DOMINGO 19 DE FEBRERO

56,65 kg (muy bien, pero puramente por la preocupación), 2 copas (pero es el día del Señor), 7 cigarrillos, 2.100 calorías.

Llamé a mamá para hacerle saber que la había visto con un galán madurito, después de la comida conmigo.

—Oh, debes referirte a Julian —gorjeó.

Aquello la delató. Mis padres no se refieren a sus amigos por los nombres de pila. Siempre es Una Alconbury, Audrey Coles, Brian Enderby: «Ya conoces a David Ricketts, cariño, casado con Anthea Ricketts, que está en el Lifeboat». Es un gesto que corrobora que ellos tienen clarísimo que yo no tengo pijotera idea de quién es Mavis Enderby, aunque ellos vayan a pasar los próximos cuarenta minutos hablando de Brian y Mavis Enderby como si yo hubiese tenido una relación íntima con ellos desde los cuatro años.

Supe de inmediato que Julian no tenía nada que ver con los almuerzos de compromiso de Lifeboat, ni tendría tampoco una mujer que estuviese en algún Lifeboat, Rotary Club o Amigos de St. George. También intuí que ella le había conocido en Portugal, antes de los problemas con papá, y bien podía ser que resultase llamarse Julio y no Julian. Intuí que, seamos realistas, Julio era el problema con papá.

Me enfrenté a ella con este presentimiento. Lo negó. Incluso me salió con una historia elaboradamente inventada sobre «Julian», que había tropezado con ella en el Marks & Spencer de Marble Arch, haciendo que le cayese su nueva terrina de Le Creuset encima del pie y llevándola a tomar un café a Selfridges, lugar donde surgió una sólida amistad platónica, basada por completo en las cafeterías de los grandes almacenes.

¿Por qué, cuando las personas dejan a sus parejas porque están teniendo un lío con otra persona, creen mejor hacer ver que no hay nadie más involucrado? ¿Creen que será menos doloroso para sus parejas pensar que se van simplemente porque ya no podían aguantarlos más y que entonces tienen la suerte, dos semanas más tarde, de conocer a alguien alto, con el físico de Omar Sharif y un maletín de caballero, mientras su ex pareja se pasa las noches llorando a lágrima viva al ver el vaso de los cepillos de dientes? Es lo mismo que esas personas que inventan una mentira como excusa en lugar de decir la verdad, aunque la verdad sea mejor que la mentira.

Una vez oí a mi amigo Simon cancelando una cita con una chica —que le gustaba muchísimo—, porque tenía un grano con la punta amarilla justo a la derecha de su nariz y porque, debido a un problema en la lavandería, había tenido que ir a trabajar con una chaqueta de finales de los setenta, creyendo que a la hora de comer podría recoger su chaqueta normal de la lavandería, pero todavía no se la habían limpiado. Entonces se le metió en la cabeza decirle a la chica que no podía verla porque su hermana había llegado a pasar la tarde de manera inesperada con él y tenía que entretenerla, añadiendo a lo loco que también tenía que mirar hoy mismo unos vídeos para el trabajo; momento en el cual la chica le recordó que le había dicho que no tenía hermanos y sugirió ir a su casa y que él viera los vídeos, mientras ella preparaba la cena. De todas formas, no había vídeos del trabajo que ver, así que tuvo que construir una nueva telaraña de mentiras. El incidente acabó con la chica, convencida de que él estaba teniendo un lío con otra cuando ésta era sólo su segunda cita, plantándole y con Simon pasando la noche emborrachándose a solas con su grano, vistiendo su chaqueta de los setenta.

Intenté explicarle a mamá que no me estaba diciendo la verdad, pero estaba tan cegada por la lujuria que había perdido la visión de, bueno, de todo.

—Te has vuelto muy cínica y desconfiada, cariño —me dijo—. Julio —¡aja!, ¡jajajajajaja!— es sólo un amigo. Lo único que necesito es un poco de espacio.

Así que papá, para complacerla, se ha trasladado al apartamento independiente que tienen los Alconbury al fondo de su jardín.