PROBLEMAS EN EL PARAÍSO

16 de mayo.

12:02 h.

Estamos asediados. Esta madrugada, alrededor de las cinco y media, he escuchado un ruido muy fuerte encima de nosotros y en minutos he vuelto a escuchar los golpes familiares, parecidos a los del militar de las Fuerzas Aéreas que cayó en el silo abierto. He perdido la cuenta de los golpes.

Debe de haber veinte, tal vez treinta. John, Will y yo hemos corrido a la sala de control y hemos rebobinado la grabación de seguridad hasta un punto anterior al fuerte golpe. En la pantalla hemos visto la fuente del ruido original. Una grúa, parecida a los camiones-grúa que se usan para llevar tractores, estaba encadenada a la alambrada donde había estado la puerta con el cerrojo del código. Deduzco que el conductor había pisado a fondo por la cantidad de hierba y tierra que las ruedas levantaban. La puerta y una sección de tres metros de la verja se habían despegado del suelo y dejaron un espacio abierto de al menos cinco metros. La grúa quedó enseguida rodeada por no muertos, y desapareció en la noche. Vimos como los cadáveres empezaban a entrar en el perímetro, pisando la verja caída.

Volvimos a la función normal del monitor, pero no nos sirvió de nada. Vimos que cinco hombres colocaban sacos de patatas, o algo parecido, sobre las cámaras. ¿Por qué no las destruían? La única que queda es la de la entrada principal. Supongo que o bien no la han visto o la cantidad de población de no muertos es tan densa que no pueden acceder a ella. Oímos sonidos intermitentes desde arriba, pero no tenemos forma de saber qué planean.

Mi teoría es que si abrimos las puertas de entrada al silo, nos encontraremos con un pequeño ejército de cadáveres retorcidos con los que enfrentarnos. Incluso ahora no paro de oír el ruido de sus porrazos, ahogados por la distancia.

Quieren escapar de su prisión cilíndrica. Bueno, eso no es del todo cierto; lo único que quieren es otra cosa.

También me he planteado los motivos por los que no han destrozado la verja atravesándola directamente con la grúa. Habría sido más seguro que tener que salir del vehículo y atar una cadena a la valla y a la grúa… a menos que intenten hacer el menor daño posible al complejo. John se encarga de la cámara principal.

Ha visto vehículos desplazándose por detrás de la masa de cadáveres, pero cuando entran completamente en plano, vuelven a desaparecer por el camino de entrada al complejo, en el que nos encontramos. Ha contado un total de seis vehículos, sin la grúa. Amanece. Por ahora, todo está en silencio. Será un día muy largo.

20:18 h.

No sé cómo no se nos ha ocurrido antes. Han colocado sacos sobre las cámaras, no las han desconectado. John ha cambiado el modo de funcionamiento y las ha colocado en visión térmica, de forma que podemos ver todos los movimientos humanos a través de los sacos de arpillera como si no estuviesen. Hemos saltado de una cámara a otra y contado la cantidad de gente que hay. El brillo naranja y rojo rodea los varios vehículos de su grupo.

También hemos visto muchos disparos. Cuando abren fuego, a través de la cámara térmica vemos un destello brillante en los cañones. Esas armas no parecen militares; creo que son escopetas de caza.

Siguen moviéndose, alejando a los muertos de la zona y después vuelven. Supongo que no pueden quedarse en un solo sitio, a causa de la gran cantidad de cadáveres vivientes que pueblan el área. Parece que sistemáticamente los alejan de aquí. Parece bastante ingenioso; supongo que han sobrevivido gracias a este método.

Apostaría que nos han observado durante días; tal vez hasta estuvieran allá fuera cuando salimos a probar las armas. No hemos escuchado ninguna herramienta cortante, nada que indique que intentan abrirse paso al interior del complejo. La cámara principal aún funciona a la perfección, y en la función de visión nocturna muestra una zona de aparcamiento vacía.

Estos merodeadores han conseguido despejar el acceso principal, pero no puedo saber si nos acechan en la oscuridad, para matarnos a la primera oportunidad que tengan. He colocado la oreja sobre la escotilla de acero del silo. He oído cómo se mueven, cómo gimen, cómo golpean las paredes desde el otro lado.