Las vidas de los escritores deben ser medidas por intervalos de trabajo. Cada vez que acaban un libro se enfrentan a la misma pregunta, una y otra vez. ¿Cuál debe ser mi próxima trama?
Recuerdo pensar que el conflicto más dramático que puedo imaginar era la constante lucha entre la profesión de médico y la muerte.
Una de las máximas de la escritura es que uno debe escribir sobre aquello que conoce. Durante años trabajé el campo de la medicina desde los periódicos. Ya había escrito El comité de la muerte, una novela sobre médicos actuales. Para ampliar mis conocimientos sobre la materia y documentarme para la novela asistí a varias conferencias sobre mortalidad en dos hospitales de Boston y trabajé como voluntario en un quirófano.
Pero en esta ocasión debía investigar sobre un período anterior. Me fascinaba el hecho de que en la Edad Media las únicas escuelas de medicina con prestigio fueran las de los países islámicos. Aprendí que justo antes de las Cruzadas, el deterioro en las relaciones cristiano-musulmanas fueron un obstáculo para los estudiantes de medicina cristianos que querían asistir a las escuelas de medicina islámicas.
Los judíos, sin embargo, sí eran aceptados.
Entonces fue cuando me pregunté qué pasaría si un diligente estudiante cristiano del oeste viajara a Oriente Medio, haciéndose pasar por judío, para adquirir los mejores conocimientos en medicina del momento.
Si se quiere conocer la respuesta, sumérjase en las páginas de este libro.
Noah Gordon