…Menos 36 y contando…

Cuando detuvo el coche a la entrada del aparcamiento, la reacción fue inmediata.

—SIGA ADELANTE —ladró el megáfono policial—. LA POLICÍA DE AVIACIÓN ESTÁ DENTRO, COMO PEDÍA.

Richards levantó su megáfono por primera vez.

—DIEZ MINUTOS —dijo—. TENGO QUE PENSAR.

De nuevo el silencio.

—¿No comprende que está empujándoles a hacerlo? —preguntó ella con voz extraña, controlada.

Richards soltó una extraña risita ahogada, que sonó como el vapor a presión escapando de una tetera.

—Ellos saben que estoy dispuesto a joderles, pero no saben cómo —dijo.

—Es imposible —afirmó ella—. ¿No lo ha comprendido todavía?

—Quizá lo consiga —replicó él.