Primera parte
Posición social

Posición social: en todo el mundo de los drows, no hay una palabra más importante. Es el ansia de su religión —la nuestra—, lo que mueve cada fibra de su anhelante corazón. La ambición domina al sentido común y la compasión es objeto de desprecio, todo en nombre de Lloth, la reina araña.

El ascenso al poder en la sociedad drow es un sencillo proceso de eliminación. La reina araña es una deidad del caos, y tanto ella como sus sacerdotisas, las auténticas gobernantes del mundo drow, no miran con desagrado a los individuos ambiciosos armados con dagas envenenadas.

Desde luego, hay reglas de comportamiento, pues toda sociedad debe jactarse de poseerlas. Cometer abiertamente un asesinato o provocar una guerra da lugar a un simulacro de justicia, y las sentencias dictadas en nombre de la justicia drow son implacables. En cambio, clavar una daga en la espalda de un rival en medio del caos de la batalla más importante, o en las discretas sombras de un callejón, es algo aceptable, incluso aplaudido. La investigación no es el fuerte de la justicia drow. Nadie se preocupa de averiguar nada.

La posición social es el medio del que se vale Lloth para incrementar el caos, para lograr que sus «hijos» drows sean sus propios carceleros. ¿Hijos? Mejor sería decir peones, peleles de la reina araña, títeres movidos por los imperceptibles pero irrompibles hilos de su tela. Todos trepan por la escalera de la reina araña; todos ambicionan proporcionarle placer, y todos caen ante los que ambicionan proporcionarle placer.

La posición social es la paradoja del mundo de mi gente, el límite de nuestro poder dentro del ansia de poder. Se llega a ella mediante la traición, y aquéllos que lo consiguen quedan expuestos a la traición. Los más poderosos de Menzoberranzan pasan sus días vigilando sus espaldas, para defenderse de las dagas que acechan detrás de ellos.

Por lo general, la muerte les llega de cara.

DRIZZT DO’URDEN