Al salir del Sam Wong Hotel, Marie aspira los olores de toronjil que flotan en las callejas del barrio chino. Pese a ser tan temprano, Chinatown ya está llena de gente. Los puestos abren y exponen sus productos en las aceras. Marie cruza California Street y se detiene delante de una máquina expendedora de periódicos. La primera página del USA Today anuncia en grandes caracteres:
Suicidios y detenciones en cadena
en los medios financieros.
La gran limpieza prosigue.
Introduce un dólar por la ranura y levanta la tapa transparente. Tras coger un ejemplar, enciende un cigarrillo y pasa a la página 2 del periódico.
Varios magnates financieros y directores de multinacionales han sido encarcelados en los últimos días tras la aparición de un informe explosivo en los sitios de acceso gratuito de internet. El informe en cuestión presentaba los organigramas de una gigantesca red de malversación de fondos; sus ramificaciones al parecer han llegado a la mayoría de las grandes empresas que cotizan en Bolsa. Antes de que las sociedades afectadas hubieran tenido tiempo de reaccionar, millones de internautas se habían bajado el documento y comunidades enteras continúan enviándoselo a través de todo el mundo. Así pues, parece que el seísmo que ha sacudido los mercados financieros tras la quiebra en cadena de varios bancos internacionales continuará. Ya se ha perdido la cuenta de las detenciones y los suicidios de banqueros y empresarios implicados en este asunto. Un duro golpe asestado por el FBI contra lo que parece ser la mayor red de blanqueo del siglo y que, según nuestras fuentes, alimentaba al crimen organizado y a las organizaciones terroristas internacionales.
Marie arruga el periódico y lo tira a una papelera. Las famosas organizaciones terroristas internacionales… Así es como Crossman había conseguido que el Departamento de Estado efectuara detenciones selectivas contra la red. Nada definitivo. Bastarían unos meses o unos años para que Novus Ordo se reorganizara en profundidad y pasara de nuevo a la ofensiva.
Marie aplasta el cigarrillo con el pie y se vuelve hacia el sol. El resplandor la hace parpadear. Contempla a lo lejos los pilares del Golden Gate medio sumergido en la bruma. Hoy hará calor.
Echa de nuevo a andar hacia el centro. En el cruce de Hyde, monta en un viejo tranvía de cables que sube por Market Street en dirección a las colinas de San Francisco. Agarrada a la barra exterior, observa los viejos inmuebles y las casas victorianas pintadas de colores que desfilan ante sus ojos. El viejo negro que conduce el tranvía agita la campana y maldice como un demonio. La joven sonríe. El viento tibio y salado mueve sus cabellos. Se siente bien.