Notas

[1] O estado de separación. En inglés: separateness (N. del T.). <<

[2] Véase un estudio más detallado del sadismo y del masoquismo en E. Fromm, El miedo a la libertad, Barcelona, Paidós, 2006. <<

[3] Spinoza, Ética IV, Def. 8. <<

[4] Un examen detallado de esas orientaciones caracterológicas se encontrará en E. Fromm, Ética y psicoanálisis, México, Fondo de Cultura Económica, 1957, cap. 3, págs. 70 y sig. <<

[5] Compárese con la definición de la dicha formulada por Spinoza. <<

[6] «Nationalökonomie und Philosophie», 1844, publicada en Karl Marx, Die Frühschriften, Stuttgart, Alfred Kröner Verlag, 1953, págs. 300, 301. <<

[7] I. Babel, The Collected Stories, Nueva York, Criterion Book, 1955. <<

[8] Esa afirmación tiene una consecuencia importante para el papel de la psicología en la cultura occidental contemporánea. Si bien la gran popularidad de la psicología indica ciertamente interés en el conocimiento del hombre, también descubre la fundamental falta de amor en las relaciones humanas actuales. El conocimiento psicológico conviértese así en un sustituto del conocimiento pleno del acto de amar, en lugar de ser un paso hacia él. <<

[9] R. A. Nicholson, Rumi, Londres, George Allen and Unwin, Ltd., 1950, págs. 122-123. <<

[10] El mismo Freud dio un primer paso en esa dirección en su posterior concepto de los instintos de vida y de muerte. Su concepto del instinto de vida (eros) como principio de síntesis y de unificación, se encuentra en un plano enteramente distinto al de su concepto de la libido. Pero a pesar de que la teoría de los instintos de vida y de muerte fue aceptada por los analistas ortodoxos, ello no llevó a una revisión fundamental del concepto de libido, especialmente en lo que toca a la labor clínica. <<

[11] Véase la descripción que de ese desarrollo hace Sullivan en The Interpersonal Theory of Psychiatry, Nueva York, W. W. Norton and Co., 1953. <<

[12] Simone Weil, Gravity and Grace, Nueva York, G. P. Putnam’s Sons, 1952, pág. 117 (trad. cast.: La gravedad y la gracia, Madrid, Trotta, 1998). <<

[13] La misma idea ha sido expresada por Hermann Cohen en su Religion der Vernunft aus den Quellen des Judentums, Frankfort del Meno, J. Kaufmann Verlag, 1929, págs. 168 y sig (trad. cast.: La religión de la razón desde las fuentes del judaísmo, Rubí [Barcelona], Anthropos, 2004). <<

[14] Paul Tillich, en un comentario sobre Hacia una sociedad sana, en Pastoral Psychology, septiembre de 1955, sugirió que sería mejor abandonar el ambiguo término «amor a sí mismo» (autoamor, «self-love») y reemplazarlo por «autoafirmación natural», o «autoaceptación paradójica». Si bien comprendo yo los méritos de esa sugerencia, no puedo convenir con el autor al respecto. En el término «amor a sí mismo», el elemento paradójico en amor a sí mismo está mucho más claramente contenido. Se expresa el hecho de que el amor es una actitud que es la misma hacia todos los objetos, incluyéndome a mí mismo. Tampoco debe olvidarse que ese término, en el sentido en que se lo usa aquí, tiene una historia. La Biblia habla de amor a sí mismo cuando ordena «ama a tu prójimo como a ti mismo», y Meister Eckhart habla de amor a sí mismo en el mismo sentido. <<

[15] Calvino, Institutes of the Christian Religion (versión inglesa de J. Albau), Filadelfia, Presbyterian Board of Christian Education, 1928, cap. 7, parte 4, pág. 622. <<

[16] Meister Eckhart (versión inglesa de R. B. Blakney), Nueva York, Harper and Brothers, 1941, pág. 204. <<

[17] Salmos 22, 10. <<

[18] Eso es verdad especialmente en lo que atañe a las religiones monoteístas de Occidente. En las religiones indias las figuras maternas han conservado buena parte de su influencia, por ejemplo, en la diosa Kali; en el budismo y en el taoísmo, el concepto de un dios —o de una diosa— carecía de significación esencial, si es que no había sido eliminado por completo. <<

[19] Véase el concepto de Maimónides de los atributos negativos de Dios en la Guía de los Perplejos. <<

[20] Aristóteles, Metafísica, libro 3, 1005b, 20. <<

[21] Lao-tsé, The Tâo Teh King, The Sacred Books of the East, F. Max Mueller (comp.), vol. XXXIX, Londres, OUP, 1927, pág. 120 (trad. cast.: Tao the king, Madrid, Siruela, 1998). <<

[22] W. Capelle, Die Vorsokratiker, Stuttgart, Alfred Kroener Verlag, 1953, pág. 134 (Mi traducción E. F.). <<

[23] Ibídem, pág. 132. <<

[24] Ibídem, pág. 133. <<

[25] Mueller, op. cit., pág. 69. <<

[26] Ibídem, pág. 79. <<

[27] Ibídem, pág. 112. <<

[28] Ibídem, pág. 113. <<

[29] Ibídem, pág. 47. <<

[30] Ibídem, pág. 57. <<

[31] Ibídem, pág. 100. <<

[32] H. R. Zimmer, Philosophies of India, Nueva York, Pantheon Books, 1951. <<

[33] Ibídem. <<

[34] Ibídem, pág. 424. <<

[35] Ibídem, pág. 424. <<

[36] Meister Eckhart, Nueva York, Harper and Brothers, 1941, pág. 114. <<

[37] Ibídem, pág. 247. Véase también la teología negativa de Maimónides. <<

[38] Meister Eckhart, op. cit., págs. 181-2. <<

[39] Véase un estudio más detallado del apartamiento y de la influencia de la sociedad moderna sobre el carácter del hombre en mi libro The Sane Society, Nueva York, Rinehart and Company, 1955. <<

[40] S. Freud, Civilization and Its Discontents (versión inglesa de J. Rivière), Londres, The Hogarth Press, 1953, pág. 68 (trad. cast.: El malestar en la cultura, Madrid, Biblioteca Nueva, 1999). <<

[41] Ibídem, pág. 69. <<

[42] Ibídem, pág. 21. <<

[43] Freud, Gesammelte Werke, Londres, 1940-52, Vol. X (trad. cast.: Obras completas, Madrid, Biblioteca Nueva). <<

[44] El único discípulo de Freud que nunca se separó de su maestro y que, no obstante, en los últimos años de su vida modificó sus puntos de vista sobre el amor, fue Sándor Ferenczi. Un excelente estudio sobre este tema se encontrará en The Leaven of Love, de Izette de Forest, Nueva York, Harper and Brothers, 1954. <<

[45] H. S. Sullivan, The Interpersonal Theory of Psychiatry, Nueva York, W. W. Norton Co., 1953, pág. 246. Debe notarse que, aunque Sullivan da esta definición en relación a los impulsos de la preadolescencia, habla de ellos como tendencias integrativas, que aparecen durante la preadolescencia, «que cuando están completamente desarrolladas, denominamos amor», y dice que ese amor de la preadolescencia «representa el comienzo de algo muy similar al amor pleno, psiquiátricamente definido». <<

[46] Ibídem, pág. 246. Otra definición del amor según Sullivan: el amor comienza cuando una persona siente que las necesidades de otra persona son tan importantes como las propias. Está menos coloreada por el aspecto mercantil que la formulación anterior. <<

[47] Para un cuadro de la concentración, la disciplina, la paciencia y la preocupación necesarias para el aprendizaje de un arte, recomiendo al lector Zen the Art of Archery, de E. Herrigel, Nueva York, Pantheon Books, Inc., 1953. <<

[48] Si bien existe abundante cantidad de teoría y práctica sobre ese tema en las culturas orientales, especialmente en la India, también se han hecho en los últimos años intentos similares en Occidente. El más importante, en mi opinión, es la escuela de Gindler, cuyo fin es la percepción del propio cuerpo. Para la comprensión del método de Gindler, véase el trabajo de Charlotte Selver, en sus cursos y conferencias en la New School de Nueva York. <<

[49] La raíz de la palabra educación es e-ducere, literalmente, conducir desde, o extraer algo que existía potencialmente. <<

[50] Véase el artículo de Herbert Marcuse, «The Social Implications of Psychoanalytic Revisionism», Dissent, Nueva York, verano de 1956. <<

[51] En mi libro Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, México, Fondo de Cultura Económica, 1956, procuré examinar detalladamente ese problema. <<

[52] Barcelona, Paidós, 1947 (1.ª ed.). <<