56,45 kg (he perdido 3,6 kg durante la noche, debo de haber comido cosas que consumen más calorías de las que proporcionan, por ejemplo una lechuga muy masticada), 4 copas (modesto), 21 cigarrillos (mal), 4 lotos instantáneas (no muy bien).
4.30 p.m. Justo cuando Perpetua no me dejaba en paz para no acabar tarde y comprometer su fin de semana en Gloucestershire en casa de los Trehearne, ha sonado el teléfono.
—¡Hola, cariño! —mi madre—. ¿Adivina qué pasa? He conseguido una oportunidad maravillosa para ti.
—¿Qué? —he murmurado enfurruñada.
—Vas a salir en la televisión —ha dicho emocionada, mientras la cabeza se me desplomaba sobre el escritorio.
—Voy a venir con el equipo mañana a las diez en punto. Oh, cariño, ¿no estás emocionada?
—Madre. Si vas a venir a mi piso con un equipo de televisión, yo no estaré.
—Oh, pues tienes que estar —ha dicho en un tono glacial.
—No —he contestado.
Pero entonces la vanidad ha empezado a adueñarse de mí.
—De todas formas, ¿por qué? Eh, ¿por qué?
—Oh, cariño. Quieren que entreviste a alguien más joven para el programa De repente soltera: alguien premenopáusica y «de repente soltera» y que pueda hablar de todo esto, ya sabes, cariño, las presiones inminentes de no tener hijos y demás.
—¡Yo no estoy premenopáusica, madre! —exploté—. Y tampoco soy, de repente, soltera. De repente, soy parte de una pareja.
—Oh, no seas tonta, cariño —dijo entre dientes.
Podía oír un fondo de ruido de oficina.
—Tengo novio.
—¿Quién?
—No te importa —dije, y miré por encima del hombro a Perpetua, que estaba sonriendo.
—Oh, por favor, cariño. Les he dicho que había encontrado a alguien.
—No.
—Oh, por favooooooor. No he tenido una profesión en toda mi vida y ahora estoy en el otoño de mis días y necesito hacer algo por mí misma —farfulló, como si estuviese leyendo de una chuleta.
—Puede verme alguien que me conozca. Además, ¿no se darán cuenta de que soy tu hija?
Hubo una pausa. Podía oírla hablando con alguien de fondo. Después volvió a ponerse al teléfono.
—Podríamos taparte la cara.
—¿Qué? ¿Ponerme una bolsa en la cabeza? Muchas gracias.
—Oh, por favor, Bridget. Recuerda que yo te di el regalo de la vida. ¿Dónde estarías de no ser por mí? En ningún sitio. Nada. Un óvulo muerto. Un pedazo de espacio, cariño.
La verdad es que siempre he sentido un deseo secreto de salir por la tele.