Una vía de escape

Sentada ante la consola de la computadora, Kelly quedó paralizada por el miedo. Vio cómo Thorne se lanzaba contra la puerta y la cerraba ante el raptor. El animal, sorprendido, retrocedió. La puerta le atrapó una pata al cerrarse. Thorne se apoyó contra la puerta. Al otro lado el animal gruñía y embestía.

—¡Ayúdame! —gritó Thorne a Levine, que se levantó de un salto y corrió a la puerta.

—¡Te lo decía! —recordó Levine.

En cuestión de segundos la tienda estuvo rodeada de raptores, que se abalanzaban contra las ventanas y las paredes de madera, derribando las estanterías. En varios puntos la madera empezó a astillarse.

Levine miró a Kelly.

—¡Encuentra una manera de salir de aquí!

Kelly permaneció inmóvil. Se había olvidado de la computadora.

—Vamos, Kel —dijo Arby—. Concéntrate.

Kelly miró de nuevo la pantalla sin saber qué hacer. Seleccionó la cruz situada en la mitad superior izquierda. No pasó nada. Seleccionó el círculo contiguo y de pronto la pantalla se llenó de iconos.

—No te preocupes, debe de haber un menú de ayuda —dijo Arby—. Sólo necesitamos saber…

Pero Kelly no lo escuchaba. Se limitaba a seleccionar un icono tras otro con la esperanza de que ocurriese algo.

De repente la pantalla entera empezó a girar y distorsionarse.

—¿Qué hiciste? —preguntó Arby, alarmado.

Kelly sudaba copiosamente.

—No lo sé contestó, apartando las manos del teclado.

—Lo has complicado más —acusó Arby.

—¡Deprisa, chicos! —rogó Levine.

—Lo estamos intentando —dijo Kelly.

La pantalla seguía contrayéndose y los iconos cambiaban sin cesar.

—Está convirtiéndose en un cubo advirtió Arby.

Thorne arrastró la heladera de puertas de vidrio hasta la puerta.

—¿Dónde están los rifles? —preguntó Levine.

—Sarah tiene tres en el Explorer —respondió Thorne.

—Magnífico.

Los barrotes de las ventanas estaban cada vez más arqueados y en la pared de la derecha empezaba a aparecer una ancha rajadura.

En la pantalla Kelly vio un cubo en rotación. Era incapaz de pararlo.

—¡Vamos, Kel! —dijo Arby . Puedes hacerlo. Concéntrate. Vamos.

Todos gritaban. Kelly contempló el cubo de la pantalla con sensación de impotencia. Ya no sabía qué hacer. Dejó que su mente vagara. Ideas sueltas acudieron a su mente.

El cable de la computadora bajo la mesa. Las conexiones físicas de la red. Muchos gráficos.

La conversación con Sarah en el tráiler.

—Vamos, Kel —insistió Arby—. Tienes que hacerlo. Encuentra una salida.

En el tráiler Sarah había dicho: «La mayoría de las veces lo que la gente te diga será falso».

Kelly siguió pensando en el cable de la computadora, y de pronto cayó en la cuenta. Se agachó bajo la mesa.

—Pero, ¿qué haces? —gritó Arby.

Kelly tenía ya la solución. El cable de la computadora penetraba en el suelo a través de un nítido orificio. Vio una ranura en la madera. Metió las puntas de los dedos y levantó el panel. Miró abajo. Oscuridad.

Sí.

Había sitio para esconderse. No, más aún. Había un túnel.

—¡Por aquí! —gritó.

La heladera cayó al suelo y entraron los raptores, pero ellos ya habían desaparecido.