57,6 kg (mal), 3 copas (saludable y normal), 13 cigarrillos, 17 unidades de grasa (me pregunto si es posible calcular el contenido de unidades de grasa en todo el cuerpo. Espero que no sea así), 3 lotos instantáneas (justo), 12 llamadas al 1471 para ver si ha llamado Mark Darcy (mejor).
Umf. Indignada por un condescendiente artículo en el periódico de una Petulante Casada periodista. Estaba titulado, con la ironía-tan-sutil-al-estilo-de-insinuaciones-sexuales-a-lo-Frankie-Howerd: «La alegría de la vida de soltero».
«Son jóvenes, ambiciosos y ricos, pero sus vidas esconden una dolorosa soledad… Cuando salen del trabajo, se abre ante ellos un enorme abismo emocional… Los individuos solitarios obsesivos buscan consuelo en el tipo de comida envasada que hubiesen podido hacer sus madres».
Ja. Jodidamente nerviosa. Muchísimas gracias. ¿Cómo se cree la Petulante Casada-a-los-veintidós que lo sabe?
Voy a escribir un artículo basado en «decenas de conversaciones» con Petulantes Casadas: «Cuando salen del trabajo, siempre se echan a llorar porque, a pesar de estar agotadas, tienen que pelar patatas y poner la lavadora mientras sus maridos, que son como cerditos hinchados, se desploman frente al partido de fútbol y piden patatas fritas. Otras noches, ellas, vestidas con batitas muy poco elegantes, caen en enormes agujeros negros después de que sus maridos hayan vuelto a llamar para decir que hoy también trabajarán hasta tarde, con el sonido de fondo de prendas de cuero crujiendo y Solteronas Sexys riendo».
Me he encontrado con Sharon, Jude y Tom después del trabajo. Tom también estaba trabajando en un feroz artículo imaginario sobre el enorme abismo emocional de los Petulantes Casados.
«Su influencia lo afecta todo, desde el tipo de casas que se construyen hasta el tipo de comida que hay en las estanterías de los supermercados», iba a decir el terrible artículo de Tom. «Por todas partes vemos tiendas de catering Anne Summers que abastecen a las amas de casa que patéticamente intentan hacer ver que disfrutan del excitante sexo de las Solteronas y encuentran comidas cada vez más exóticas en Marks & Spencer para parejas cansadas que intentan hacer ver que están en un romántico restaurante como los Solterones y que no tienen que lavar los platos».
—¡Estoy hasta las mismísimas narices de estos escritos sobre la vida de los solteros! —gritó Sharon.
—¡Sí, sí! —dije yo.
—Os olvidáis del sexo sin compromiso —soltó Jude y eructó—. Siempre tendremos el sexo sin compromiso.
—De todos modos, no estamos solos. Tenemos grandes familias en forma de redes de amigos conectados por teléfono —dijo Tom.
—¡Sí! ¡Hurra! Los solterones no tendrían que pasarse el tiempo dando explicaciones por lo que hacen, sino que deberían tener un estatus aceptado, como lo tienen las geishas —grité contenta y le di un sorbetón a mi vaso de Chardonnay Chileno.
—¿Geishas? —dijo Sharon mirándome con frialdad.
—Cállate, Bridget —dijo Tom—. Estás borracha. Sólo estás intentando escapar de tu enorme abismo emocional a través de la bebida.
—Bueno, joder, también lo está haciendo Shazzer —dije enfurruñada.
—No lo está —dijo Sharon.
—Sí que lou ejstáss —dije.
—Mira. Ciállate —dijo Jude, eructando de nuevo—. ¿Otra boteilla de Chardonnay?