescunt: et gratiam prophanata amittunt. Ergo: ne margaritas obijce porcis, seu asinus substerne rosas.

(Johann Valentin Andreae, Die Chymische Hochzeit des Christian Rosencreutz, Strassburg, Zetmer, 1616, frontispicio)

Por lo demás, ¿qué otros estaban dispuestos a esperar encima de la piedra durante seis siglos y encima de la piedra habían esperado? Bien es verdad que, al final, Alamut había caído ante la presión de los mongoles, pero la secta de los ismailíes había sobrevivido en todo el Oriente, una parte se había mezclado con el sufismo no chiíta, otra había dado origen a la terrible secta de los drusos, y otra había sobrevivido entre los khojas indios, los seguidores del Aga Khan, cuyo territorio está situado muy cerca del emplazamiento de Agarttha.

Pero también había descubierto otra cosa. Durante la dinastía de los Fatimidas, se habían vuelto a descubrir las nociones herméticas de los antiguos egipcios, a través de la academia de Heliópolis, en el Cairo, donde se había fundado una Casa de las Ciencias. ¡La Casa de las Ciencias! ¿Dónde se había inspirado Bacon para su Casa de Salomón? ¿Cuál había sido el modelo del Conservatoire?

—Es así, es así, no cabe la menor duda —decía Belbo entusiasmado. Pero luego añadía—: ¿Y los cabalistas qué?

—Se trata de una historia paralela. Los rabinos de Jerusalén se huelen que algo ha sucedido entre los templarios y los Asesinos, y los rabinos de España, so pretexto de usura, al visitar las capitanías europeas, intuyen algo. Al verse excluidos del secreto, en un acto de orgullo nacional deciden investigar por su cuenta. ¿Cómo es posible que a nosotros, al pueblo elegido, nos tengan a oscuras del secreto de los secretos? Zas, van e inician la tradición cabalista, el intento desesperado de los diasporados, de los marginales, para hacerles tururú a los señores, a los dominadores que pretenden saberlo todo.

—Pero con eso logran que los cristianos piensen que son ellos quienes realmente lo saben todo.

—Y alguien comete un error garrafal. Confunde Ismael con Israel.

—De modo que Barruel, los Protocolos y el holocausto sólo se deben a una confusión de consonantes.

—Seis millones de judíos asesinados por un error de Pico della Mirandola.

—O quizá haya sido por otra causa. El pueblo elegido había asumido la tarea de interpretar el Libro. Difundió esa obsesión. Y como los otros no encontraron nada en el Libro, decidieron vengarse. La gente teme a quien les pone ante la Ley. ¿Pero los Asesinos? ¿Por qué no aparecen antes?

—¡Pero Belbo! Piense cómo queda aquella zona después de la batalla de Lepanto. Sin embargo, su von Sebottendorff se da cuenta de que hay que buscar algo entre los derviches turcos, pero Alamut ya no existe y Dios sabe dónde ha ido a ocultarse su gente. Esperan. Y ahora ha llegado el momento esperado, amparados en el irredentismo islámico salen a la luz del sol. Cuando introdujimos a Hitler en el Plan encontramos una buena razón para la segunda guerra mundial. Al introducir ahora a los Asesinos de Alamut estamos explicando todo cuanto sucede desde hace muchos años entre el Mediterráneo y el golfo Pérsico. Y aquí es donde podemos situar al Tres, Templi Resurgentes Equites Synarchici. Es una sociedad que se propone restablecer finalmente los contactos con las caballerías espirituales de una y otra fe.

—O que agudiza los conflictos para paralizarlo todo y pescar en río revuelto. Está claro. Nuestra labor de zurcido de la historia ha concluido. ¿Y si en el momento supremo el Péndulo revelara que el Umbilicus Mundi está en Alamut?

—Tampoco hay que exagerar. Yo dejaría este último punto en suspenso.

—Como el Péndulo.

—Si le parece. No podemos poner todo lo que se nos ocurre.

—Claro, claro. El rigor ante todo.

Aquella noche sólo me sentía orgulloso por haber construido una bella historia. Era un esteta, que usa la carne y la sangre del mundo para producir belleza. Belbo ya se había convertido en un adepto. Como todos, no por iluminación, sino faute de mieux.