MARTES 24 DE ENERO

Día celestial. A las 5.30, como un regalo divino, Daniel ha aparecido en el despacho, se ha sentado en el extremo de mi mesa, dándole la espalda a Perpetua, ha sacado su agenda y ha murmurado:

«¿Cómo lo tienes para el viernes?».

¡Sííííííí! ¡Sííííííí!