El día de Nochevieja, después de que hayamos acordado comprar cerveza ilimitada para nuestros vecinos, Jake se las ha arreglado para cambiar su asiento con el titular de temporada de la localidad que está delante de la mía y, una vez sentados, mi hermano apoya la escayola sobre su hombro; de este modo puedo estar sentado durante el partido de los Falcons.
A los cinco minutos del primer cuarto, el entrenador jefe, Andy Reid, saca a los participantes y el locutor del partido informa de que Dallas ha perdido ante Detroit, lo que significa que los Pajarracos son campeones de la Conferencia Nacional de Fútbol división Este. Es la quinta vez en los últimos seis años y hace que el partido actual sea irrelevante. Todo el mundo en el Linc vitorea, los cinco dedos de espuma levantados abundan, y es duro quedarse sentado. Con los receptores fuera desde el comienzo, mantengo la esperanza en Hank Baskett, que atrapa alguna pelota en la primera mitad. Scott, Jake y yo celebramos excesivamente cada una de ellas porque llevo puesta la camiseta de Baskett sobre el abrigo y a todos nos gusta animar al debutante.
En el medio tiempo, los Eagles van 17-10, y Scott abandona entonces el partido porque dice que le prometió a su mujer que iría a casa en Nochevieja si los Cowboys perdían y el partido de los Eagles carecía de sentido. Le echo la reprimenda por irse y me sorprendo de que mi hermano no se una a mí. Pero poco después de que Scott se vaya, Jake dice:
—Escucha, Pat. Caitlin quiere que vaya a esa fiesta de Nochevieja con corbata negra en el hotel Rittenhouse. Se enfadó porque venía al partido hoy, y estaba pensando en salir un poco antes para poder darle una sorpresa. Pero no quiero dejarte aquí con la escayola y todo lo demás. Así que, ¿te parece si salimos un poco antes?
Estoy conmocionado y un poco enfadado.
—Quiero ver si Baskett hace su segundo touchdown —digo—. Pero tú puedes irte. Estaré bien aquí con todos los hinchas de verdad, la gente que se queda a ver el partido entero.
No está bien que le diga eso, ya que seguramente Caitlin ya está vestida esperando a que Jake llegue a casa, pero lo cierto es que necesito la ayuda de mi hermano para salir del Linc con las muletas; tengo el presentimiento de que Baskett cogerá mucho el balón en la segunda mitad y sé que, de todas formas, Jake realmente quiere ver el partido; tal vez pueda utilizar a su hermano enfermo mental como buena excusa para perderse la fiesta de Fin de Año de Caitlin; tal vez es lo que Jake realmente quiere y necesita, así que me arriesgo.
—¡Hombre de la cerveza! —grito al tipo de la Coors light que está pasando por nuestra fila.
Cuando se para le digo:
—Solo una cerveza porque este tipo de aquí va a dejar a su hermano lisiado y mentalmente enfermo y va a irse al hotel Rittenhouse para poder beber grandes sorbos de champán con tíos con esmoquin que no son hinchas de los Eagles.
Mi hermano me mira como si le hubiera dado una patada en el estómago, y enseguida saca la cartera.
—Está bien. A la mierda. Que sean dos cervezas —dice Jake, y yo sonrío mientras mi hermano se acomoda en el asiento de Scott y me ayuda a colocar la escayola en el asiento vacío delante del mío.
Durante la segunda mitad, Baskett continúa atrapando los lanzamientos de AJ Feeley, y en el último cuarto mi jugador preferido corre, coge el balón con soltura y corre por la línea lateral 89 yardas para conseguir el segundo touchdown de su joven carrera. Jake me ayuda a levantarme, y luego todo el mundo en nuestro sector levanta sus cinco dedos de espuma y me dan en la espalda porque llevo puesta la camiseta de Baskett que mi hermano me regaló cuando salí del lugar malo.
El comentarista dice que Baskett es el primer jugador de los Eagles en atrapar dos pases de touchdown de más de 80 yardas en la misma temporada, lo cual es todo un logro, incluso si Baskett ha sido un jugador poco relevante este año.
—Y tú querías que nos fuéramos —le digo a Jake.
—¡Vamos, Baskett! —dice, y me da un abrazo con un brazo, hombro con hombro.
Después, los jugadores de reserva de los Eagles ganaron el último partido de la temporada. Los Pajarracos acabaron 10-6, bloqueando así, al menos, uno de los partidos de playoff que se jugaban. Con las muletas salgo del Linc con Jake como defensa, apartando a la multitud y gritando:
—¡Lisiado se acerca! ¡Se acerca lisiado! ¡Apartaos!
No nos encontramos con la banda de Cliff hasta que nos acercamos a la tienda de los hombres gordos y del autobús de la Invasión Asiática. Pero lo hacemos; nuestros amigos nos saludan con cánticos de Baskett porque el número 84 ha hecho una gran carrera.
Teniendo los playoffs para discutir, todos somos reacios a marcharnos, por lo que bebemos cervezas y hablamos sobre el 8-8 de los Giants, contra los que los Eagles jugarán en la primera ronda. Cuando Cliff me pregunta si creo que nuestro equipo ganará a los Giants, le digo a mi terapeuta:
—No solamente ganarán, sino que Hank Baskett anotará otro touchdown.
Cliff asiente, sonríe y dice:
—Antes incluso de que la temporada empezara, tú ya decías: ¡Hank Baskett es el hombre!
Jake se va antes porque él y Caitlin tienen una fiesta de Nochevieja a la que acudir en ese hotel, así que todos nos burlamos de él y lo llamamos calzonazos. Pese a que nos deja por su mujer, le doy un abrazo y le vuelvo a dar las gracias por haberse quedado, haberme dado un pase de temporada, y habérmelo pagado para los pases de playoff también, que son bastante caros. Y sé que Jake me ha perdonado por hacer que se perdiera el segundo juego contra Dallas porque me devuelve el abrazo y me dice:
—Sin problemas, hermano. Te quiero. Siempre. Lo sabes.
Después de que Jake se vaya bebemos cerveza durante otra media hora o así, pero poco a poco muchos de los chicos admiten que también tienen planes para Nochevieja con sus mujeres y yo cojo el autobús de la Invasión Asiática a casa hacia New Jersey.
Los Eagles han ganado los últimos cinco partidos y la NFC Este, así que no hay razón para que Ashwini deje de tocar la bocina de la Invasión Asiática cuando llega a la casa de mis padres, y cuando lo hace, todos los indios borrachos cantan: «¡E! ¡A! ¡G! ¡L! ¡E! ¡S! ¡EAGLES!», lo que hace que mi madre salga a la puerta.
De pie, en el escalón de la entrada, mamá y yo decimos adiós al autobús verde.
El día de Nochevieja cenamos tarde todos juntos como una familia, pero incluso después de que los Eagles hayan ganado otro partido y con las esperanzas para la Super Bowl vivas, mi padre no habla mucho y se dirige al estudio antes de que mamá acabe su comida, probablemente para poder leer novelas históricas.
Mamá me pregunta si quiero salir a la calle y golpear sartenes y cazuelas como hacíamos cuando era un niño. Le digo a mamá que en realidad no quiero golpear sartenes y cazuelas, más que nada porque estoy cansado por haber pasado el día a la intemperie con el frío, de modo que desde el sofá vemos a la gente en Times Square.
2006 se convierte en 2007.
—Este va a ser un buen año para nosotros —dice mamá, y luego fuerza una sonrisa.
Le devuelvo la sonrisa a mamá, no porque crea que va a ser un buen año, sino porque mi padre se ha ido a la cama hace una hora, Nikki nunca volverá, y no hay nada que indique lo más mínimo que 2007 vaya a ser buen año ni para mamá ni para mí, y mamá aún está buscando ese resquicio de esperanza del que me habló hace mucho tiempo. Ella aún se aferra a la esperanza.
—Va a ser un buen año —digo.
Cuando mamá se queda dormida en el sofá, apago el televisior y la observo respirar. Aún es guapa, y verla descansar tan plácidamente hace que me sienta furioso con mi padre. A pesar de que sé que no puede cambiar su forma de ser, me gustaría que, al menos, intentara apreciar más a mamá y pasara algo de tiempo con ella, sobre todo ahora que ya no tiene a los Eagles para ponerlo gruñón, porque esta temporada ya está siendo un éxito sin tener en cuenta lo que ocurra en los playoffs, especialmente después de haber llegado tan lejos sin McNabb. Y aun así sé que mi padre no está por la labor de cambiar porque lo conozco desde hace treinta y cinco años, y siempre ha sido el mismo hombre. Mamá se acurruca acercando las rodillas y los hombros al cuerpo y empieza a temblar, así que me levanto, cojo las muletas y ando hacia el armario. Cojo una manta de la parte inferior del armario, camino con las muletas hacia mamá y la tapo, pero continúa temblando. Vuelvo al armario, veo una manta más gruesa en el estante de arriba, así que la alcanzo y tiro hacia abajo. Me cae en la cabeza justo después de que oiga un pequeño golpe. Miro hacia abajo y veo una cinta de vídeo a mis pies en una funda de plástico que tiene dos campanas en la cubierta.
Camino con las muletas hacia mi madre y la tapo con la manta más gruesa.
Es complicado coger la cinta con la muleta que me impide agacharme; en realidad, tengo que sentarme en el suelo para cogerla. Después de deslizarme hacia el televisor, introduzco la cinta en el reproductor. Miro hacia atrás, me aseguro de que mamá está profundamente dormida, y luego bajo el volumen antes de darle al play.
El vídeo no está completamente rebobinado y la parte que aparece en pantalla es el comienzo de una cena de recepción. Nuestros invitados están sentados en una sala de banquetes del Glenmont Country Club, que es un campo de golf en una pequeña ostentosa ciudad a las afueras de Baltimore. La cámara está centrada en la puerta de la entrada, pero también pueden verse la pista de baile y a la banda. El cantante principal, utilizando un micrófono, dice: «Déjenme que les presente el convite de boda al estilo Philly». En ese momento, la parte de las trompetas de la banda empieza a tocar las primeras notas de «Gonna Fly Now». El guitarrista, el bajista y el batería pronto empiezan a tocar también, y aunque no suena exactamente como el tema principal de Rocky, se parece lo suficiente para que funcione.
—¡Los padres del novio, el señor y la señora Peoples!
Nuestros invitados aplauden educadamente mientras mamá y papá cruzan la pista de baile cogidos del brazo, y por la expresión de dolor en la cara de mi padre, ser anunciados el día de mi boda fue una de las peores experiencias de su vida.
—Los padres de la novia, el señor y la señora Gates.
Los padres de Nikki dan un pequeño salto rutinario al entrar en el salón de banquetes, lo cual hace que parezcan estar un poco borrachos, y en realidad lo estaban. Me río pensando lo divertidos que eran mis suegros cuando bebían. Echo de menos a los padres de Nikki.
—La dama de honor, Elizabeth Richards, y el amigo del novio, Ronnie Brown.
Liz y Ronnie aparecen saludando a nuestros invitados, como si fueran de la realeza o algo así, lo cual resultó raro, y la táctica no hizo sino enmudecer los aplausos. Ronnie parecía joven en el vídeo, y pienso en cómo era cuando aún no era padre; Emily ni siquiera existía cuando se filmó este vídeo.
—¡La dama de honor, Wendy Rumsford, y el padrino, Jake Peoples!
Jake y Wendy caminan por la pista de baile directamente hacia la cámara hasta que sus caras son de tamaño real en el televisor de pantalla plana de mi padre. Wendy no hace más que gritar como si estuviera en un partido de los Eagles o algo así, pero Jake dice: «Te quiero, hermano», y luego besa la lente de la cámara dejando la marca de la mancha con forma de labios. Veo que la mano del cámara emerge y rápidamente limpia la lente con un trozo de tela.
—Y ahora, por primera vez en la historia, ¡déjenme presentarles al señor y a la señora de Pat Peoples!
Todo el mundo se levanta y aplaude a nuestro paso en el salón de banquetes. Nikki está muy guapa con el traje de novia; ella mantiene la cabeza en esa tímida posición, con la barbilla cerca del pecho, y verla ahora me hace llorar porque la echo mucho de menos.
Cuando llegamos a la pista de baile, la banda cambia de marcha, y oigo esas encantadoras flautas que encabezan el canto del vocalista: «La la laaa… la la laa… la la laaa… la laa la laaa».
Algo dentro de mí empieza a derretirse y siento como si estuviera experimentando un dolor de cabeza helado, o como si alguien estuviera agitando mi mente con un pico de hielo. Ya no estoy viendo la televisión, estoy viendo la calle a través del limpiaparabrisas empañado y está lloviendo bastante violentamente. Ni siquiera son las cuatro de la tarde, sino que está oscuro, es medianoche. Estoy enfadado porque se acerca un gran partido y el techo del gimnasio gotea como un colador otra vez, lo que me obliga a cancelar el entrenamiento de baloncesto.
Todo lo que quiero hacer es ducharme y luego ver las cintas de los partidos.
Cuando entro en casa, oigo música: «My Cherie Amour, lovely as a summer day…», y es raro escuchar la voz de Stevie Wonder. Viene del cuarto de baño. «My Cherie Amour, distant as the milky way.» Abro la puerta del cuarto de baño; noto cómo el vapor me lame la piel y me pregunto por qué Nikki está escuchando la canción de nuestra boda en la ducha. «My Cherie Amour, pretty little one that I adore»; el reproductor de música está en el lavabo, pero dos pilas de ropa reposan en el suelo y hay un par de gafas de hombre en la pila, al lado del reproductor. «You’re the only girl my heart beats for, how I wish that you were mine.»
—¡Puta de mierda! —grito mientras corro la cortina de la ducha, destapando demasiada carne enjabonada.
Estoy de pie en la bañera. Mis manos rodean su cuello. Ahora estoy entre los dos; la ducha está empapando la parte de atrás de mi abrigo con chorros calientes, haciendo que me pesen los pantalones, y él está en el aire, con los ojos me suplica, me pide aire para respirar, sus manos intentan que lo suelte pero es un hombrecillo débil. Nikki está gritando; Stevie Wonder está cantando; el amante de Nikki se está poniendo morado. Es tan pequeño que lo puedo aguantar contra las baldosas con una sola mano; ladeo el hombro hacia atrás, aprieto fuerte el puño destrozadientes y alcanzo el objetivo. La nariz le explota como un sobre de ketchup. Se le ponen los ojos en blanco y las manos le caen lejos de las mías. Cuando vuelvo a ladear el puño por segunda vez, la música deja de sonar, y entonces estoy de espaldas en la bañera, el amante de Nikki ha caído fuera de la bañera y Nikki, desnuda, sujeta el reproductor de CD con las manos temblorosas; cuando intento levantarme, me golpea una vez más con el reproductor en la cabeza; me fallan las rodillas y veo el grifo plateado de la ducha elevándose como si fuera una serpiente pequeña y gorda hasta estrellarse en mi frente, y entonces…
… me despierto en un hospital e inmediatamente empiezo a vomitar sobre mí mismo, hasta que llegan las enfermeras y me dicen que mueva la cabeza, y estoy llorando y llamando a Nikki, pero ella no viene. Me duele muchísimo la cabeza. Cuando me toco la frente, noto las vendas pegadas alrededor del cráneo, pero entonces las manos se ven forzadas a bajar a los lados. Las enfermeras están gritando y sujetándolas hacia abajo, y luego también los médicos, y siento un pinchazo en el brazo y…
Cuando parpadeo, veo mi reflejo en la pantalla de televisión. El vídeo se ha acabado. En la pantalla plana de mi padre parezco tener tamaño real; puedo ver a mi madre durmiendo en el sofá. Mientras continúo mirándome, la cicatriz de la frente me empieza a picar, pero realmente no quiero golpearme la frente contra algo duro otra vez.
Me pongo en pie y con las muletas voy hacia la cocina. La agenda de direcciones aún está en el armario de la cocina. Llamo al apartamento de Jake. Mientras marco, miro hacia el microondas y veo que son las 2.54 de la madrugada, pero recuerdo que Jake está en una ostentosa fiesta en un hotel y que no llegará a casa hasta mañana, por lo que decido dejarle un mensaje.
—«Hola, este es el contestador de Jake y Caitlin. Por favor deja tu mensaje después de oír la señal. Bip.»
—Jake, soy tu hermano, Pat. Necesito un favor enorme…