58,5 kg (en realidad, es divertido porque no hay ninguna razón por la que no pudiera perder peso en Navidad, porque estoy tan llena que… seguro que en cualquier momento después de la cena de Navidad es perfectamente aceptable rechazar toda la comida argumentando estar demasiado lleno. De hecho, es probable que sea el único momento del año en que está bien no comer).
Con éste llevo diez días viviendo en un estado de resaca permanente y de supervivencia sin alimentos adecuados ni comida caliente. La Navidad es como la guerra. Ir a Oxford Street me está costando tanto como ir al frente. Espero que la Cruz Roja o los alemanes vengan a buscarme. Aaargh.
Son las 10 de la mañana. No he hecho las compras de Navidad. No he enviado las felicitaciones de Navidad. Tengo que ir a trabajar. Vale, nunca, nunca más en mi vida voy a volver a beber.
Aargh; una llamada del estado mayor en campaña. Umf. Era mamá, pero podía haber sido Goebbels intentando hacer que me dé prisa en invadir Polonia.
—Cariño, sólo llamaba para saber a qué hora llegarás el viernes por la noche.
Mamá, con una bravura deslumbrante, ha planeado una sensiblera Navidad familiar, con ella y papá haciendo ver que todo el año pasado no ha existido «por el bien de los niños» (es decir, yo y Jamie, que tiene treinta y siete años).
—Mamá, como creo que ya hemos discutido, yo no voy a ir a casa el viernes, voy a venir en Nochebuena. ¿Recuerdas todas las conversaciones que hemos tenido al respecto? Aquella primera… en agosto.
—Oh, no seas tonta, cariño. No puedes quedarte todo el fin de semana sentada sola en tu piso cuando es Navidad. ¿Qué vas a comer?
Grrr. Odio esto. Es como si, por el hecho de que eres soltera, no tengas ni hogar, ni amigos, ni responsabilidades y la única razón posible que puedas tener para no estar a disposición de todo el mundo, para no llamar durante todo el período navideño, contenta y feliz por dormir en ángulo recto dentro de un saco de dormir en el suelo del dormitorio de un adolescente, pelar patatas durante todo el día para cincuenta personas, ni les «hables bien» a pervertidos con la palabra «tío» antes de su nombre mientras ellos te miran directamente a los pechos, es que eres una completa egoísta.
Mi hermano, por otro lado, puede ir y venir cuando le plazca con el respeto y bendición de todo el mundo, sólo porque resulta que tiene estómago suficiente para vivir con una vegetariana estricta fanática del Tai Chi. Sinceramente, preferiría prender fuego a mi piso que sentarme allí con Becca.
Y por cierto, no puedo creer que mi madre no le esté más que agradecida a Mark Darcy por resolverle todos los problemas. En lugar de eso, se ha convertido en una parte de Eso Que No Puede Ser Mencionado, o sea, la Gran Estafa de la Multipropiedad, y ella se comporta como si él nunca hubiese existido. No puedo evitar pensar que Mark debe de haber soltado un poco de pasta para que todo el mundo recupere su dinero. Es una persona buena y encantadora. Demasiado buena para mí, evidentemente.
Oh, Dios. Tengo que poner sábanas en la cama. Es muy asqueroso dormir en un futón lleno de botones que sobresalen y se te clavan. Pero ¿dónde están las sábanas? Ojalá tuviese algo de comida.