… una piedra, una hoja, una puerta ignota; de una hoja, una piedra, una puerta. Y de todos los rostros olvidados. Desnudos y solos caemos en el exilio. En su vientre oscuro no reconocemos el rostro de nuestra madre; desde la prisión de su carne hemos cruzado a la prisión atroz e inexplicable de esta tierra. ¿Quién de nosotros ha conocido a su hermano? ¿Quién de nosotros ha mirado en el corazón de su padre? ¿Quién de nosotros no ha permanecido por siempre encerrado en su prisión? ¿Quién de nosotros no es por siempre jamás un extraño? … Oh, perdido, y por el viento abatido, fantasma, regresas. THOMAS WOLFE, El ángel que nos mira |