56,2 kg, 4 copas, 35 cigarrillos (crisis), 456 calorías (he perdido el apetito).
Tom ha desaparecido. Empecé a preocuparme por él esta mañana cuando me llamó Sharon y me dijo que no lo juraría por su madre, pero que le había parecido verle desde la ventanilla de un taxi el jueves por la noche paseando solo por Ladbroke Grove con la mano en la boca y, le parecía, un ojo morado. Para cuando consiguió que el taxi retrocediera Tom ya había desaparecido. Ayer le dejó dos mensajes preguntándole si estaba bien, pero no tuvo respuesta.
De repente me di cuenta, mientras ella hablaba, de que yo misma le había dejado un mensaje a Tom el miércoles preguntándole si iba a estar por aquí el fin de semana y él no me había contestado, lo que no es para nada su estilo. A continuación llamadas frenéticas. El teléfono de Tom sonaba y sonaba, así que llamé a Jude, que me dijo que tampoco sabía nada de él. Intenté con el Pretencioso Jerome de Tom: nada. Jude dijo que llamaría a Simon, que vive en la calle paralela a la de Tom, para que se acercase a su casa. Me llamó 20 minutos más tarde diciendo que Simon se había pasado horas llamando al timbre de Tom y golpeando su puerta sin respuesta. Entonces Sharon volvió a llamar. Había hablado con Rebecca, quien pensaba que Tom tenía que ir a comer a casa de Michael. Llamé a Michael y me dijo que Tom le había dejado un extraño mensaje con una voz rara y distorsionada, diciendo que no iba a poder ir y no había dado ninguna razón.
3 p.m. Estoy empezando a sentir verdadero pánico, disfrutando al mismo tiempo de ser el centro del drama. Soy casi la mejor amiga de Tom, por lo cual todo el mundo me llama, y yo adopto un aire tranquilo y al mismo tiempo preocupado. De repente se me ocurre que quizás haya conocido a alguien nuevo y esté disfrutando de unos polvos durante unos días en algún refugio como si fuese una luna de miel. Quizá no era él a quien Sharon vio, o el ojo morado sólo es producto de una gimnasia sexual joven, viva y entusiasta o quizás era un detalle de maquillaje irónico posmoderno en homenaje al Rocky Horror Show. Tengo que hacer más llamadas para verificar la nueva teoría.
3.30 p.m. La opinión general descarta la nueva teoría, ya que la mayoría está de acuerdo en que es imposible que Tom conozca a un hombre nuevo e inicie una aventura sin llamar a todo el mundo para fardar. No puedo discutirlo. Me pasan por la cabeza ideas locas. Es indiscutible que últimamente Tom estaba extraño. Empiezo a preguntarme si soy realmente una buena amiga. Somos todos tan egoístas y estamos tan ocupados en Londres… ¿Sería posible que uno de mis amigos fuese tan infeliz como para…? Ooh, ahí es donde puse el Marie Claire de este mes: ¡encima de la nevera!
Hojeando el Marie Claire empecé a fantasear con el funeral de Tom y cómo me vestiría. Aaargh, de repente acabo de recordar a aquel parlamentario muerto, que encontraron en un contenedor de basura con tubos alrededor del cuello y un bombón de chocolate a la naranja en la boca, o algo así. Me pregunto si Tom ha estado involucrado en prácticas sexuales extrañas sin contárnoslo…
5 p.m. Acabo de volver a llamar a Jude.
—¿Crees que tendríamos que llamar a la policía y hacer que entrasen en su casa? —le pregunté.
—Ya les he llamado.
—¿Qué han dicho? —no pude evitar sentirme fastidiada porque Jude hubiese llamado a la policía sin mi visto bueno.
Yo soy la mejor amiga de Tom, no Jude.
—No parecieron muy impresionados. Dijeron que les volviésemos a llamar si el lunes seguíamos sin saber nada. Tienen parte de razón. Parece un poco alarmista denunciar que un soltero de veintinueve años no está en casa el sábado por la mañana y no se ha presentado a una comida a la que de todas formas no habría ido.
—Sin embargo, algo va mal, lo sé —dije con una voz misteriosa y profunda, dándome cuenta por primera vez de lo muy instintiva e intuitiva que soy.
—Sé a lo que te refieres —dijo Jude con solemnidad—. Yo también puedo sentirlo. Seguro que algo va mal.
7 p.m. Extraordinario. Después de hablar con Jude no pude ir de compras o hacer otras cosas similares. Pensé que éste era el mejor momento para el Feng Shui, así que salí a comprar el Cosmopolitan. Con cuidado, utilizando el dibujo del Cosmo, hice el mapa ba-gua del piso. De repente lo comprendí todo con horror. Había una papelera en mi Sección de Amigos Amables. No es de extrañar que Tom haya desaparecido.
Llamé rápidamente a Jude para explicárselo. Jude me dijo que moviese la papelera.
—¿Y a dónde? —le pregunté—. No voy a colocarla en mis secciones de las Relaciones Sentimentales o en la de la Descendencia.
Jude ha dicho que esperase un momento, que tenía que echarle un vistazo al Cosmo.
—¿Y en la de la Riqueza? —dijo al volver.
—Hmmm, no lo sé, con la llegada de la Navidad y todo eso —dije y me sentí muy malvada al decirlo.
—Bueno, si es así como miras las cosas. Quiero decir que de todas formas es probable que tengas que comprar un regalo menos… —dijo Jude en tono acusador.
Al final decidí colocar mi papelera en la Sección del Conocimiento y salí a la floristería a comprar algunas plantas con hojas redondas para poner en las secciones de la Familia y de los Amigos Amables (las plantas con pinchos, especialmente los cactus, son contraproducentes). Estaba sacando una maceta del armario de debajo del fregadero cuando oí un ruido metálico. De repente me di un fuerte golpe en la frente. Era el duplicado de las llaves de Tom que me dejó cuando se fue a Ibiza.
Por un instante pensé en ir allí sin Jude. Quiero decir que ella llamó a la policía sin decírmelo, ¿verdad? Pero me pareció demasiado malvado, así que la llamé y decidimos que avisaríamos a Shazzer para que viniese con nosotras ya que ella era quien había dado la alarma. Sin embargo, cuando enfilamos la calle de Tom, salí de mi fantasía sobre lo digna, trágica y expresiva que sería cuando me entrevistasen los periódicos, junto a la paranoia paralela del temor a que la policía decidiese que era yo quien había matado a Tom. De repente dejó de ser un juego. Quizás había ocurrido algo terrible y trágico. Ni hablamos ni nos miramos al subir las escaleras.
—¿Deberías llamar primero? —susurró Sharon cuando acerqué la llave a la cerradura.
—Yo lo haré —dijo Jude.
Nos miró rápidamente y entonces apretó el timbre.
Nos quedamos en silencio. Nada. Volvió a apretarlo.
Estaba a punto de introducir la llave en la cerradura cuando una voz en el interfono dijo «¿Hola?».
—¿Quién es? —dije temblando.
—Y a ti qué te parece, vaca tonta.
—¡Tom! —grité alegremente—. Déjanos entrar.
—¿Quiénes son nos? —dijo receloso.
—Yo, Jude y Shazzer.
—Cariño, la verdad es que, para ser sincero, preferiría que no subieseis.
—Oh, y una mierda —dijo Sharon, empujándome—. Tom, eres una jodida maricona idiota, sólo has hecho que medio Londres estuviese en pie de guerra, llamando a la policía, rastreando la metrópoli en tu busca porque nadie sabía dónde estabas. Maldita sea, déjanos entrar.
—Sólo quiero que suba Bridget —dijo Tom con petulancia.
Miré beatíficamente a las otras.
—No seas tan jodidamente prima donna —dijo Shazzer.
Silencio.
—Venga, tontaina. Déjanos entrar.
Hubo una pausa y entonces el interfono hizo «Bzzz».
—¿Estáis preparadas para esto? —oímos que decía al abrir la puerta mientras nosotras llegábamos al ático.
Las tres gritamos. Tom tenía la cara deformada, espantosa, amarilla y negra, y enyesada.
—Tom, ¿qué te ha pasado? —grité, intentando abrazarle con torpeza para acabar besándole en la oreja.
Jude se echó a llorar y Shazzer le dio una patada a la pared.
—No te preocupes, Tom —gruñó—. Encontraremos a los bastardos que te han hecho esto.
—¿Qué ha pasado? —volví a decir, con las lágrimas resbalándome por las mejillas.
—Em, bueno… —dijo Tom, desembarazándose de mi abrazo con torpeza—; en realidad, yo, em, me he operado la nariz.
Resultó que Tom se había operado en secreto el miércoles, pero estaba demasiado avergonzado para decírnoslo, porque todas le habíamos dado muy poca importancia a su minúsculo bulto de la nariz. Se suponía que le tenía que haber cuidado Jerome, a quien en lo sucesivo se le conocerá como Jerome el Asqueroso (iba a ser Jerome el Cruel, pero todos estuvimos de acuerdo en que sonaba demasiado interesante). No obstante, cuando Jerome el Asqueroso le vio después de la operación, sintió tal repulsión que dijo que se iba fuera unos días, se largó y ni se le ha visto ni se ha sabido de él desde entonces. El pobre Tom estaba tan deprimido y traumatizado y tan extraño a causa de la anestesia que simplemente desenchufó el teléfono, se escondió bajo las mantas y durmió.
—¿Eras tú entonces a quien vi el jueves por la noche en Ladbroke Grove? —dijo Shazzer.
Sí que lo era. Al parecer, Tom había esperado a que fuera noche cerrada para salir a buscar comida protegido por la oscuridad. A pesar de nuestra alegría porque seguía estando vivo, Tom seguía muy afectado por la actitud de Jerome.
—Nadie me quiere —dijo.
Le dije que llamase a mi contestador, que contenía veintidós mensajes de desesperación de sus amigos, todos ellos angustiados porque llevaba veinticuatro horas desaparecido, lo que echaba por tierra todos nuestros temores de morir solos y ser devorados por un pastor alemán.
—O no ser encontrados durante tres meses… y despedazados por toda la alfombra —dijo Tom.
Además, le dijimos, ¿cómo podía un irritable imbécil, con un nombre tan estúpido, hacerle creer que nadie le quería?
Dos Bloody Mary más tarde, Tom se estaba riendo del uso obsesivo que hacía Jerome del término «autoconsciencia», y de sus calzoncillos Calvin Klein ajustados a media pierna. Mientras tanto Simon, Michael, Rebecca, Magda, Jeremy y un chico que decía llamarse Elsie habían llamado para saber cómo estaba.
—Ya sé que todos somos un poco psicóticos, solteros y absolutamente disfuncionales y que todo lo hacemos por teléfono —dijo Tom borracho—, pero somos un poco como una familia, ¿verdad?
Yo sabía que el Feng Shui funcionaría. Ahora que la tarea ha sido completada voy a trasladar rápidamente la planta de hojas redondas a mi Sección de las Relaciones Sentimentales. Ojalá hubiese también una Sección de Cocina. Sólo faltan nueve días.