Malas noticias

El Explorer llegó a lo alto del monte, y en la bifurcación Thorne tomó por el camino de la cresta. El camino, cortado en la pared de roca del acantilado, transcurría sinuosamente. En muchos puntos la pendiente era escarpada, pero disfrutaban de excepcionales vistas de toda la isla. Finalmente llegaron a un recodo desde donde se divisaba el valle. A la izquierda vieron la plataforma de observación y, más cerca, el claro donde se hallaban los tráilers. A la derecha estaban el laboratorio y la zona residencial.

—No veo a Dodgson por ninguna parte —dijo Malcolm con consternación—. ¿Dónde se habrá metido?

Thorne encendió la radio.

—¿Arby?

—Sí, Doc.

—¿Los ves?

—No, pero… —titubeó.

—¿Qué?

—¿No podrían volver ya? Es algo asombroso.

—¿De qué hablas? —preguntó Thorne.

—Es Eddie —dijo Arby—. Acaba de volver. Y se trajo la cría. Malcolm se inclinó en el asiento.

—¿Que hizo qué?