La lista de empleados de raza blanca y sexo masculino entre veinte y cincuenta años que poseían una furgoneta se completó al cabo de dos horas. Incluía veintiséis nombres.
La Dirección de Vehículos Automotores de Missouri informó el color del pelo según lo que figuraba en el registro de conductor, pero no se utilizó como elemento excluyente ya que tal vez el Dragón usaba una peluca.
La señorita Trillman, secretaria de Fisk, hizo copias de la lista y las distribuyó.
El teniente Fogel estaba leyendo los nombres cuando sonó su radio llamada.
Fogel se comunicó telefónicamente con el Departamento de Policía y al cabo de un instante cubrió la bocina con la mano y llamó a Crawford.
—Señor Crawford, Jack, un tal Ralph Mandy, blanco, sexo masculino, treinta y ocho años, fue encontrado muerto de un disparo hace pocos minutos en la Ciudad Universitaria, en el centro de la ciudad cerca de la Universidad de Washington. Estaba tirado en el jardín del frente de una casa en la que vive una mujer llamada Reba McClane. Los vecinos dicen que trabaja en Baeder. La puerta está abierta y ella no está en la casa.
—¡Dandridge! —llamó Crawford—. ¿Qué puede decirnos sobre Reba McClane?
—Trabaja en el cuarto oscuro. Es ciega. Es de no sé qué parte de Colorado.
—¿Conoce a Ralph Mandy?
—¿Mandy? —preguntó Dandridge—. ¿Randy Mandy?
—Ralph Mandy. ¿Trabaja aquí?
Un vistazo al registro de personal indicó que no.
—Coincidencia, quizás —señaló Fogel.
—Quizás —respondió Crawford.
—Espero que no le haya pasado nada a Reba —dijo la señorita Trillman.
—¿La conoce? —le preguntó Graham.
—He hablado varias veces con ella.
—¿Qué sabe de Mandy?
—No lo conozco. La única vez que la vi con un hombre era cuando subía con el señor Dolarhyde a su furgoneta.
—¿Ha dicho la furgoneta del señor Dolarhyde, señorita Trillman? ¿De qué color es la furgoneta del señor Dolarhyde?
—Déjeme pensar. Marrón oscuro, o tal vez negra.
—¿Dónde trabaja el señor Dolarhyde? —preguntó Crawford.
—Es supervisor de producción —contestó Fisk.
—¿Dónde queda su oficina?
—Al fondo del pasillo.
Crawford se dio vuelta para hablar con Graham pero éste ya se había puesto en movimiento.
La oficina del señor Dolarhyde estaba cerrada con llave. Una llave maestra del servicio de Mantenimiento funcionó exitosamente.
Graham entró y encendió la luz. Se quedó parado junto a la puerta mientras sus ojos escudriñaban el cuarto. Estaba todo muy ordenado. No se veían por ninguna parte objetos personales. En un estante se apilaban exclusivamente manuales técnicos.
La lámpara del escritorio estaba a la izquierda de la silla, por lo tanto era diestro. Necesitaba urgentemente una impresión digital del pulgar izquierdo de un hombre diestro.
—Probemos con una de las pizarras, con gancho —le dijo a Crawford que estaba parado detrás de él en el pasillo—. Utilizaría el pulgar izquierdo para apretar el gancho.
Estaban revisando los cajones cuando Graham advirtió la agenda que tenía sobre el escritorio. Pasó las hojas hasta llegar al sábado 28 de junio, la fecha en que habían sido asesinados los Jacobi.
El viernes y jueves anteriores no estaban marcados en el calendario.
Buscó después el mes de julio. El jueves y viernes de la última semana estaban en blanco. El miércoles tenía una anotación: «Am 552 3:45-6:15».
Graham copió los datos.
—Quiero averiguar a dónde va este vuelo.
—Permíteme hacerlo mientras tú sigues aquí —le dijo Crawford y acto seguido se dirigió a un teléfono que había en el pasillo.
Graham estaba inspeccionando un tubo de adhesivo para dentaduras postizas que estaba en el último cajón del escritorio cuando lo llamó Crawford desde la puerta.
—Es un vuelo a Atlanta, Will. Vayamos a detenerlo.