Capítulo 23

Khani se despertó en una cama metálica. Con un foco de luz en la cara y una cámara de video grabándole. El vampiro entrecerró los ojos y se aclaró la garganta. No podía mover ni los brazos ni las piernas. Un Jeep y una Tesla lo rodeaban como si él fuera una estrella que necesitaba atención.

Al lado derecho de su cara, apoyado sobre la mesa metálica, había un bolígrafo con una especie de luz que emitía un brillo rojo. Era curioso porque no podía comunicarse con nadie mentalmente ni leer a ninguna de las personas que ahí se encontraban.

—Bueno, bueno… —Murmuró Gabriel inclinándose sobre Khani—. Te estarás preguntando: ¿Dónde estoy?

—¿Dónde estoy? —Preguntó aturdido.

—Estás en Batavia —contestó solícito—. Seguro que también estás pensando por qué no puedes utilizar tus dones mentales, ¿verdad?

Khani entrecerró los ojos y sonrío a Gabriel.

—Me has drogado, hijo de perra: Puedo sentir la droga en mi sangre. Pero ¿sabes qué? No pienso hablar. No me vas a sacar ni una…

Gabriel le clavó un puñal rociado de ácido en el muslo y Khani gritó, pero Miya le tapó la boca para que no se oyera nada. Estaban al aire libre, cerca del Fermilab. De hecho, desde donde estaban, tenía una vista fantástica del laboratorio nacional.

Isamu y Jamie se habían quedado con Ren en el Budget Inn de Batavia. Isamu intentaba mantener la sed de sangre de Ren bajo anestesia.

Los berserkers de Milwaukee se habían reunido con ellos y Jamie estaban informándoles sobre todo lo que sucedía y agradeciendo su colaboración. Jamie se había destapado como un increíble relaciones públicas con un don de gente maravilloso.

Gabriel no podía estar más feliz por él. La vida de su tío había dado un giro brutal y necesitaba amoldarse lo más rápido posible y sentirse útil para los clanes y, sobre todo, para Isamu.

—Verás, Khani —Gabriel removió el puñal entre sus músculos y un chorro sangre negra salió disparado de su pierna—. No me importa cuánto tiempo vaya a estar contigo. Vas a hablar —juró, clavando sus ojos oscurecidos en su cara—. Necesito que me contestes algunas dudas que tengo.

—Que te follen. No puedes matarme, necesitas saber que va a pasar. Si seguimos aquí todavía es porque Mjölnir no ha hecho nada con los anillos del acelerador, ¿verdad?

Gabriel le ignoró y siguió con su tortura.

—El Fermilab ha sido eficazmente manipulado por un grupo de berserkers de Milwaukee —explicó Miya con voz asesina.

—Los vanirios de Estados Unidos no tiene relación con los berserkers —escupió Khani—. Nosotros nos aseguramos de eso.

—Ahora sí. —El samurái se encogió de hombros—. Las cosas cambian.

Khani frunció el ceño momentáneamente.

—No importa. Llegaréis tarde, no podéis detener algo que está planeado desde…

Gabriel clavó otro puñal en el otro muslo de Khani, y éste se sacudió presa del dolor.

—Tengo toda la noche —prometió el Engel.

—¡Tienes una mierda! —Gritó Khani con los ojos sanguinolentos.

—¿Quieres ver cómo una mujer te hace llorar como una nena? —preguntó Gabriel trabajando meticulosamente en su otra pierna.

Gúnnr, qué estaba con Aiko y Bryn, se acercó a ellos porque quería saber qué tipo de contestación daba. La valkyria se abrazó la cintura y se sitúo al lado de Gabriel. El Engel la miró a su vez con una aceptación y una adoración absoluta.

Khani la miró y sonrió.

—Hola, zorrita.

El rostro de la valkyria era inescrutable. Gúnnr colocó la mano abierta a dos palmos del paquete de Khani y le lanzó una descarga eléctrica, que lo levantó de la camilla y le hizo llorar como un niño.

—Mi valkyria —dijo Gabriel—, asegura que eres un cobarde y que no soportas el dolor, te ha analizado. —Soltó una sonrisa llena de orgullo—. Y coincido plenamente con ella. Eres un líder, Khani. En realidad, te has ganado el respeto de los demás porque pareces violento y agresivo, implacable. Pero lo único que yo percibo en esa actitud es el miedo de un vampiro demasiado emocional.

—Los vampiros no tenemos emociones.

—Cuando hay un ego tan grande como el tuyo, sigue habiendo una emoción subyacente. Y ésa es la que voy a reducir.

Gabriel, Gúnnr y Miya procedieron con el cuerpo de Khani durante una hora. Le producían el suficiente dolor como para volverlo loco, pero no para dejarlo inconsciente.

—Seguro que nunca te has sentido tan vivo como ahora. Es lo que hace el dolor. Aviva nuestros sentidos y nos recuerda que estamos vivos. Un no-muerto como tú debes agradecer este regalo.

Khani ni siquiera podía hablar. Estaba derrotado.

Cuando Gabriel creyó que era suficiente, que el vampiro estaba vencido, Aiko le insertó pentotal sódico en la sangre, un suero que obligaba a decir la verdad.

Se alejaron de Khani, se sentaron sobre los capos de los coches y empezaron a torpedearle a preguntas.

Aiko sostenía una cámara de video con la que iba a grabar toda la información que diera el vampiro.

—Muy bien, Khani. Hagamos esto rápido —Gabriel se frotó las palmas e hizo sitio para que Gúnnr se sentara bien cerca de él—. Quiero que sepas que hemos destrozado tu sede. Ya no queda nada de Newscientists aquí. Todo y todos los que trabajaban ahí adentro han volado por los aires. Y ahora vamos a lo que realmente importa. Cuando mi equipo perseguía a los dos tráilers por la carretera que va desde Winfield a Geneva, dos helicópteros militares de transporte se colocaron sobre ellos y capturaron las dos cargas que llevaban. En un contenedor iban rehenes que habíais estado torturando. Róta estaba entre ellos. En el otro estaba Mjölnir. ¿También están la lanza y la espada? ¿En qué contenedor?

—No… deben ir juntas. Pero si habéis malogrado la misión, había órdenes expresas de que dejaran los dos objetos en el contenedor de los rehenes.

—¿Adónde os lleváis a los rehenes?

Khani se relamió los labios secos y llenos de su propia sangre. Movía la cabeza de un lado al otro, como si quisiera huir del interrogatorio y sus posibles respuestas, pero eso no iba a suceder.

—Llevan a los rehenes a… a los Balcanes.

A Miya se le abrieron los orificios de la nariz y apretó la mandíbula sus ojos rajados eran dos rendijas plateadas.

—¿Por qué a los Balcanes?

—Porque la sede principal Newscientists se encuentra justo allí. Es… allí donde llevan a todas las especies. Desde humanos con dones a seres como nosotros…

—¿Los llevan directamente? —Preguntó Miya ansiosamente.

—No… —Negó con la cabeza—. ¿Te interesa alguien de los que hay en ese contenedor?

—¡No me jodas, Khani y respóndeme!

—Eres patético… —Escupió el vampiro—. Se… se detienen en Escocia.

—¿Qué hay en Escocia? —Gabriel tenía un puzzle ante sí, pero no sabía unir las piezas para que cuadrasen su lienzo.

—Allí están Seiya y Cameron. Pararán para dejar a la putita con Seiya. Ya que… —miró a Miya con soslayo—, la valkyria es suya.

Miya se levantó del Jeep, decidido a arrancarle el corazón al maldito nosferatum. Pero Gabriel y una pálida Bryn lo detuvieron.

—Cálmate. Hay que llegar al final de todo esto, Miya. —Perfecto, es ahí donde Gabriel quería ir a parar. Los rehenes hacían una parada en Escocia—. ¿Dónde se detienen?

—No… lo sé. Seiya tiene un laboratorio ahí y está en contacto permanentemente con Lucius. Pero no sé dónde lo tienen ubicado.

—Lucius…

—Sí. Él y Hummus venían hoy a ver el espectáculo. Es más, ellos dos están trabajando especialmente en ubicar todas las posibles puertas de entrada de Loki a vuestro mundo.

Así que después de los intentos frustrados de matar a Daanna, Hummus venía a dar un golpe de efecto en América.

—¿Qué es Diablo? —Preguntó Gabriel—. Hummus dijo que primero debíais ir a Batavia, y luego a Diablo.

Khani sonrío y miró el cielo estrellado.

—¿Has conocido a nuestro señor? —Escupió—. Diablo… Está en Fflorida —la droga hacía su efecto y le relajaba—. Primero queríamos utilizar el acelerador de partículas para abrir la primera brecha en este continente.

Un agujero lo suficientemente grande para empezar a engullir esta parte de vuestro planeta. En Batavia debíamos empezar a crear el caos. Habríamos puesto en marcha el acelerador y con Mjölnir en las manos ¡bum! Mjölnir no es solo un martillo. Abre puertas cuando impacta en los lugares adecuados. Pero eres un incordio, puto rubito. Tú y los tuyos nos habéis estado tocando las narices continuamente.

—¿Por qué no lo hicisteis inmediatamente desde que llegasteis a Chicago? —Preguntó Gúnnr—. ¿Por qué habéis esperado tanto?

Mjölnir te debilita, te consume y te quema la piel. No se puede tocar sin que te mate. Solo Thor puede tocarlo, solo un dios como él puede hacerlo sin que le hiera. No puedes estar en contacto a menos que estés protegido, y ha costado encontrar el modo de contrarrestar su energía: Y aun así, sigue sin ser suficiente.

—Un momento —Gabriel levantó la mano para detener sus palabras—. En las imágenes que hemos visto de Hummus él estaba quemado. ¿Por qué?

—Hummus cargó con Mjölnir —Khani arrancó a reír de nuevo—. Fue él quien entró al Asgard. Nos costó muchísimo para abrir el portal para conseguirlo. Pero, aun siendo más fuerte y poderoso que los demás, acabó mal y necesitaba recuperarse. Por eso nos dejó aquí las directrices para poder manipularlo, y obligó a nuestros científicos para que pudieran crear una caja de contención.

—Y él se fue a Inglaterra a por la Elegida.

—Exacto —murmuró Khani con aprobación—. Se fue a por esa vaniria que es igual de molesta que tú. Siempre en medio. No eres tan tonto ni tan inofensivo como pareces.

—Es tu principal error, Khani. Subestimas a tu enemigo. Y ahora contesta a mi pregunta. ¿Qué hay en Florida? Florida es muy grande… ¿Qué tiene que ver Diablo con Florida?

—Florida es el paraíso… Hay uno de los principales vórtices de la Tierra.

—¿Dónde?

—En sus costas. ¿Y sabes que hay también? La central nuclear de Diablo Canyon —se estaba debilitando debido a la pérdida de sangre.

A Gabriel se le puso la piel de gallina.

—¿Lleváis a Mjölnir ahí?

—Sí. Después de abrir el primer portal en Batavia, debíamos transportar a Mjölnir a Florida y allí crear el segundo estallido. Me imagino que si los helicópteros militares cargaron los contenedores de los tráilers, ahora deben de dirigirse hasta allí. ¿Qué crees que va a pasar cuando el martillo toque la Tierra en un punto tan delicado? Una reacción en cadena… ¡Bum!… ¡Bum!… ¡Bum! ¡Muertos! Mjölnir abre puertas dependiendo de la naturaleza de quien lo amarre. Si un jotun lo sostiene e impacta en el Midgard, hará que el Jotunheim entre en él. Y con los nuestros entrando a vuestro mundo a mansalva sería el fin. Odín jamás podrá ganarnos. Cuando la lanza toque la Tierra en el lugar adecuado, se desencadenará el Ragnarök. Y con la espada de Frey, venceremos.

—¿Y quién se supone que va a manipular el martillo? —Gabriel empezaba a atar cabos.

—Los devoradores que Hummus se trajo con él, ya que él solo piensa tocarlo para amárralo una única vez y golpear la Tierra. Un solo golpe. Pero los devoradores están dispuestos a sacrificarse por la causa. Los vampiros no duran nada con él en sus manos y se queman casi al instante. Los devoradores son más resistentes. Ellos ayudarán.

—Matamos a muchos devoradores —replicó Bryn.

—No a los suficientes, rubita. Newscientists está especializándose en la clonación. Y además, sabe cómo reproducir cuerpos.

—¿Cómo los reproducen? —Preguntó Aiko con interés.

—Los etones y los purs se reproducen mediante esporas. Las esporas nacen en el Jotunheim. Pero Hummus… Hummus fue lo suficientemente listo como para adquirirlas y meterlas en los tubos de ensayo. Newscientists tiene esas esporas y están haciendo lo que quieren con ellas. Sí, Gabriel, esos humanitos que protegéis tanto son peores, mucho peores que nosotros.

—No todos —contestó el Engel. Debía creer eso, debía convencerse de esa verdad, o no encontraría razones suficientes como para luchar por los humanos. De repente entendió lo que Caleb, Adam y Menw habían sentido al respecto, y era una sensación descorazonada.

—Si es lo que quieres seguir creyendo… Tú mismo. Solo tú te puedes engañar.

—Cada vez quedan menos sedes —aseguró Gabriel con una sonrisa, inclinándose hacia él, con el rostro envuelto en luces y sombras debido a los focos de los dos coches que lo alumbraban—. Y te aseguro que con la información que nos estás dando, haremos lo posible por volar las que quedan todavía en pie.

—Sí… Seguro que haréis lo posible… Pero se os acaba el tiempo y…

Aiko observó a Khani.

—Se queda sin fuerzas, Engel.

Quedaba una última pregunta. La más intrigante para él.

—¿Por qué Hummus sabía que Gúnnr podía detectar a Mjölnir? Él lo sabía. ¿Por qué?

Khani cerró los ojos negó con la cabeza.

—¿Acaso no conoces a los que luchan contigo, General?

Gabriel golpeó la camilla con fuerza.

—¡Contéstame!

Khani dejó caer la cabeza hacia un lado de Gúnnr. La miró con interés.

—Porque los semidioses se pueden captar entre ellos, ¿no lo sabías? Los semidioses de verdad —aclaró—. Y la niña… La niña desprende la misma energía que Mjölnir. Hummus nos lo dijo. Hummus la captó. Y si ella tiene esa misma energía en su interior, puede reconocer y recibir la misma señal de parte de Mjölnir. El Kybalión dice: «Eres atraído y atraes la misma energía que desprendes. Es la ley de la atracción».

Gúnnr abrió la boca y se apartó de la camilla compungida y tiesa como un palo.

Gabriel miró a Gúnnr, esperando que ella le aclarara las cosas. ¿Qué quería decir con eso?

Bryn clavó sus ojos azules en su nonne, y Miya y Aiko hicieron lo mismo.

Gúnnr tragó saliva y negó con la cabeza.

—No sabe lo que dices…

—¿No le has hablado de ello a tus amigos? ¿O acaso sería verdad que no lo sabías, guapita?

Gúnnr abrió y cerró las manos húmedas y frías. Khani estaba tomándole el pelo.

—¡Cállate! —Gritó Gúnnr.

—¿Quién es tu papi? —Preguntó Khani con sorna.

—¡No lo sé! —Exclamó ella limpiándose las lágrimas de un manotazo—. ¡Estás mintiendo!

—¡Tú eres la que miente! —espetó el vampiro.

Gabriel lanzó una mirada llena de ira a la valkyria.

—¿Por qué no me has dicho nada? —le susurró furioso.

—No… No sé de lo qué habla, Gabriel. Lo prometo. No sé de… ¡Tienes que creerme!

—¡¿Cómo?! ¡Ni si quiera sé quién eres! Nunca me hablaste de ti… —Murmuró disgustado y sorprendido por la revelación—. ¡¿De quién eres hija, Gúnnr?!

Gúnnr se echó a llorar. Estaba asustada y no comprendía lo que estaba diciendo. Ella era distinta. Nunca había tenido dones hasta hacía unos días… ¿Y Khani decía que era hija de un dios o de una diosa? Se habían vuelto todos locos.

—¡¡¡Te he dicho que no lo sé!!! —Gúnnr arrancó a correr y se alejó de los coches mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas.

—No es difícil hacer cábalas —murmuró Khani con una sonrisa de ido por completo—. Si la chica… —Tragó saliva mezclada con sangre y lo intentó de nuevo—. Si la chica es la única valkyria que puede sentir a Mjölnir, y Mjölnir es el tótem por antonomasia de Thor… ¿Quién es el padre de tu puta?

Gabriel gritó con toda sus fuerzas. Sus ojos se volvieron negros. Sus espadas salieron disparadas de sus esclavas y bajó brazos a la vez para cortarle el cuello a Khani.

Bryn corrió tras Gúnnr, pero el Engel la señaló con sus espadas llenas de sangre oscura.

—¡Quieta, Generala! ¡Ella es mía!

—Gabriel —Bryn estaba consternada y lo llamó por primera vez por su nombre—. Gúnnr nunca fue como nosotras… Ella…

—¡Tendrá que explicármelo ella, Bryn! ¡No tú! —Gabriel desprendía una energía fuera de control, furiosa y aterradora—. No estoy de humor para secretos tan trascendentes como ése. Ella debió decírmelo.

—Ella no lo sabía. ¡Por Odín, nadie lo sabía! —exclamó igual de furiosa que él.

—Uno siempre sabe quién son sus padres. De un modo o de otro lo acaba sabiendo —Gabriel destrozó una de las patas de la camilla metálica con la espada, y el cuerpo decapitado de Khani cayó al suelo y empezó a desintegrarse—. La sangre llama a la sangre —él lo sabía mejor que nadie—. ¡Tuvo una eternidad en el Valhall para descubrirlo!

Bryn miró al suelo y se mordió la lengua. Gabriel no entendía la situación de Gúnnr. Nunca la había entendido. Deseaba que su amiga saliera airosa de la discusión que se avecinaba.

Gabriel se serenó para dirigirse a Aiko.

—Envía el video a Isamu y Jamie. Que manden toda la grabación a As y Caleb. Necesito que estén atentos a lo que pueda suceder. Aquí ya no tenemos nada más que hacer —intentó pensar en el siguiente paso—. Intentaremos controlar la ubicación exacta del martillo al minuto mediante los satélites. Poneos a ello —Gabriel se quedó mirando el camino frondoso y lleno de árboles por el que había desaparecido su esquiva valkyria—. Yo me encargo de ella.