SÁBADO 22 DE JULIO

55,75 kg (hmm, tengo que adelgazar medio kilo), 2 copas, 7 cigarrillos, 1.562 calorías.

En realidad me emociona que Daniel me acompañe a la fiesta de Fulanas y Vicarios el próximo sábado. Será fantástico que, por una vez, no tenga que conducir yo, llegar sola y enfrentarme al aluvión de preguntas sobre por qué no tengo novio. Será un día maravilloso, y hará calor. Quizás incluso podríamos aprovechar para hacer una escapadita y quedarnos en un pub (o en un hotel sin televisión en el dormitorio). Tengo muchas ganas de que Daniel conozca a mi padre. Espero que le caiga bien.

2 a.m. Me he despertado hecha un mar de lágrimas por un sueño espantoso: me estoy examinando de Nivel-A de francés y, cuando entrego el trabajo, me doy cuenta de que he olvidado revisarlo y de que no llevo más ropa que el delantal que uso en la clase de Hogar, e intento desesperadamente que me cubra todo el cuerpo, para que la señorita Chignall no vea que no llevo bragas. Esperaba que Daniel se mostrase como mínimo un poco comprensivo. Ya sé que todo esto se debe a mis preocupaciones sobre si mi carrera tiene futuro o estoy en un callejón sin salida, pero él sólo ha encendido un cigarrillo y me ha pedido que le volviese a explicar lo del delantal.

—A ti no te afecta, claro, con tu maldita mejor nota de tu promoción en Cambridge —he murmurado entre sollozos—. Yo nunca olvidaré el momento en que miré el tablón de notas, vi una D al lado de Francés y supe que no podría ir a Manchester. Aquello alteró el curso de toda mi vida.

—Deberías dar gracias el cielo, Bridget —dijo, tumbado boca arriba y lanzando el humo hacia el techo—. Probablemente te habrías casado con algún tipo aburridísimo y habrías pasado el resto de tus días limpiando la casita del perro. Además… —empezó a reír—… no hay nada malo en un título de… de… (en aquel momento se lo estaba pasando tan bien que casi no podía ni hablar)… Bangor.

—Vale, ya basta. Me voy a dormir al sofá —grité, y salté de la cama.

—Ey, Bridget, no lo tomes a mal —me dijo, echándome hacia atrás—. Tú sabes que yo pienso que eres una… una lumbrera. Pero tienes que aprender a interpretar los sueños.

—Entonces, ¿qué significa mi sueño? —dije enfurruñada—. ¿Que no he aprovechado mi potencial intelectual?

—No exactamente.

—¿Pues qué?

—Bueno, creo que el delantal sin bragas es un símbolo evidente, ¿no?

—¿Qué?

—Significa que la inútil búsqueda de una vida intelectual entorpece el camino de tu verdadero objetivo en la vida.

—¿Cuál?

—Pues, evidentemente, cocinar todo el día para mí, cariño —ha dicho, partiéndose de risa—. Y pasearte sin bragas por mi piso.