En el altillo del Cháteau Villette, Collet contemplaba con asombro la pantalla del ordenador.
—¿Y el sistema tiene pinchadas todas estas localizaciones?
—Sí —le respondió el agente—. Parece que los datos se están recopilando desde hace un año, más o menos. Collet volvió a leer la lista, boquiabierto.
COLBERT SOSTAQUE – Presidente del Consejo Constitucional
JEAN CHAFÉE – Conservador del Museo Jeu de Pomme
EDOUARD DESROCHERS – Archivero jefe de la Biblioteca Mitterrand
JACQUES SAUNIÉRE – Conservador del Museo del Louvre
MICHEL BRETON – Jefe de la DAS (Servicios secretos franceses).
El agente señaló la pantalla.
—El número cuatro está claro.
Collet asintió sin decir nada. Lo había visto al momento. «A Jacques Sauniére lo espiaban». Volvió a echarle un vistazo a la lista. «¿Cómo habrán logrado espiar a todas estas personalidades?».
—¿Ha escuchado alguna cinta?
—Sí, varias. Esta es una de las más recientes.
El agente presionó varias teclas del ordenador y los altavoces se activaron con un chasquido.
«Capitaine, un agent du Département de Cryptographie est arrivé».
Collet no daba crédito a lo que estaba oyendo.
—¡Pero si ese soy yo! ¡Si es mi voz!
Recordó el momento exacto en que, sentado en el despacho de Sauniére, había emitido por radio ese mensaje para alertar a Fache de la llegada de Sophie Neveu.
El agente asintió con un movimiento de cabeza.
—Gran parte de nuestra investigación de esta noche en el Louvre habría podido oírse desde aquí si alguien hubiera tenido interés.
—¿Ha enviado a alguien a averiguar dónde se encuentran los dispositivos de escucha?
—No hace falta. Sé perfectamente donde están. —El agente se fue hasta un montón de notas y fotos que había en la mesa. Cogió una hoja y se la entregó a Collet—. ¿Le suena?
Collet estaba boquiabierto. Tenía en sus manos la fotocopia de un diagrama esquemático antiguo en el que se representaba una máquina rudimentaria. Las etiquetas estaban escritas en italiano, y no las entendía, pero sabía perfectamente lo que estaba contemplando. Era el modelo de un caballero medieval francés completamente articulado.
«¡Era el mismo que decoraba el escritorio de Sauniére!».
En los márgenes del papel, había unas anotaciones escritas con rotulador rojo. Estaban en francés, y parecían ideas para esconder aparatos de escucha en su interior.