Nota del autor

Hasta el lector más ingenuo habrá advertido que el presente relato es pura ficción. Sin embargo, buena parte de los hechos que se mencionan provienen de escritos o tradiciones antiguos, algunos de los cuales señalo ahora por si desea conocerlos el curioso o el aficionado a estos temas.

Plinio el Viejo, en su Historia Natural, habla de unas aguas que vuelven a las vacas blancas, de otras que encienden las teas y de otras que conceden a quien las bebe el poder de emitir oráculos, pero acortan su vida. El mismo Plinio menciona la existencia de hombres minúsculos y de una planta somnífera llamada halicacabon.

Los árabes no eran monoteístas hasta la predicación de Mahoma, que vivió en los siglos VI y VII, y rezaban en dirección a Jerusalén, no a la Meca.

La situación política en Israel era peculiar en aquellos años, y no sólo en aquellos años. A medias reino independiente, a medias colonia romana, los israelíes pagaban impuestos locales y, de mala gana, a Roma (al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios), obedecían las leyes de unos y de otros y se regían por un sistema judicial tan complicado que para condenar a Cristo tuvieron que intervenir Herodes, Anás, Caifás y, finalmente, el procurador romano, Poncio Pilatos, que lo hizo ajusticiar. Hubo dos reyes con el nombre de Herodes; al primero, apodado el Grande, se le atribuye la matanza de los inocentes, aunque murió cuatro años antes del nacimiento de Jesús; al segundo, la decapitación de san Juan Bautista. Debido a su autonomía, más o menos nominal, en Israel no había un gobernador romano, sino un procurador que no vivía en la capital, Jerusalén, sino en Cesarea, una población marítima cuyas ruinas se pueden visitar en la actualidad. Si la situación lo requería, el procurador podía recurrir al gobernador de Siria, con sede en Antioquía, que disponía de cuatro legiones. Cada legión constaba de 6.120 hombres. Mucho se ha debatido que José fuera a Belén a empadronarse. Es cierto que Quirino, a la sazón gobernador de Siria, ordenó un censo en el año 6 a. C., del que nos ha llegado constancia por sus consecuencias. Por razones religiosas, los judíos se oponían a estos censos, pues aceptarlos era, para ellos, reconocer una forma de Estado laico. Por esta causa, el censo de Quirino provocó una revuelta, encabezada por uno de los muchos pretendidos Mesías que surgían en estas ocasiones. Sea como sea, no tenía lógica que José, que vivía en Nazaret, se hubiera ido a empadronar a Belén, aunque fuera oriundo de este lugar, puesto que entonces, como ahora, los ciudadanos se empadronaban donde vivían, trabajaban y tributaban. Menos lógico es que, para complicar más las cosas, se llevara consigo a su esposa, que estaba a punto de dar a luz. En realidad, lo importante a los ojos de los evangelistas era que Jesús naciera en Belén, tal como habían anunciado las profecías, y que fuera de la casa de David, a la que pertenecía José, lo cual, a su vez, es un contrasentido, porque entre José y Jesús no había ningún vínculo de parentesco.

El nombre de Teo Balas corresponde a un personaje histórico, pero no a un bandido. Sí se menciona en uno de los evangelios apócrifos a un bandido terrible, a quien se adjudican robos, asesinatos, mutilaciones y otras barbaridades. Otro texto apócrifo cuenta que la Sagrada Familia fue asaltada durante la huida a Egipto, no por uno, sino por dos ladrones, uno bueno y otro malo. La intercesión del buen ladrón les permitió salir indemnes del encuentro. Años más tarde, el buen y el mal ladrón morirían crucificados con Jesucristo en el Calvario.

La crucifixión era una forma de ejecución privativa de los romanos y de carácter excepcional. Las cruces podían ser de tres tipos: la crux commissa, en forma de T, la crux immissa o capitata, con el palo transversal más bajo, en la que murió Jesucristo, y la crux decussata, en forma de aspa, también llamada cruz de san Andrés. La crucifixión se aplicaba a los traidores, a los esclavos, por ejemplo, a Espartaco, y a algunos criminales destacados. Una tradición cristiana apócrifa dice que la cruz en que murió Cristo había sido fabricada en la carpintería de san José.

Pomponio Flato comete un error al no reconocer el luto de Berenice, puesto que ésta sigue la tradición romana del color blanco, en lugar del saco de tono oscuro que al parecer usaban los judíos. En este y en otros detalles, la familia de Epulón, como la mayoría de las familias acomodadas de la época, había adoptado las costumbres romanas.

Operaciones inmobiliarias como la que aparece en este relato eran frecuentes en aquellos tiempos. De hecho lo son en todas las épocas y lugares. Los historiadores romanos hacen referencias a ellas en varias ocasiones, puesto que dieron lugar a grandes fortunas y también a grandes escándalos, a los que no fueron ajenos personajes ilustres.

Por dotar a Quadrato de un pasado marcial le he hecho participar en la batalla de Farsalia, que tuvo lugar el año 48 a. C., lo que lo convertiría en poco menos que un viejo. Una licencia. De todos modos, los soldados profesionales se jubilaban a muy avanzada edad.

Casi todas las frases y pensamientos de Zacarías provienen de las Escrituras, pero no así la historia de Amram, que es de mi propia cosecha.