4.45 p.m. No podía estar más contenta. El intercambio de mensajes por ordenador (asunto: presencia o no de falda) prosiguió de forma obsesiva toda la tarde. No puedo creer que el respetable jefe no trabajara en todo el día. Extraña situación con Perpetua (mi superior inmediato), pues sabía que yo estaba enviando mensajes y esto la enojaba, pero el hecho de que yo estuviera intercambiando mensajes con el jefe supremo le creaba un conflicto de lealtad: campo de juego claramente irregular, donde cualquiera con una pizca de sentido común sabría que es el jefe supremo quien tiene prioridad.
Último mensaje leído:
Mensaje a Jones
Me gustaría enviar un ramo este fin de semana a la falda enferma. Por favor, proporciona dirección de contacto lo antes posible, ya que, por razones obvias, no me basta sólo con «Jones» para buscar en el archivo.
Cleave.
¡Siíííííí! ¡Sííííííí! Daniel Cleaver quiere mi número de teléfono. Soy maravillosa. Soy la irresistible Diosa del Sexo. ¡Hurra!