Fue hacia un armario y del estante más alto retiró una botella rectangular cuyo contenido vertió en un tazón de oro verdoso muy bien trabajado. Poniéndolo delante del León Cobarde —que lo olió como si no le agradara— le dijo:

—Bebe.

—¿Qué es?

—Verás —fue la respuesta—, si lo tuvieras en tu interior sería valor. Naturalmente, ya sabes que el valor está siempre dentro de uno, de modo que a esto no se le puede llamar realmente coraje hasta que lo hayas bebido. Por lo tanto te aconsejo que lo bebas lo antes posible.

Sin vacilar un momento más, el León bebió hasta vaciar el contenido del tazón.

—¿Cómo te sientes ahora? —preguntó Oz.

—Lleno de coraje —repuso el León, y regresó muy contento al lado de sus amigos para hacerles partícipes de su gran alegría.

Una vez solo, Oz sonrió al pensar en el éxito que acompañó a su tentativa de dar al Leñador, al Espantapájaros y al León exactamente lo que cada uno creía desear.

—¿Cómo puedo evitar ser un farsante cuando toda esta gente me hace creer cosas que todos saben que son imposibles? —dijo—. Fue fácil satisfacer los deseos del Espantapájaros, el León y el Leñador, porque ellos imaginan que soy omnipotente. Pero se necesitará algo más que imaginación para llevar a Dorothy de regreso a Kansas, y estoy bien seguro que no sé cómo puede hacerse.