En casa de As parecía que iba a celebrarse una fiesta, pero nada más lejos de la realidad. Los miembros del consejo de los vanirios, las sacerdotisas, y los hombres de confianza de As estaban reunidos en el jardín, y lo último que querían era festejar nada. El objetivo de la reunión era saber qué pasaba con Strike y Lillian, y qué pintaba Julius en todo aquel embrollo.
Liam y Nora no encajaban en ese ambiente así que las tres ancianas, Tea, Dyra y Amaya, les acogieron y se los llevaron a jugar dentro de la casa.
En cuanto María vio a Ruth corrió a abrazarla. En sus ojos azabaches se reflejaba la más absoluta preocupación.
—Te perdono —se adelantó Ruth tranquilizándola.
—As me lo ha contado todo. La propia Nerthus te inició —confirmó asombrada—. Eres muy importante. ¿Te das cuenta?
—Os pusisteis en contacto conmigo en el Tótem, ¿verdad? ¿Podéis hablar mentalmente con las personas? ¿Por eso yo también puedo?
María se encogió de hombros.
—No es fácil. Somos un canal muy bueno de comunicación para los telépatas, pero si nosotras queremos ser las emisoras del mensaje no podemos hacerlo solas. Por eso nos unimos, cuatro antenas son más potentes que una. Sin embargo, tú eres una constante y tienes esa facultad muy bien desarrollada, Ruth, eres muy fuerte mentalmente.
Ruth levantó una ceja orgullosa y miró a Adam de reojo. Éste evitó sonreír pero le tembló la comisura izquierda del labio. María los miró a ambos.
—¿Cómo lo lleváis? —les preguntó mortificada mirando el pañuelo negro de Adam.
—Fantásticamente bien —contestó Ruth con una sonrisa—. Adam me hace mucho caso. —Le guiñó un ojo.
Ruth intentaba quitarle hierro al tema slavery y María se sintió muy orgullosa de su benevolencia. Esperaba sinceramente que Adam también agradeciera la actitud de la chica.
Los allí presentes se saludaron uno a uno. Aileen, Caleb, Beatha y Gwyn, Inis e Ione… estaban todos ahí. Ruth abrazó con fuerza a Daanna y observó que los ojos verdes de su amiga habían perdido algo de brillo.
—¿Qué te pasa? —le preguntó mirando a los alrededores. Buscaba a Menw, la sombra de Daanna, y no lo encontraba por ningún lado—. ¿Dónde está tu guardaespaldas?
Daanna se envaró y cuando estaba dispuesta a dar una respuesta airada, apareció Cahal con su altura y su belleza exótica y desenfadada. Rubio, de cejas perfectas, un hoyuelo en la barbilla prominente, los pómulos altos y los ojos azules muy claros, era el hombre más asombroso que había visto nunca, y además, sacaba pecho orgullosa porque era su amigo. No sabía por qué ambos se habían caído en gracia. Siempre que se veían Cahal no paraba de coquetear con ella y bromear constantemente. Esta vez estaba más serio y no dejaba de repasar con la mirada a Adam. Y era un mirada de amigo-no-te-pases-ni-un-pelo. Después de comprobar que Ruth estaba bien, le sonrió y la levantó por las axilas para luego darle un beso sonoro y enorme en los labios.
—¿Cómo está mi chica favorita? —preguntó abrazándola.
Adam gruñó para sus adentros. ¿Pero qué pasaba que todos los tíos la tocaban así?
—Hola, bombón —lo saludó ella cariñosamente.
—¿Me has echado de menos?
—Cada día —asintió Ruth rotunda.
Cahal se sintió orgulloso de aquella respuesta. Era arrogante y presumido, un ligón empedernido, pero valoraba muchísimo que una chica como Ruth lo quisiera y respetara como amigo. Tenía en alta estima su amistad. Miró a Adam de nuevo y lo atravesó con la mirada.
—Measte fuera de tiesto, chucho.
—Oye, Cahal —Noah se encaró con el vanirio—. ¿A quién buscas las cosquillas?
—Chúpamela —contestó Adam dando un paso hacia el vanirio con los ojos amarillos y desafiantes.
Ruth le cortó el paso a Adam y Noah detuvo al vanirio.
—No —le rogó Ruth—. Por favor.
Adam la miró con rabia y se detuvo al instante.
—Me detengo por ella —le advirtió Cahal con los colmillos desarrollados—. Por ella, chucho.
—¡Cahal! —Caleb cogió a Cahal del brazo y lo apartó de allí—. No venimos a pelear. Céntrate.
Cahal perdonó la vida a Adam con la mirada y éste se llevó la mano al paquete y le envió un beso. Ruth nunca había visto a Adam perder la compostura de esa manera.
—Cálmate —le ordenó Ruth mirándolo angustiada.
—¿Por qué te abrazas con todos? —le gruñó. No quería golpear a Cahal por insultarlo, quería hacerlo por besar a Ruth en la boca y abrazarla tan íntimamente.
Ruth se quedó de piedra. No le gustaba cómo la juzgaba por actuar así con sus amigos.
As se acercó para poner paz. Tomó a Ruth de la barbilla y saludó a Adam cogiéndole del antebrazo.
—¿Habéis averiguado algo? ¿Julius ha abierto la boca? —preguntó Adam.
—Nada. No podemos sacarle la flecha de la garganta, pero tampoco habla con nadie. El otro berserker que no conozco tiene una flecha clavada en el cráneo y creo que le atraviesa el cerebro. Está babeando y además bizquea. No creo que podamos sacarle ninguna información. Tienes una puntería mortal, Cazadora.
Ruth sonrió agradecida por el cumplido.
—Sólo hablará con ella —aclaró María—. Sólo contigo, Ruth, la energía de las flechas responde a ti. Pero nosotros te acompañaremos.
—Entonces, vamos —dio un paso al frente y siguió a As y a María, con Adam siguiendo sus pasos.
Bajo aquella impresionante mansión victoriana, más grande incluso que la de Aileen, As tenía una auténtica mazmorra acorazada. Allí, encadenados a la pared, estaban los dos berserkers que habían sobrevivido de la emboscada fallida del Tótem, Julius y el otro que se había quedado parapléjico.
Julius estaba empapado en sudor, con los pantalones desgarrados y el torso al descubierto, seguía bajo el influjo de la energía de las flechas iridiscentes de Ruth. Tenía la mirada completamente ida y enloquecida. Cuando apareció Ruth y la miró, se puso de rodillas y le rogó con los ojos llenos de lágrimas:
—Cazadora, libérame, te lo suplico. No… no lo soporto. No soporto lo que soy, lo que he sido… ¡libérame, maldita sea! —De repente se levantó para atacarla. Adam lo agarró por el pelo y le dio un cabezazo con todas sus fuerzas. Cayó de espaldas, en una posición un tanto incómoda, ya que sus manos estaban encadenadas a la pared y no pudo detener el impacto. Se relamió los labios y palpó la sangre que manaba del corte que le había producido Adam en el tabique nasal. Rio como un hombre poseído.
Ruth dio un paso atrás, asustada ante ese comportamiento. De alguna manera sentía la oscuridad que manaba de su alma y no le gustaba. Era repulsivo, y su maldad la golpeaba en el estómago hasta llegarle a producir náuseas.
—¿Estás bien? —Adam se acercó a ella y le levantó la barbilla para comprobar el estado emocional de Ruth. Ésta asintió incómoda y lo apartó ligeramente para avanzar hasta el traidor.
—Pregúntale, Ruth. ¿Qué tiene que ver con Strike? ¿Qué planean?
Ruth se enfrentó a Julius.
—Estás para que te coman, Ruth —sonrió Julius con lascivia.
—Escúchame —le ordenó con serenidad. Al momento tenía toda su atención—. ¿Quién está tras la emboscada que hicisteis en casa de Adam?
—Strike y Lillian.
Adam apretó la mandíbula. Ya lo sabía, pero oírlo en labios del que había sido su compañero de batallas le afectó.
—¿Qué pretendían yendo a casa de Adam?
—Matar al noaiti —contestó Julius con gesto evidente.
—¿Por qué?
Julius sonrió y negó con la cabeza.
—Porque se acerca otro tiempo. Otro tiempo en el que nosotros recibiremos lo que nos pertenece. Pero para ello debemos anular el don de profecía de Adam y recibir el de Strike. Él nos llevará al nuevo amanecer.
Al nuevo amanecer… Ruth ya había oído eso. Sus padres, fervientes evangelistas, decían que el nuevo amanecer llegaría un día a la tierra y se llevaría toda la maldad con su luz. ¿Es que la locura llegaba por igual a seres ancestrales y humanos?
—Así que Strike quiere mi legado —Adam hizo crujir los nudillos. Quería golpear algo.
—¿Qué hace Strike con las almas? ¿Cómo las controla? —preguntó Ruth recordando las palabras de Sonja—. Sonja dijo que las almas de luz no pueden regresar al caldero, y sin embargo las almas de la oscuridad siguen aquí. ¿Cómo las confunde? ¿Cómo las encarcela?
—Con algo que tú no utilizarás jamás —miró a Adam con desprecio—. Magia. Con magia seidr[24]. Loki le enseña, Loki está en contacto con todos nosotros.
—Strike se ha convertido en brujo oscuro —As y Adam se miraron entendiéndolo.
—¿Qué es el seidr? —Ruth necesitaba entender de qué estaban hablando.
—Es magia, un tipo de magia que sólo es utilizada por las diosas vanirias —explicó Adam—. Es muy poderosa, y si la ejecutan las manos equivocadas puede ser muy destructiva, se convierte en magia negra. Freyja enseñó el seidr a Odín y éste lo utilizó alguna vez para adivinar el futuro. Loki lo acusó de marica ante todos los dioses por utilizar una magia que era destinada sólo a las mujeres, pero lo hizo por rabia y despecho pues deseaba ese conocimiento para él. Una vez, Loki, que tenía la entrada prohibida en el Asgard, apareció ante Freyja con la imagen de Odín y recibió de ella las lecciones sobre el seidr. Es un transformista, un mentiroso y un traidor. Ahora, Strike es su Seidmadr[25]. Su marioneta. A través de él moverá todos los hilos. Hechizará, adivinará y jugará con los muertos a su antojo.
—¿Qué es eso, el Seidmadr? —susurró Ruth.
—El chamán negro. Mi… antagonista.
—No hables así de mi señor. —Julius intentó arrancarse las cadenas de las muñecas pero no podía—. Es más hombre y más digno de su poder que tú del tuyo. Y él al menos no nos ha dado la espalda. ¿Cuántas veces has visto a Odín? ¿Y a Thor? ¿Y a Tyr? ¿Cuántas? —le espetó desdeñoso—. Ni una, ¿verdad? Nos han dejado aquí, abandonados en una lucha estúpida. ¿Quién quiere salvar a los humanos si entre ellos se están destruyendo? ¿Cómo podemos vivir sublevados prácticamente por ellos? Esta vez ha salido mal la jugada pero no sabéis la que os espera… —rezó esperanzado.
—¿Qué va a pasar? —Ruth se frotó los brazos.
—Vendrán del Jotunheim[26] y acabarán con todos —sentenció Julius.
—¿Dónde están Strike y Lillian?
—No lo sé. Yo sólo recibo sus órdenes a través de los sueños. No los he visto todavía.
Adam palideció. As se apretó el puente de la nariz, y María, que hasta ahora no se había pronunciado, pues escuchaba atentamente cada palabra del berserker, hizo negaciones con la cabeza.
—Así que Strike contacta astralmente con los miembros del clan… —susurró preocupada.
—Se está creando un ejército —asintió Julius con solemnidad—. Uno grande. El mal llega al Asgard… —canturreó—. Se acaba el tiempo. Tres, dos, uno y… ¡boom! —exclamó divertido.
—¿Limbo está involucrado en la rebelión? —preguntó Ruth leyéndole la mente involuntariamente a Adam.
—¿Limbo? —levantó las cejas con incredulidad—. Limbo no tiene ni puta idea de lo que pasa a su alrededor. Déjalo con sus antigüedades y sus tonterías de maricón, suficiente tiene con eso.
Adam se quedó algo más tranquilo al comprobar que Limbo estaba limpio.
Ruth ya había oído demasiado. Era la Cazadora, Julius un traidor e iba a demostrarle quién mandaba ahí. Se acercó a él, se acuclilló y agarró la flecha que atravesaba la garganta del berserker. Éste empezó a temblar presa de miles de convulsiones.
—Dices que Strike utiliza el seidr. Que os envió a matar a Adam. Pues muy buen adivino o brujo no podía ser si no vio que la jugada os iba a salir mal. Ahora me vas a escuchar a mí. Ya he oído muchas estupideces y tu estado es peor que el de Jack Nicholson en El resplandor. Esa película me da grima así que acabemos con esto pronto.
Adam abrió la boca como un pez al ver el brío y la seguridad con la que Ruth controlaba la situación. Iba a babear ahí mismo, delante de As y María. La Cazadora era de armas tomar.
—¿Las órdenes eran sólo matar a Adam? También veníais a por los pequeños. Liam y Nora. ¿Por qué?
—No sé por qué —gritó Julius lleno de dolores—. Lo juro, Cazadora. No sé por qué quieren a los niños, pero la noche no salió cómo esperábamos. Apareciste tú, y contigo no contaba nadie. Suéltame, ¡joder! —Puso los ojos en blanco cuando Ruth presionó más fuerte la flecha—. ¿De dónde coño has salido? No… no pensamos en la Cazadora. Strike no te vio —gruñó y se removió como una serpiente—. Por tu culpa no he cumplido con lo que me mandaron y ahora habrá represalias —se quejó—. Te llevaste a los niños contigo y eso nos retrasó. Tampoco contábamos con Noah, pero por lo visto ahí estaba también. El seidr le había dicho a Strike que iba a estar Adam solo con los niños, no contaba con vosotros.
Claro que estaba, pensaba Adam. Noah se encargaba de proteger a Ruth de él mismo.
—La orden era matar a Adam y apresar a los pequeños. A uno lo utilizaríamos, el otro debía ser sacrificado. Pero tú, putita, ¡lo has jodido todo!
Adam se abalanzó sobre Julius y lo arrancó de las cadenas con toda la rabia del mundo. As corrió a liberarlo, todavía no habían acabado con el interrogatorio, no podían matarlo aún.
—Escúchame, noaiti —le susurró al oído intentando llamar su atención, calmando la furia berserker—. Deja que nos cuente lo que falta y luego podrás acabar con él.
Adam tenía los ojos completamente amarillos, había crecido en altura y en anchura, los incisivos se le habían alargado y el pelo le había crecido hasta los hombros. Había sido una transformación frenética y explosiva. Ruth cayó al suelo por el impulso asesino de Adam. Impresionada, veía cómo lo estaba estrangulando con las propias cadenas. Oía unos extraños chasquidos y sintió que se mareaba un poco cuando entendió que era la tráquea de Julius la que se partía poco a poco. Los pies del agredido temblaban espasmódicamente.
—¡Adam! —gritaba As. Era imposible desengancharlo de su amarre—. ¡Ruth, ayúdame!
Ruth reaccionó, se levantó y tomó a Adam de la cara. El rostro de ese hombre transformado era desafiante y todo un espectáculo.
—Suéltale —le habló con suavidad. Entendía perfectamente cuál era el sentimiento y la necesidad de protección hacia sus sobrinos. Le acarició la cara levemente y Adam prestó atención—. Ahora.
Adam mantuvo la cadena tres segundos más, pero cuando obedecía a Ruth casi hipnotizado por aquella repentina comprensión que veía en sus ojos, el collar le prodigó una descarga que lo dejó barrido por completo.
Alarmada, fue a socorrerlo. Su berserker estaba sufriendo y no sabía cómo ayudarlo. Corrían hilitos de sangre por debajo del pañuelo y manchaba su garganta y la camiseta púrpura que llevaba.
—Ahora no, Ruth —As la levantó y la puso delante de Julius—. Rápido, ¿cómo encontramos a Strike?
Ruth se lo preguntó a un Julius que hacía esfuerzos por respirar.
—No lo sé. Ya te lo he dicho. Él viene en sueños. Nos… nos busca en sueños. Loki lo acompaña.
De repente, la boca de Julius desapareció de su cara y todos los orificios de su rostro se taparon como por arte de magia. El otro berserker de piel oscura, que no decía nada, fue víctima de la misma reacción. Los ojos de Julius transmitían pánico y rogaban ayuda.
—¿Qué coño…? —As se apartó perturbado y alejó a María y a Ruth de él. Adam se levantó para acabar con la faena y acabar de rematar a Julius, pero cuando vio el percal se quedó de piedra.
—Magia negra. Seidr —dijo Adam asombrado. Olió a carne quemada pero allí no había ninguna barbacoa, y como un flash, una imagen se materializó en su mente. Era el rostro de Ruth y María con quemaduras profundas y aparatosas—. ¡Cubre a María! —le gritó a As.
Sin tiempo para reaccionar, Ruth se vio en el suelo cubierta por el enorme cuerpo de Adam. La había sumergido por completo en su piel, y le sostenía la cabeza sobre su pecho. Podía oler la menta que desprendía su aroma y el latir acelerado del corazón del berserker. Estaba tan bien… no oyó la explosión de la carne, no vio cómo los cuerpos reventaron naturalmente, ni tampoco la autocombustión de los pedazos esparcidos. Sólo olió la carne chamuscada. Únicamente sintió que aquellos brazos la rodeaban y la apretaban como si fuera valiosa para él.
—¿Qué…? —susurró aturdida—. ¿Qué ha pasado?
Adam se incorporó lo suficiente como para comprobar que a Ruth no le había rozado uno de esos desechos. Revisó su cara, en busca de una reacción desagradable, de un gesto que denotara repulsión hacia él. No estaba orgulloso de cómo se había comportado, de su pérdida de control. Sin embargo, no vio nada, ningún reproche por parte de ella. Sólo… agradecimiento.
—¿Cómo sabías que iba a pasar eso? —As se había levantado y mantenía a María abrazada, muy pegada a su cuerpo—. Joder, la explosión podría haberlas desfigurado —se cercioró de que María estaba bien y volvió a abrazarla.
—Lo presentí —explicó él—. Yo sólo… lo presentí —repitió aturdido. Una premonición instantánea. Hacía siete años que no tenía una. Siete malditos años. Y ahora, con Ruth a su lado, lo había sacudido una de las buenas. La última que había tenido era la de la muerte de Sonja, segundos antes de que le atravesaran el corazón con un puñal. Segundos insuficientes para salvarla.
—Vayamos afuera. —Adam se levantó y se llevó a Ruth con él. Le peinó el pelo con los dedos, expulsó el polvo invisible de la camiseta y de los pantalones tan cortos que llevaba. Y en cada roce nada impersonal, se aseguraba de que no tuviera ni un rasguño. Algo muy raro había sentido al ver a Ruth herida de ese modo, pero no pensaría en eso. La cogió de la mano y la arrastró con él.
Ruth perdió la noción de lo que había a su alrededor. Los trozos de carne seguían ardiendo en el suelo, olía a barbacoa y a churrasco, todo a la vez y bien mezclado, pero ella sólo podía centrarse en el calor que desprendía la mano de Adam y en cómo sepultaba a la suya.
Una vez en el jardín, bajo la luz de las antorchas que rodeaban el lugar donde los dos clanes estaban reunidos, As y Adam habían contado lo sucedido dentro.
Ruth estaba un poco aturdida todavía. Los cuerpos habían explotado, literalmente, y luego habían ardido como si fueran propiedad de los infiernos.
Aileen y Daanna se habían sentado alrededor de Ruth, dándole calor y protegiéndola de todo aquello que estaba viviendo. Pero ella ya no necesitaba nada de eso. Ella sólo quería que Adam volviera a agarrarla de la mano. Lo que vivía no la asustaba, ni siquiera le daba miedo. Sin embargo, lo que realmente la aterraba era lo que empezaba a sentir por ese hombre. Y cuanto más tiempo pasaba con él, más claro lo tenía.
—¿No hay ningún modo de evitar que Loki y Strike intercedan astralmente con los miembros de los clanes? —preguntó Daanna.
—No importa cómo contacten con los demás —opinó Cahal apoyándose en un árbol y cruzándose de piernas—. El problema es que Loki sabe con quién puede contactar, a quién puede tentar y convencer. Y lo hará de un modo o de otro. Lo más importante ahora es averiguar dónde están sus marionetas escondidas.
—Podrían estar en cualquier lugar —expresó Daanna.
—Intentaré encontrarles —dijo Adam—. Loki necesita a un ejecutor para el seidr, y mientras tenga a Strike podrá hacer y deshacer a sus anchas. Está controlando a las almas a través de él.
—¿No puede hacerlo él solo? —preguntó Ruth.
—Loki no está encarnado físicamente. Es una entidad mental. No se puede tocar y muy pocas veces lo han podido ver —le explicó As—. Nuestra lucha no sólo es contra aquéllos que se han revelado, ni contra los humanos que están de su parte, sino que también es contra una entidad invisible, pero sin lugar a dudas, real.
—Están preparando el Ragnarök —sentenció Noah muy tenso. Sus ojos amarillos echaban rayos—. Montan sus filas. —Miró a Caleb y a As—. Si ya tenemos suficiente con los vivos, ¿cómo vamos a enfrentar a un montón de almas negativas? ¿Cómo se arregla esto?
—Peleando —Caleb se cruzó de brazos. Para él era así de sencillo. Uno no podía rendirse por muy negro que se presentara el futuro—. Nos guste o no, hemos venido aquí a proteger, y eso haremos.
—Un momento —Ruth se levantó y se colocó al lado de Adam—. Tu hermana me dijo que pudo escapar de las garras de Loki, que a ella no pudieron capturarla. Si ella pudo, debe de haber un modo de escapar, de evitarlo. Las están engañando y hay que averiguar cómo.
—Contacta con Sonja, Ruth —As le puso las manos sobre los hombros—. Habla con ella y averigua lo que sucede. Tú eres la Cazadora.
Se sintió el centro de atención. Todos la miraban esperando una respuesta afirmativa que ella no iba a negar.
—Lo haré —se giró hacia Adam—. Pero no aquí. En tu casa, Adam.
Adam inspiró profundamente, y al exhalar, algo dentro de él se rompió. Era gratitud y respeto por aquella chica. Porque le estaba dando la oportunidad de tener intimidad con su hermana, de tener un reencuentro privado y familiar, no a la exposición de todos, y para alguien como él, tan reservado, tan poco dado a expresar sus emociones, el detalle de Ruth era grandioso. Y ella lo sabía. No iba a permitir que Adam se sintiera avergonzado ante todos por sacar a relucir sus sentimientos.
—Entonces, vamos. —La cogió de la mano y no tiró de ella, esperó a que Ruth caminara con él.
«Sí —pensó ella ilusionada—, vamos a casa».
En el Hummer, Liam y Nora hacían todo tipo de preguntas a su tío y a Ruth. Adam se sorprendía de la facilidad con la que Ruth contestaba a las cuestiones más enrevesadas, y lo mejor era que no les mentía. Les decía siempre la verdad.
—¿Vamos a ver a mamá de verdad? —Nora se levantó y rodeó con los brazos el cuello de Ruth en un abrazo un poco extraño, porque el asiento del copiloto estaba interponiéndose entre ellas.
—Sí, la vais a ver. Haré lo que esté en mis manos para ello.
—¿Podré hablar con ella? —Liam tenía los ojos negros tan abiertos que se le iban a salir de la cara—. ¿Podré tocarla?
—No creo que podáis tocarla —dijo Adam—. Mamá ahora es como un fantasma, ¿lo entendéis? No es de carne y hueso como nosotros.
—¿Y por qué sigue aquí? La gente cuando se muere se va al Asgard. —Nora quería entender lo que le pasaba a su madre.
Ruth y Adam se miraron.
—A veces no pueden irse tan rápido porque se les ha olvidado algo aquí —explicó la Cazadora.
—¿A nosotros? —susurró Nora con los ojos llenos de lágrimas—. ¿Se ha olvidado de nosotros?
Adam tragó saliva. Por Odín, si iba a haber un encuentro, sería muy duro para todos, y tenían que prepararse.
Dejaron el coche en el aparcamiento y los cuatro se adentraron en el bosque. Ruth buscaba el lugar perfecto para invocar a Sonja. Quería un claro en el que los rayos de la luna cayeran libremente, y lo encontró enseguida. La propiedad de Adam estaba rodeada por un bosquecito sacado de historias de hadas y duendes y estaba plagado de rincones llenos de encanto y misticismo.
—¿Estás segura, Ruth? —preguntó él un tanto impresionado por la cara solemne de la chica.
—Se lo he prometido esta mañana a Liam y a Nora, y no podemos retrasarlo más —contestó ella en voz baja. Lo estudió y lo vio nervioso—. ¿Estás… seguro tú?
Adam dio un respingo, uno que enseguida disimuló asintiendo con fingida frialdad.
—Bien —sonrió comprensiva. Estaba hecho un flan y era tan tierno que quería abrazarlo y decirle que todo iba a salir bien.
Ruth se colocó bajo el rayo de la luna, cerró los ojos y alzó la cara al cielo. Levantó los brazos y gritó:
—Oh, espíritus del más allá, venid a mí… pero que no venga ni uno feo, o si no del susto yo me meo —abrió un ojo y les sacó la lengua—. Estoy bromeando.
Liam y Nora se petaban de la risa, pero Adam la miraba enfadado. No era seria para nada.
—Es la primera vez que hago esto —se excusó ella intentando hacerle sonreír—. No sé cómo va a salir. Dame un poco de cancha, Adam —se secó las manos húmedas en el pantalón y resopló.
Al ver que el berserker seguía imperturbable, lo dejó por imposible. Relajó los hombros y cerró los ojos de nuevo.
—Sonja, ven a mí —susurró dulcemente.
Las copas de los árboles se mecieron bailando al son de una melodía invisible. El pelo de Ruth se movió azotado por un aire dulce y lleno de cariño. Ruth sonrió y supo que Sonja ya estaba ahí. El rayo de la luna bañaba su cuerpo y se sentía acariciada y querida por aquella energía extraña que rodeaba el claro en el que estaban. Adam sintió cómo le pateaban el estómago al ver a Ruth como una ninfa del bosque. Su cuerpo brillaba y transmitía una luz etérea y especial. Como si fuera un faro. ¿Por qué no había podido verla antes? Era inconfundible.
—Brilla… —susurró Nora embobada acercándose a ella a menos de medio metro.
Ruth sintió que alguien le ponía una mano ligeramente eléctrica y liviana en la espalda.
—Sonja. —Se giró y vio el rostro de la hermana de Adam.
—Hola, Ruth. —Sonja no la miraba. Sólo tenía ojos para la niña pequeña que tenía en frente—. No me puede ver —notó apenada—. Pensé que… Pensé…
—¿Hablas con mami? —preguntó Nora.
Ruth supo lo que tenía que hacer.
—Espera —la tranquilizó Ruth.
Adam miraba la escena entre el pánico y la estupefacción. ¿De verdad iba a ver a Sonja?
—Dame la mano, cariño —le dijo Ruth a Nora.
La pequeña la tomó sin dudarlo un minuto y miró inmediatamente donde miraba Ruth, a aquel punto invisible a su derecha. Allí… no había nada. No… ¡Un momento! Nora abrió la boca al comprobar que la silueta del cuerpo de una mujer empezaba a formarse como bruma, como humo invisible que se arremolinaba haciendo formas caprichosas, hasta que Sonja apareció en él completamente visible a los ojos de la pequeña.
—¿Mamá? —exclamó Nora con la voz llena de lágrimas.
Sonja se arrodilló ante su hija y se echó a llorar. Nora dio un paso y alargó la mano hasta tocarle la cara. La estaba tocando. Sus dedos tocaban piel. La mujer se quedó de piedra al sentir el roce cariñoso de su hija en su mejilla. Un mejilla que había sido inmaterial, etérea y transparente desde hacía siete años. Y ahora su hija la acariciaba con tanto amor que pensaba que iba a ir al Asgard directamente.
Nora soltó un sollozo y abrazó a su madre como siempre había soñado, rodeándole el cuello con un brazo, ya que el otro estaba ocupado manteniendo el contacto con la Cazadora. El calor, el amor incondicional, el vínculo más fuerte del mundo, fue expresado en ese abrazo desesperado. Un abrazo lleno de holas y adioses, lleno de te quieros y lo sientos.
—Por Odín… Nora, mi niña. Nora…
Liam que miraba la escena alucinado, se soltó de la mano de Adam y primero, algo inseguro, arrastró los pies hacia su madre, pero luego corrió al grito de mamá como si fuera un grito de guerra.
—¡Liam! —gritó Sonja llorando a lágrima viva. Consiguió tocarle y abrazarle también. Era un sueño. Alzó la mirada hacia Ruth y vio que la joven lloraba emocionada.
—Lo… lo siento… —Ruth se secó las lágrimas con la mano libre—. Es que estoy sintiendo todo lo que sentís vosotros… Es… es tan bonito.
—Gracias. Gracias —repetía una y otra vez Sonja con la voz rota—. Gracias.
Ruth asintió. Era lo que tenía que hacer. Sonja se merecía estar con sus hijos aunque fuera por unos minutos.
—Escuchad —Sonja los apartó y los miró con adoración—. Quiero que sepáis que os quiero con todo mi corazón. Que he visto cómo crecíais y cómo volvíais loco a vuestro tío.
—Pero ahora estás aquí —susurró Liam con churretones en la cara—. No tienes por qué irte.
—No puedo quedarme, cariño —contestó Sonja sintiendo cómo el corazón que había dejado de latir unos años atrás todavía le dolía—. Debo encontrar a vuestro padre. Éste ya no es mi sitio.
—¿Papá? —Liam miró a todos lados buscándolo.
—No, cariño. Él no está aquí. Por eso tengo que encontrarlo, debemos irnos juntos, ¿entiendes?
—¿Por qué? —Le tembló la barbilla—. ¿Por qué no os quedáis?
—Porque no nos toca estar aquí. Ruth me ha dado la oportunidad de tocaros, de veros, de hablar con vosotros, pero mi lugar está arriba, si los dioses quieren.
Liam y Nora agacharon la mirada y hundieron los hombros. Lo entendían pero eso no quería decir que estuvieran de acuerdo.
—Sois unos niños fantásticos y estoy orgullosa de que seáis hijos míos. Y recordad esto, aunque no pueda estar físicamente con vosotros, siempre estaré aquí —puso las manos en el pecho de los pequeños, sobre sus corazones diminutos que corrían acelerados llenos de una vida que ella ya no tenía y que le habían robado—. Ahí siempre os acompañaré.
Los niños volvieron a abrazarla. Y ella se empapó de la energía y del incondicional cariño de sus hijos. Finalmente, y gracias a la Cazadora, se había sentido madre de verdad. Pero no podía abusar de aquel regalo desinteresado que le ofrecía Ruth, no abusarían de ella.
—Necesito hablar con tío Adam, no tenemos mucho tiempo. —Sonja miró a Ruth preocupada. La energía que utilizaban para tocarse la sacaban de ella, del manantial interno de la Cazadora.
—No te preocupes por mí —dijo Ruth con la voz renqueante—. Estoy bien.
No lo estaba. Empezaba a cansarse y sentía el cuerpo flácido. Pero Adam necesitaba hablar con su hermana y ella iba a darle ese regalo.
—Adam, ven aquí. —Ruth alargó la otra mano hacia él, indicándole que se acercara.
No iba a salir de allí de una pieza y eso era algo que Adam ya sabía cuando dio el primer paso hacia la estampa que hacían sus sobrinos, Sonja arrodillada, y Ruth ahí de pie, manteniendo la mano de Nora en la suya.
Se colocó ante su hermana, y ésta se levantó mientras lo miraba a los ojos con tanta emoción que iba a salir volando. Liam y Nora observaron a su tío y se apartaron de su madre, a regañadientes. Al momento, se agarraron a las piernas de Ruth. Si seguían manteniendo el contacto con la Cazadora, ellos podrían verla todavía. Ruth lo tocó con su mano y él pudo ver al fin a su hermana.
—Mi hermano… Adam —susurró Sonja.
—Son… —cayó de rodillas y tomó la mano de su hermana para llevársela a la cara y dejarla en su mejilla. Iba a llorar como un niño pequeño. ¿Y a quién le importaba? Estaba con su familia. Necesitaba esa liberación—. Joder… mi hermana… —los hombros le temblaron y ocultó los ojos en la mano de Sonja. Lloraba.
Ruth se movió ligeramente y se colocó tras él. Le puso las manos sobre los hombros e intentó darle apoyo y calor.
—Lo siento, Sonja. Lo siento tanto…
—Chist… No fue culpa tuya, bror[27]. Deja de culparte, por favor. Llevo sintiendo tu dolor estos siete años atrás y me está rompiendo el alma, y ahora es lo único que tengo —dijo haciendo una broma.
—Si hubiera llegado antes…
—Hubiera muerto igual, mi corazón ya no latía.
—La premonición me llegó tarde, Sonja… —le apretó la mano con más fuerza y se secó las lágrimas como pudo. El pelo que ahora tenía más largo cubrió su rostro lleno de dolor.
—Tu don no viene cuando tú quieres, Adam. —Lo miró con adoración—. Acéptalo, bror. Hiciste más de lo que jamás me pude imaginar. Te quedaste con lo mejor de mí —sus ojos negros miraban emocionados a sus hijos—. ¿No son un milagro?
Adam se obligó a tranquilizarse.
—Lo mejor —asintió él—. Pero tú también eras lo mejor de mí. Sonja… ¿qué está haciendo Strike? ¿Intentó cogerte?
—No es Strike quien atrae a las almas. Es nuestra madre, Adam. Strike la ayuda.
—¿Cómo? —preguntó. No llegaba a comprender qué era lo que hacía Lillian ahí. No era sólo su pareja, entonces.
—No lo sé. Es como si fuera un falso faro. Iba hacia ella después de morir. Iba directa. —Miraba un punto fijo en el horizonte—. Madre llevaba puesta una túnica negra y sostenía una vara metálica con una bola rojiza de cristal en la parte superior. La bola se iluminaba y lanzaba destellos dorados, y las almas íbamos hacia allí, creyendo que era la vuelta a casa. Se queda con las almas buenas y se las lleva a algún lugar, no sé a dónde, Adam. Vi cómo se llevaba a Akon, le engañaba y le hacía pasar a través de una especie de puerta dimensional. Iba delante de mí, yo le grité que no fuera, pero no me oyó. Cuando me tocaba a mí hacer la transición, Lillian me sonrió diabólicamente. Me esperaba. Me indicó que me acercara y miró a mi alrededor. «¿Dónde están? —me preguntó—. ¿Y tus hijos?». La muy zorra sabía que yo había muerto y esperaba a las almas de Liam y Nora. Sabía que estaba embarazada, Adam, lo sabía y creía que mis gemelos también habían muerto.
»Alargó el brazo para zarandearme, pero algo se lo impidió. Había como una barrera invisible que no la dejaba avanzar. Lillian se extrañó y vino hacia mí con el rostro lleno de rabia, quería atacarme. “¿Dónde están?”, gritaba como una mujer desesperada. Intentó arañarme, intentó agarrarme, pero no podía. Entonces sentí que me picaba la parte baja de la espalda —Adam y Ruth escuchaban con atención todo lo que decía su hermana—. Tú me protegiste, Adam. La runa.
—El tatuaje —entendió él. Su hermana tenía la runa Eohl tatuada sobre el sacro. La runa simbolizaba una mano levantada en señal de protección y defensa del mal. Otros lo veían como las garras de un halcón y eso relacionaba a la runa con dioses y planos superiores. Fue un regalo suyo, ocho años atrás, antes de quedarse embarazada de Liam y Nora. Él mismo se lo hizo, para que estuviera protegida de todo mal.
—Me tatuaste la runa porque era una protección contra la oscuridad, me protegiste entonces, Adam, sin ser consciente de lo vital que iba a ser eso para mí.
Adam no podía estar más confuso de lo que estaba.
—La runa me alejó de la magia negra de Lillian y no me deja acercarme a ella. Por eso tampoco sé lo que están haciendo ni lo que traman. Es un repelente de la energía negativa. Pero vi lo suficiente como para saber que ella se está haciendo pasar por una falsa Cazadora, y no sé cómo lo hace. Lo que Lillian no sabe —ya no la llamaba madre—. Es que Ruth está aquí ahora. Y su luz es cegadora.
Ruth sonrió. Así que era deslumbrante…
Todo tenía una razón, pensó Adam. Incluso el detalle más sencillo e insignificante tenía su efecto en el tiempo.
—¿Sabes que en la emboscada de ayer venían a por mí y a por los niños? —preguntó Adam.
Sonja miró a los pequeños con tristeza pero también con esperanza, porque ella iba a estar con ellos el tiempo que pudiera estarlo.
—Sí, lo sé. Sé que los niños no pueden estar en mejores manos. Sé que mi muerte no fue fruto de una batalla justa. Fue un asesinato, Adam. Estaba embarazada de ellos, a punto de parir —murmuró por lo bajo—. Mis hijos son importantes para ellos y no sé por qué —contestó frustrada—, pero sé que lo averiguaréis y se hará justicia. No dejes que se los lleven, Adam.
—Jamás.
Adam notó cómo las manos cálidas de Ruth empezaban a enfriarse y dejaban de apoyarse en él. Estaba perdiendo fuerzas.
—Ruth… —susurró preocupado—. Aguanta un minuto —le dijo dulcemente.
Ruth estaba pálida y él se sintió mezquino por pedirle un sobreesfuerzo como aquél.
—Dejaré entrar al espíritu e intentaré invocar la posición de Strike —aseguró Adam—. Lo intentaré. ¿Algún consejo?
—Lleva al Eohl contigo. Y que los pequeños también lo lleven. Hazles un sello a cada uno, y a Ruth también. Ella lo necesitará más que nadie. Yo volveré en cuanto pueda. Ahora debes dejar descansar a la Cazadora. Tiene trabajo.
Ruth miró a su alrededor, cuando sintió un cosquilleo en la nuca. ¿Cómo que tenía trabajo? Pues sí que tenía trabajo. En el claro había unas veinte almas mirándola deslumbrados como si ella fuera un ángel, esperando a que ella les diera la señal, el billete de vuelta a casa.
—Dios mío… —murmuró Ruth.
—Deja de tocar a mi hermano, Cazadora, o te desmayarás. —Adam se levantó inmediatamente y sonrió a Sonja avergonzado—. Yo estaré con vosotros, justo aquí. Os ayudaré en lo que pueda. Además, necesito a Akon. Tenemos que regresar juntos, él es mi pareja —se estaba desvaneciendo—. Nuestras almas están anudadas. Por cierto, Adam, no sigas las lecciones de papá. Era un hombre atormentado y sus últimos años estaban llenos de oscuridad. Tienes que eliminar de ti todo aquello que intentó inculcarnos. No era objetivo. Recuerda quién eres, eres el noaiti, el Señor de los animales de nuestro clan —miró a Ruth, le guiñó un ojo, les mandó un beso a sus hijos y desapareció.
Liam y Nora sorbieron por sus naricitas. Estaban cogidos de la mano. Adam los abrazó con fuerza y ellos se apoyaron en él.
—No se ha ido —murmuró Nora contra su hombro, asegurándose de que su madre volvería de nuevo—. Ha dicho que estará por aquí.
Adam asintió y se levantó con ellos en brazos. Se giró para mirar a Ruth, que no sabía qué hacer con todas aquellas almas que la rodeaban.
—Cazadora —el tono de Adam era diferente, lleno de reverencia y respeto, y eso hizo que saliera de su asombro y se centrara en él—. Llévalos a casa.
Ruth tragó saliva y asintió. El señor de los animales era Adam. La Cazadora siempre llevaba con él a su señor, eso le había dicho Nerthus. Adam y ella tenían más que un vínculo. Estaban predestinados. ¿Lo sabría él?
—¿Eres el Señor de los animales? ¿Tú? —preguntó temblorosa.
—El noaiti es conocido en el clan con ese título —asintió—. No por nada en especial, es un segundo nombre. Mueve ficha, Cazadora. Lleva a toda esta gente a casa —y sus ojos negros brillaron con admiración y destellos de ternura.
Adam se alejó para darle espacio, y las almas de hombres, mujeres y niños, fueron hacia ella. Ruth sintió la necesidad de aquellas entidades y dejó la revelación de Adam en la sección mental «revisar más tarde». Miró a las almas una a una. Sabían que estaban muertos, que lo único que querían era paz. En algunos ojos había desesperación, en otros tormento y en muchos otros había pena por dejar a seres queridos atrás. Sin embargo, algo los unía a todos. No luchaban contra lo que iba a pasarles. Se iban, lo aceptaban, y simplemente, se dejaban llevar.
Ruth se secó las lágrimas y cerró los ojos cuando un remolino de luz se abrió a sus espaldas, y el portal de vuelta a casa se iluminó. Las almas fueron hacia ella.
Strike odiaba perder. No soportaba la sensación de fracaso y era justamente lo que sentía en ese momento. Durante más de tres horas había practicado el cántico seidr. Ataviado con un manto azul sobre el cuerpo y una mezcla de piel de cordero negra y piel de gato blanco en la cabeza, los mantras que repetía no le decían nada sobre aquella mujer que había echado por tierra su plan. Lo peor era la energía que había necesitado para aniquilar a Julius y Kröm antes de que aquella joven les sacara más información. El seidr tenía tanta fuerza que consumía la energía de sus músculos y sus huesos y lo dejaba debilitado, y las flechas de la Cazadora untadas con la energía de la Diosa eran tan potentes que necesitó toda su energía para manipular a los berserkers. Y ahora estaba sencillamente agotado.
Lillian, sentada en frente de él, no estaba menos preocupada. Las almas de luz no venían a ella. Llevaba un moño rubio en lo alto de la cabeza, y la piel pálida y brillante le daba el aspecto de una muñeca de porcelana.
—El espíritu de la Cazadora se ha reencarnado —murmuró Lillian tamborileando con sus uñas rojas y largas sobre el brazo de madera del sillón en el que estaba sentada.
Strike abrió los ojos y salió del trance.
El piso de diseño en el que estaban tenía todas las comodidades que ahora necesitaban. Nadie se imaginaba dónde se hallaban y sabía que en caso de contraatacar jugaban con el elemento sorpresa.
—La he visto a través de los ojos de Julius. —Strike se levantó inquieto y dio vueltas alrededor de Lillian con aspecto meditabundo—. Es joven.
—Inexperta.
—Sí. Pero ya nos ha fastidiado el primer plan, la profecía no se ha cumplido, y según Loki se nos está acabando el tiempo. Necesitamos a los niños —sonrió incrédulo—. Yo que creía que Odín y las nornas no participaban en esta guerra y ahora resulta que han añadido una variante que ha alterado nuestro destino.
—No sólo el nuestro. —Lillian se cruzó de piernas y apoyó la cabeza en el respaldo del inmenso sillón orejero—. Es la Cazadora, mi opuesta.
—Lo sé querida, tú también estás en serio peligro —sonrió sin ápice de ternura.
—¿Y tú no? —levantó las cejas rubias y finas—. ¿Sabes lo que supone que el noaiti, el Señor de los animales, haya encontrado a la Cazadora? Es una simbiosis perfecta. Si llegan a encajar de alguna manera, nos podemos dar por muertos.
—Entonces tendremos que acelerar el proceso —contestó Strike yendo al mini bar del salón. Se sirvió un whisky para él y otro para ella—. Loki nos encomendó la misión de secuestrar a los mocosos y acabar con tu hijito. La Cazadora es una sorpresa, pero acabaremos con ella también. Sólo necesitamos aprovechar la oportunidad perfecta. Hace mes y medio, Samael y Mikhail fracasaron en su intento de secuestrar a todos los niños de los clanes de la Black Country, pero Loki sólo quiere a los gemelos… Newscientists tiene suficientes críos con los que investigar, pero nosotros sabemos lo importantes que son tus nietecitos. No podemos volver a fallar. Y no podemos permitir que Adam y esa chica se conecten, o lo van a joder todo de nuevo. Para que el Ragnarök llegue necesitamos aniquilar algunas variantes que puedan hacer la ecuación diferente. Hay que matarlos, querida. La Cazadora y el chamán tienen que desaparecer, y así los pequeños quedarán desprotegidos. Debemos invocar la oportunidad perfecta.
Se acercó al sillón y le ofreció la copa a Lillian. Ella la aceptó y sonrió.
—¿En qué piensas, bruja? —La miró por encima de su copa—. No te veo nada preocupada.
Cuando los ojos negros de Lillian reflejaban tanta oscuridad era porque su cerebro maquinaba algo.
—Sé cómo conseguir que llegue esa oportunidad perfecta. —Bebió un sorbo de whisky—. Si Odín y las nornas creen que con sus sorpresitas van a pararnos los pies, es que están locos. Haré un par de llamadas.