LIV
Leo

Necesitaron varios minutos para asimilar aquello. Luego los otros campistas de Hefesto empezaron a hacer preguntas al mismo tiempo. ¿Quiénes eran los otros cuatro semidioses? ¿Cuánto les llevaría construir el barco? ¿Por qué no podían ir todos a Grecia?

—¡Héroes! —Quirón golpeó el suelo con la pezuña—. Todos los detalles no están claros todavía, pero Leo tiene razón. Necesitará vuestra ayuda para construir el Argo II. Tal vez sea el mayor proyecto que haya emprendido la cabaña nueve, todavía mayor que el dragón de bronce.

—Nos llevará un año como mínimo —calculó Nyssa—. ¿Tenemos tanto tiempo?

—Tenéis seis meses como mucho —dijo Quirón—. Deberíais zarpar para el solsticio de verano, cuando el poder de los dioses es más intenso. Además, no podemos fiarnos de los dioses del viento, y los vientos del verano son los menos fuertes y los más fáciles para navegar. No se os ocurra zarpar más adelante o llegaréis demasiado tarde a detener a los gigantes. Debéis evitar viajar por tierra y utilizar solo el aire y el mar, así que este vehículo es perfecto. Como Jason es el hijo del dios del cielo…

Su voz se fue apagando, pero Leo se imaginó que Quirón estaba pensando en su alumno desaparecido, Percy Jackson, el hijo de Poseidón. Él también les habría venido bien en el viaje.

Jake Mason se volvió hacia Leo.

—Bueno, una cosa es segura. Ahora tú eres el líder de la cabaña de Hefesto. Es el mayor honor que ha tenido siempre la cabaña. ¿Alguien se opone?

Nadie se opuso. Todos sus compañeros de cabaña le sonrieron, y Leo casi sintió que la maldición de la cabaña se rompía y que su sensación de desesperanza se desvanecía.

—Entonces, ya es oficial —dijo Jake—. Eres nuestro hombre.

Por una vez, Leo se quedó sin palabras. Desde que su madre había muerto, se había pasado la vida huyendo. Pero ya había encontrado un hogar y una familia. Había encontrado un trabajo que hacer. Y, a pesar del miedo que le daba, no sentía la tentación de escapar…, ni siquiera un poco.

—Bueno —dijo por fin—, si me elegís vuestro líder, debéis de estar todavía más locos que yo. ¡Vamos a construir una máquina de guerra alucinante!