59,4 kg (genial, me he convertido en una montaña de grasa para la entrevista, también tengo un grano), 0 copas, muchos cigarrillos, 1.575 calorías (pero vomité eficazmente unas 400).
Dios mío. Estoy aterrada por la entrevista. Le he dicho a Perpetua que estoy en el ginecólogo; ya sé que tendría que haber dicho en el dentista, pero nunca hay que dejar escapar las oportunidades para torturar a la mujer más entrometida del mundo. Estoy casi a punto y sólo necesito acabar de maquillarme, mientras practico mis opiniones acerca del liderazgo de Tony Blair. Oh Dios mío, ¿quién es el portavoz de la oposición para asuntos de Defensa? Oh joder, oh joder. ¿Es un tipo con barba? Mierda: el teléfono. No me lo puedo creer: una espantosa adolescente al teléfono con acento del sur de Londres, canturreando: «Ho-la, Bridget, oficina de Richard Finch. Richard está en Blackpool esta mañana y, por lo tanto, no podrá llegar a la cita». He vuelto a quedar para el miércoles. Tendré que fingir trastornos ginecológicos repetidos. De todas formas, quizá será mejor que me tome el resto de la mañana libre.