Vigésimo segundo descubrimiento:

«Truco para no enfadarse jamás»

Busca tu punto de no retorno.

Radiólogo con orejas pequeñas y cejas enormes que nos hipnotizaba con su tono de voz y sus historias.

Creo que no hay nada que odie más que enfadarme; gritar, maldecir, no poder controlar ese momento.

En el hospital a veces maldecíamos nuestro destino, a veces nos enfadábamos con él. Un médico (un radiólogo que a veces nos contaba chistes cuando salía de guardia) nos enseñó a controlar nuestros enfados, a ser capaces de conocer nuestros límites.

Nos habló del «punto de no retorno». Ese punto en el que, una vez lo hemos traspasado, no podemos dejar de enfadarnos. Existe, es tangible, es material; podemos sentirlo y por lo tanto podemos controlarlo.

Nuestro amigo radiólogo nos hacía coger una hoja de papel y escribir qué notábamos antes de llegar a ese punto, los grados de enfado. ¿Cómo son? ¿Qué notas cuando sientes que no puedes controlar tu rabia y tu ira?

Era una lista de tres o cuatro puntos parecidos a los siguientes:

1. Noto que me está molestando lo que dice la otra persona.

2. Comienzo a notar que mi enfado crece.

3. He comenzado a chillar, noto que mi rabia se está apoderando de mí. Comienzo a perder el control.

4. Llego al punto de no retorno.

Si tardas cuatro puntos en llegar a ese momento notarás que justo antes de llegar, justo antes de perder el control y enfadarte, existe la posibilidad de parar. Notarás que justo antes quizá mueves mucho las manos o tu voz tiembla o dices tacos. Ésos son los efectos que debes controlar.

¿Cómo? Pues al principio pidiéndole a tu pareja, a tu amigo o a un amarillo que te diga una palabra clave cuando vea alguno de estos síntomas. Que diga: «pistacho» o «Estados Unidos». Lo que sea, para que tú te des cuentas de que estás llegando a ese momento. Al principio uno no nota sus puntos de no retorno, va tan acelerado, tan a tope, que la línea entre uno y otro estado es casi invisible.

Cuando te hayan dicho un par de veces la palabra clave notarás que empiezas a ser capaz de divisarla. Ése es el momento justo en el que debes apagar tu rabia, bajar un escalón, ya que si no llegas a ese punto serás capaz de controlarte. Todo se puede desconectar si no llegas a ese punto.

En el hospital comencé a practicarlo; mi palabra clave era «tumor». Siempre me ha gustado darle un valor más positivo a esa palabra. Poco a poco dejé de enfadarme; funcionaba y yo flipaba.

Cuando te vas haciendo mayor tus puntos de no retorno cambian de lugar. El paso de los años, las experiencias, hacen que nos enfademos menos y que nuestros puntos de no retorno estén más lejos. Así que es importante buscarlos; cada año hay que detectarlos, encontrarlos y detenerlos.

Es bueno enfadarse a veces, pero no es bueno llegar al punto de no retorno.