Cuarta parte
Resoluciones

Ahora contemplo mi largo viaje como una búsqueda de la verdad; la verdad en mi corazón, en el mundo que me rodea, y en los temas principales del propósito y de la existencia. ¿Cómo se definen el bien y el mal?

Llevaba dentro de mí un código moral, aunque nunca pude saber si había nacido con él, si me lo había enseñado Zaknafein, o si sencillamente se había desarrollado a partir de mis percepciones. Este código me forzó a abandonar Menzoberranzan, porque, a pesar de estar bastante seguro de cuáles podrían ser esas verdades, sabía fuera de toda duda que no las podría encontrar en los dominios de Lloth.

Después de pasar muchos años en la Antípoda Oscura fuera de Menzoberranzan y tras aquella primera experiencia horrible en la superficie, llegué a dudar de la existencia de una verdad universal, llegué a preguntarme si, al fin y al cabo, había algún propósito en la vida. En el mundo de los drows, el único propósito era la ambición, la búsqueda de ganancias materiales provenientes del ascenso de rango. Incluso entonces, aquello me parecía muy poca cosa, una razón que no justificaba la existencia.

Te doy las gracias, Montolio DeBrouchee, por confirmar mis sospechas. He aprendido que la ambición de aquéllos que siguen preceptos egoístas no es más que un desperdicio caótico, una ganancia mísera a la que sigue una pérdida infinita. Porque es cierto que existe una armonía en el universo, una sinfonía coral de felicidad. Para unirse al coro, uno debe encontrar la armonía interior, debe encontrar las notas verdaderas.

Hay otra cosa que se debe señalar referente a la verdad: las criaturas malvadas no saben cantar.

DRIZZT DO’URDEN