Notas

[1] Este pasaje expresa el estilo habitual de las descripciones que hace Ibn-Fadlan de sus viajes. Tal vez la cuarta parte de todo el manuscrito está escrito en este estilo y se limita a enumerar los nombres de las poblaciones y el número de días pasados en cada una. La mayor parte de este material ha sido omitido. Según parece, Ibn-Fadlan viaja hacia el norte y por fin, se ven obligados a detenerse para invernar. <<

[2] A través del manuscrito, Ibn-Fadlan nunca se muestra preciso en cuanto al tamaño y composición del grupo. No es posible saber a ciencia cierta si su aparente negligencia refleja la suposición de que el lector conoce la composición de la caravana o bien consecuencia de la pérdida de pasajes del texto. Ciertas convenciones sociales pueden haber influido, ya que Ibn-Fadlan nunca manifiesta que su grupo es de más de unos pocos individuos, cuando en realidad alcanzaba, probablemente, un centenar o más y el doble de esta cifra en caballos y camellos. Sin embargo, Ibn-Fadlan no cuenta, literalmente hablando, los esclavos, servidores y miembros de menor importancia de la caravana. <<

[3] Al parecer, el grupo de Ibn-Fadlan estaba aproximándose a una región menos fría, porque no vuelve a aludir a un frío extremo. <<

[4] Farzan, entusiasta admirador de Ibn-Fadlan, cree que este párrafo revela la agudeza de un antropólogo moderno, que registra no sólo los hábitos de un pueblo, sino también los mecanismos que actúan en el cumplimiento de estos hábitos. Las implicaciones económicas de matar los caballos de un jefe nómada son el equivalente de los impuestos sucesorios de hoy, es decir, tienden a retardar la acumulación de la riqueza heredada dentro de una familia. Si bien es exigido por la religión, no puede haber sido una práctica que gozara de gran favor, como tampoco lo son los impuestos sucesorios hoy en día. Ibn-Fadlan, con toda astucia, señala la manera en que es impuesta a quienes la resisten. <<

[5] El manuscrito de Yakut contiene una breve descripción de la permanencia de Ibn-Fadlan entre los Baskirs. Muchos expertos ponen en duda la autenticidad de estos pasajes. Las descripciones son aburridas e inusitadamente vagas Y en su mayor parte consisten en listas de jefes y nobles. Ibn-Fadlan mismo insinúa que no vale la pena ocuparse de los Baskirs, declaración poco habitual en este viajero de curiosidad inagotable. <<

[6] En realidad la palabra usada por Ibn-Fadlan aquí era «Rus», nombre particular de esta tribu de nórdicos. En el texto llama a veces a los escandinavos por el nombre de cada tribu y a veces los llama «Varangios» como término genérico. Los historiadores de hoy reservan el nombre de Varangio a los mercenarios escandinavos empleados por el Imperio bizantino. Para evitar confusiones en esta traducción se emplea siempre el término «nórdicos». <<

[7] Los árabes siempre se han mostrado aprensivos frente a una traducción del Corán. Los sheiks más antiguos sostenían que no era posible traducir el libro sagrado, convicción basada, seguramente, en consideraciones religiosas. Sin embargo, cuantos han intentado una traducción se muestran de acuerdo por razones estrictamente seculares. El árabe es en sí una lengua concisa y el Corán está compuesto como poesía, siendo por tanto más concentrado aún. Las dificultades de transmitir el significado literal, por no mencionar ya la gracia y la elegancia del árabe original han llevado a los traductores a presentar su obra con largos prólogos y profusas disculpas. Al mismo tiempo el islamismo es una forma del pensamiento activa y expansiva, y el siglo X fue uno de los períodos que marcaron la cumbre de su divulgación. Tal expansión requirió sin duda las traducciones para uso de los conversos y se llevaron a cabo muchas, pero ninguna feliz desde el punto de vista de los árabes. <<

[8] Esto resultó ya en sí sorprendente para un observador árabe que provenía de un clima cálido. La práctica musulmana exige un entierro inmediato, a menudo el día mismo del deceso, después de una breve ceremonia de abluciones rituales y plegarias. <<

[9] O posiblemente «demente». Los manuscritos en latín dicen cerritus, pero el árabe de Yakuy dice «confusa» o «deslumbrada». <<

[10] Es interesante que el término tanto árabe como el latino signifique de forma literal «enfermedad». <<

[11] Los riesgos de la traducción resultan evidentes en esta oración. El árabe original de Yakuy dice «No hay nombre que yo pueda hablar». El manuscrito de Xymos emplea el verbo latino dare, con el significado de «no puedo darle nombre», lo cual implica que el intérprete no conoce la palabra en una lengua no nórdica. El manuscrito Razi, que también incluye las palabras del intérprete en forma más detallada, utiliza la palabra edere, con el significado de «No hay nombre que yo pueda hacerte conocer». Esta es la traducción más correcta. El nórdico tiene literalmente miedo de pronunciar la palabra, y con ello evocar la presencia de los demonios. En latín, edere tiene un sentido de «Dar nacimiento a» y «evocar», además de su significado literal «provocar». Los párrafos que siguen confirman este sentido del significado. <<

[12] Wulfgar permaneció en tierra. Jensen manifiesta que los nórdicos acostumbran retener al mensajero como rehén y es por ello que los «mensajeros apropiados eran hijos de reyes o de nobles de gran alcurnia, o bien otras personas que tuviesen algún valor en su comunidad, lo cual los hacía rehenes importantes». Olaf Jorgensen afirma que Wulfgar se quedó porque tenía miedo de regresar. <<

[13] Algunos de los autores más antiguos consideraban, según parece, que esto significaba que la vela estaba bordeada con sogas. Existen dibujos del siglo XVIII que ilustran estas velas de los vikingos con bordes de cuerda. No hay pruebas de que éste haya sido el caso. Ibn-Fadlan quería decir que las velas estaban aparejadas en la acepción náutica del término, es decir, colocadas en el ángulo requerido para recibir mejor el viento, mediante el uso de cuerdas de piel de foca como cables. <<

[14] Es probable que el lector se encuentre en este momento enteramente confundido en cuanto a la geografía. La Bulgaria de hoy es uno de los Estados balcanes, limitada por Grecia, Yugoslavia, Rumanía y Turquía. En cambio, entre los siglos IX y XV hubo otra Bulgaria, sobre los márgenes del Volga, aproximadamente seiscientos kilómetros al Sur de Moscú. Era a este país hacia donde debía dirigirse Ibn-Fadlan. La Bulgaria sobre el Volga era un reino muy disperso, aunque de cierta importancia, y su ciudad capital, Bulgar, era famosa y rica cuando la ocuparon los mogoles en el año 1237. Se cree que la Bulgaria del Volga y la Bulgaria balcánica estaban pobladas por grupos de inmigrantes de un mismo origen que abandonaron la región próxima al mar Negro entre los años 400 y 600 de la Era Cristiana, aunque no se sabe nada concreto. La vieja ciudad de Bulgar se encuentra en la región de Kazan de hoy. <<

[15] Por provenir de una región desértica, era natural que Ibn-Fadlan se sintiera impresionado por los opulentos tonos verdes y por la lluvia abundante. <<

[16] Este es un sentimiento típicamente musulmán. En contraste con el cristianismo, religión a la que se asemeja en muchos aspectos, el islamismo no subraya un sentido del pecado original surgido de la caída del hombre. El pecado, para un musulmán, consiste en olvidar cumplir los ritos diarios prescritos por la religión. Como corolario, es más grave olvidar del todo el rito que recordarlo y no cumplirlo, ya sea por circunstancias atenuantes, o bien por imposibilidad personal de hacerlo. Así, pues, Ibn-Fadlan dice, en efecto, que tiene presente la conducta adecuada, aun cuando no está actuando conforme con ella. Esto es mejor que nada. <<

[17] Otros testigos presenciales no concuerdan con la descripción hecha por Ibn-Fadlan del tratamiento de los esclavos y del adulterio y por tanto ciertas autoridades ponen en tela de juicio su confiabilidad como observador social. En realidad se registraban, probablemente, grandes variantes entre una tribu y otra en cuanto al tratamiento aceptado de los esclavos y de las esposas infieles. <<

[18] Hay opiniones encontradas entre los eruditos modernos en cuanto al origen del término «vikingo», pero la mayoría se muestra de acuerdo con Ibn-Fadlan en cuanto a que proviene de «vik», o sea arroyo o riachuelo. <<

[19] La exactitud de los datos de Ibn-Fadlan han sido confirmados por hallazgos arqueológicos concretos. En 1968 se excavó la base militar de Trelleborg, en el Oeste de la Zelandia, en Dinamarca. Este lugar corresponde exactamente a la descripción hecha por Ibn-Fadlan en cuanto a dimensiones, características y estructura de la población. <<

[20] Literalmente, «hombre de dos manos». Como se verá claramente más adelante, los nórdicos eran ambidiestros en la lucha, y la capacidad de cambiar de mano las armas era considerada como algo admirable. Así, pues, un hombre ambidiestro es astuto. En seguida se agregó una conminisaltoción parecida a la palabra «cambiante», que actualmente significa embustero y evasivo, pero con anterioridad tenía un sentido positivo de «lleno de recursos, lleno de maniobras». <<

[21] Esta descripción de lo que era sin duda un grupo de ballenas es discutida por muchos expertos. Aparece en el manuscrito de Razi tal como se reproduce aquí, pero en la traducción de Sjögren es mucho más breve y en ella aparecen los nórdicos como haciendo objeto de una broma muy complicada al árabe. Los nórdicos conocían las ballenas y las distinguían de los monstruos marinos, según Sjögren. Otros eruditos, incluso Hassan, dudan que Ibn-Fadlan pueda haber ignorado la existencia de la ballena, como parece ser el caso aquí. <<

[22] Las versiones conocidas de los escandinavos los hacen aparecer siempre con cascos provistos de cuernos. Esto es un anacronismo. En la época de la visita de Ibn-Fadlan hacía más de mil años que no se llevaban ya aquellos cascos, desde la Primera Edad de Bronce. <<

[23] La figurita que se describe corresponde con exactitud a varias tallas descubiertas por arqueólogos en Francia y en Austria. <<

[24] Ducere spiritu: literalmente «inhalar». <<

[25] La historia de las babuchas de Abu Kassim es muy antigua dentro de la cultura árabe y era bien conocida por Ibn-Fadlan y sus conciudadanos de Bagdad.

Existe en muchas versiones y se la puede relatar en forma breve o bien extensa, según el entusiasmo del narrador. En términos resumidos, Abu Kassim es un rico mercader y además un avaro que desea ocultar el hecho de que es rico con el fin de obtener mejores negocios en sus actividades. Para ofrecer la apariencia de pobreza, lleva un par de babuchas especialmente viejas y gastadas, con la esperanza de engañar así a todos, pero nadie se engaña. En lugar de ello, todos hallan que es tonto y ridículo.

Un día Abu Kassim hace un negocio muy favorable para él negociando con la cristalería y decide celebrarlo no en la forma aceptada de invitar a sus amigos a un festín, sino invitándose exclusivamente al lujo egoísta de hacer una visita a los baños públicos. Deja sus ropas y calzado en la antesala y un amigo le reprocha las babuchas viejas e inapropiadas. Abu Kassim replica que todavía sirven y entra en el baño con su amigo. Más tarde entra un juez de gran influencia en el baño y se desviste, dejando un elegante par de babuchas. Entre tanto Abu Kassim parte y no puede encontrar su viejo par. En lugar de éste encuentra un par de babuchas nuevas y hermosas y por suponer que se trata de un presente de su amigo, se las pone y se va.

Cuando el juez se dispone a partir, le faltan sus propias babuchas y todo lo que halla es un par de babuchas ordinarias y viejas que según saben todos pertenecen al avaro Abu Kassim. El juez se enfada. Envía a los sirvientes en busca de las babuchas que faltan y pronto las encuentran calzando los pies del ladrón, quien es llevado a la corte a comparecer ante el magistrado y luego condenado a pagar una severa multa.

Abu Kassim maldice su mala suerte y cuando está de regreso en casa arroja las babuchas, causa de su mala suerte, por la ventana, donde caen en el barroso río Tigris. Unos días más tarde unos pescadores recogen sus redes y encuentran entre los peces las babuchas de Abu Kassim. Los clavos salientes de éstas les han desgarrado las redes. Enfurecidos, arrojan las babuchas empapadas por una ventana abierta. La ventana es, por casualidad, la de Abu Kassim y las babuchas caen sobre la cristalería que acaba de comprar y la hacen añicos.

El corazón de Abu Kassim está destrozado y su pesar es el que sólo puede sentir un avaro incorregible. Jura que las malditas babuchas no le harán mayores daños y para estar seguro de ello sale al jardín con una pala y las entierra. Da la casualidad que el vecino de la casa contigua ve a Abu Kassim cavando, tarea inferior, digna tan sólo de un sirviente. El vecino imagina que si el amo de la casa está realizando dicha tarea él mismo, debe de ser con el objeto de enterrar un tesoro. En vista de ello el vecino acude al Califa y denuncia a Abu Kassim, ya que según la legislación del país, todo tesoro que se halle en la tierra es propiedad del Califa.

Abu Kassim es llamado a comparecer ante el Califa, y cuando manifiesta haber enterrado tan sólo un par de babuchas viejas, la corte ríe estruendosamente frente a la flagrante tentativa del mercader de ocultar su actividad verdadera e ilegal. El Califa se enfada al pensar que el mercader le halla suficientemente tonto como para creer una mentira tan ridícula, y conforme con ello aumenta el monto de la multa. Abu Kassim se siente como herido por el rayo al oír la sentencia, pero a pesar de ello se ve obligado a pagar la multa.

En este punto Abu Kassim está empeñado en deshacerse definitivamente de las viejas babuchas. Para asegurarse de que no habrá de tener nuevas dificultades hace una peregrinación a un punto lejano de la ciudad y deja caer las babuchas a un pozo, contemplando cómo se hunden en el fondo del agua. Ocurre, no obstante, que el pozo sirve para proveer de agua a la ciudad y en un momento dado las babuchas tapan las cañerías. Al enviarse a guardias a subsanar la obstrucción, descubren las babuchas y las reconocen, pues todos conocen las babuchas del notorio avaro. Abu Kassim vuelve a comparecer ante el Califa, acusado de ensuciar el agua de la ciudad y la multa que debe pagar esta vez es mucho más elevada que la anterior. Le devuelven, en fin, las babuchas. Abu Kassim decide quemarlas, pero todavía están mojadas, y en vista de ello las pone en el balcón a secar. Las ve un perro y se pone a jugar con ellas. Una de las dos se le cae de entre los dientes y al caer a la calle, debajo, golpea a una mujer que pasa. La mujer está embarazada y la fuerza del golpe le provoca un aborto. El marido acude a la corte y reclama compensación por los daños y perjuicios, que recibe en cantidades generosas. Abu Kassim, astutamente literal, dice que esta historia ilustra los males que pueden recaer sobre un hombre que no cambia sus babuchas con la frecuencia debida. Existe sin duda otro significado subyacente, el concepto del hombre que no consigue librarse de una carga, y esta idea fue la que perturbó tanto a los nórdicos. <<

[26] No es el mismo «ángel de la muerte» que acompañaba a los nórdicos en los márgenes del Volga. En apariencia cada iribú tenía una anciana que cumplía funciones de hechicera y a la cual se aludía como «ángel de la muerte». Es por tanto un término genérico. <<

[27] Los escandinavos se sentían en apariencia más impresionados por el sigilo y la crueldad de estos seres que por el hecho de que fueran caníbales. Jensen sugiere que el canibalismo podría resultar repulsivo a los nórdicos porque hacía más difícil el acceso al Valhalla, pero no hay pruebas que sustenten tal punto de vista.

Para Ibn-Fadlan, sin embargo, con su extensa erudición, el concepto del canibalismo puede haber estado relacionado con dificultades después de la muerte. El Devorador de Muertos es una figura conocida en la mitología egipcia, una bestia temible con cabeza de cocodrilo, tronco de león y lomo de hipopótamo. Este Devorador de Muertos come a los malvados después de haber sido juzgados.

Conviene recordar que durante una gran parte de la historia de la Humanidad el canibalismo ritual en una u otra forma, por un motivo u otro, no dejaba de ser frecuente ni extraordinario. El hombre de Pekín y el de Neanderthal eran, según se cree, caníbales. También lo fueron, en diversas épocas, los escitas, los chinos, los irlandeses, los peruanos, los mayorunas, los jagas, los egipcios, los aborígenes australianos, los maoríes, los griegos, los hurones, los iroqueses, los pawnees y los ashanti.

Durante el período en que Ibn-Fadlan estuvo en Escandinavia, otros mercaderes árabes estaban en China, donde registraron el hecho de que la carne humana, a la que se referirían como cordero de dos patas, se vendía en forma abierta y legal en los mercados.

Martinson sugiere que los nórdicos hallaban el canibalismo wendol repelente porque creían que la carne de los guerreros era suministrada a las mujeres, especialmente a la madre del wendol. No hay evidencia de esta hipótesis tampoco, pero sin duda habría hecho más vergonzosa la muerte de un guerrero. <<

[28] Un árabe habría pensado muy en especial así, ya que el arte religioso islámico tiende a ser no representativo y de una cualidad semejante a la de buena parte del arte escandinavo, que con frecuencia parece estar en favor del diseño puro y exclusivo. Con todo, los nórdicos no tenían prejuicio en cuanto a representar a sus dioses y lo hacían a menudo. <<

[29] Literalmente «venas». La frase árabe ha llevado a algunos errores entre los eruditos. El Dr. Graham ha escrito, por ejemplo, que los «vikingos predecían el futuro mediante un rito consistente en cortar las venas de ciertos animales y esparcirlas por el suelo». Esto es casi sin lugar a dudas inexacto. La frase árabe para matar un animal es «cortar las venas», e Ibn-Fadlan se refería aquí a la costumbre altamente difundida de adivinar mediante la observación de las entrañas. Los lingüistas que manejan continuamente estas expresiones locales muestran cierta afición a discrepar en cuanto a significado. Un ejemplo predilecto de Halstead es la advertencia en inglés «Look out», que significa por lo general que hay que hacer lo opuesto y ocultarse. <<

[30] Circuncisión. <<

[31] Ibn-Fadlan no describe un basilisco, ya que supone, en apariencia, que sus lectores están familiarizados con este ser mitológico que figura en las creencias más antiguas de casi todas las culturas occidentales. También conocido como quimera, el basilisco es una especie de gallo con cola de serpiente y ocho patas y a veces con escamas en lugar de plumas. Lo que siempre es verdad del basilisco es que su mirada es mortal, como la de la Gorgona. También el veneno del basilisco es en especial mortal. Según algunos relatos, quien hunde su espada en un basilisco verá cómo asciende el veneno por la hoja hasta llegarle a la mano. El hombre se verá entonces obligado a amputarse la mano para salvar su cuerpo.

Es muy probable que sea el sentido del peligro que involucra el basilisco lo que ha dado lugar a su mención aquí. El viejo noble dice a Ibn-Fadlan que una confrontación directa con los del complot no resolverá el problema. Un hecho interesante es que una manera de destruir al basilisco era hacer que contemplara su propia imagen en un espejo. Moría entonces a raíz de su propia mirada. <<

[32] En la escritura árabe y en la latina, verbera, ambos verbos significan azotar o «dar de latigazos», en lugar de «arrojar», como se suele traducir este pasaje comúnmente. Se supone por lo general que Ibn-Fadlan utilizó la metáfora de «dar de latigazos» con tierra para destacar la ferocidad del insulto, que resulta clara, de todos modos. No obstante ello, puede haber querido transmitir, consciente o inconscientemente, una actitud netamente escandinava frente a los insultos.

Otro autor árabe, al-Tartushi, visitó la ciudad de Hedeby en el año 950 de la Era Cristiana y dijo lo siguiente de los escandinavos: «Son sumamente raros en materia de castigos. Hay sólo tres penas para los delitos. La primera y la más temida es la expulsión de la tribu. La segunda es ser vendido como esclavo y la tercera es la muerte. Las mujeres que cometen delitos son vendidas como esclavas. Los hombres prefieren siempre la muerte. El castigo corporal es desconocido entre los nórdicos».

Este punto de vista no es del todo compartido por Adam de Bremen, un historiador eclesiástico que en 1075 escribió: «Si se comprueba que las mujeres no han sido castas, se las vende inmediatamente, pero si se halla a un hombre culpable de traición o de cualquier otro crimen, prefiere que lo decapiten a que le den azotes. No es conocida entre ellos otra forma de castigo fuera del hacha o la esclavitud».

El historiador Sjögren atribuye gran importancia a la afirmación de Adam de que los hombres prefieren ser decapitados a ser azotados. Esto parecería indicar que el castigo de azotes era conocido entre los nórdicos. El mismo historiador agrega más adelante que los azotes eran con toda probabilidad un castigo reservado a los esclavos: «Los esclavos son propiedad y desde el punto de vista económico resulta poco conveniente matarlos por delitos menores. Sin duda los azotes eran aceptados como forma de castigo para los esclavos. Puede ser, por tanto, que los guerreros hayan considerado este tipo de castigo como degradante por haber estado reservado a los esclavos». Sjögren señala asimismo que «todo lo que conocemos acerca de la vida entre los vikingos indica la existencia de una sociedad fundada sobre el concepto de la vergüenza, no de la culpabilidad, que sería el polo de conducta negativo. Los vikingos nunca se sentían culpables por nada, pero defendían su honor con fiereza y evitaban a cualquier precio cometer actos vergonzosos. Someterse al látigo en forma pasiva habría sido considerado muy vergonzoso y mucho peor que la muerte misma».

Estas especulaciones nos traen una vez más el manuscrito de Ibn-Fadlan y a su elección de las palabras «azotar con polvo». Por ser el árabe tan meticuloso, cabría preguntar si sus palabras reflejan acaso una actitud islámica. En este sentido debemos recordar que si bien el mundo de Ibn-Fadlan se dividía sin duda en cosas y actos sucios y limpios, la tierra en sí no era necesariamente sucia. Por el contrario tayammun, o ablución con polvo o arena, se lleva a cabo siempre que no es posible utilizar agua.

Por ello Ibn-Fadlan no podía tener una repugnancia especial a la tierra sobre la propia persona. Se habría sentido, en cambio, mucho más disgustado si se le hubiese invitado a beber de una copa de oro, lo cual estaba estrictamente prohibido. <<

[33] Este pasaje es, según parece, el origen del comentario hecho en 1860 por el reverendo Noel Harleigh, cuando manifiesta que «entre los vikingos bárbaros la moralidad estaba subvertida de modo tan perverso que su sentido de la limosna se expresaba en el pago hecho a los fabricantes de armas». La gran seguridad, típicamente victoriana, con que se expresa Harleigh superaba sus conocimientos lingüísticos. La palabra nórdica alm significa «olmo», madera flexible de la cual los escandinavos confeccionaban sus arcos y flechas. Es sólo por casualidad que este término tenga otro significado en inglés, es decir, el de «donaciones» de caridad, que en general se considera derivado del griego eleos, compasión. <<

[34] Línea adeps: literalmente la «línea gorda». Si bien la precisión anatómica del pasaje nunca ha sido cuestionada por hombres de armas en los mil años transcurridos desde entonces, por ser la línea de mayor perímetro del cuerpo el punto donde se hallan los nervios y vasos más vitales, el origen preciso del término es más bien misterioso. En este sentido resulta de interés señalar que una de las sagas islándicas menciona a un guerrero herido en 1030 que se extrae una flecha del pecho y ve trozos de carne adheridos a ella. Comenta entonces que todavía tiene «gordura» alrededor del corazón. La mayoría de los especialistas concuerdan en que se trata de un comentario irónico de un guerrero que sabe que su herida es mortal. Esto tiene sentido desde el punto de vista anatómico.

En 1874 el historiador norteamericano Robert Miller se refirió a este pasaje de Ibn-Fadlan al afirmar: «Aunque eran guerreros feroces, los vikingos tenían pocas nociones de la fisonomía. Se instruía a los hombres que buscaran la línea vertical y central del cuerpo del contrincante, pero al hacer esto, como es natural, no alcanzaban el corazón, por estar situado en el sector izquierdo del pecho».

El poco conocimiento debe atribuirse más bien a Miller y no a los vikingos. Durante varios siglos el común de los hombres de Occidente ha supuesto que el corazón se encuentra situado en el sector izquierdo del pecho. Los norteamericanos se colocan la mano sobre el corazón cuando juran lealtad a su bandera. Existe una tradición folklórica que data de largo tiempo, según la cual muchos soldados han escapado a la muerte por haber llevado en el bolsillo superior izquierdo una Biblia que interceptó la bala fatal, o bien variaciones sobre este tema. En realidad el corazón es un órgano central que se extiende en grado diverso hacia el sector izquierdo del pecho. Una herida inferida allí, pues, siempre perforará el corazón. <<

[35] Según la ley divina, los musulmanes creen que «El Mensajero de Dios ha prohibido toda crueldad hacia los animales». Esto se extiende a aspectos tan cotidianos como el mandamiento de descargar con rapidez a las bestias de carga para que no sufran indebidamente su carga. Además los árabes se vanagloriaron siempre de criar y domesticar caballos. Los escandinavos no abrigaban sentimientos especiales hacia los animales. Casi todos los observadores árabes han comentado su falta de afecto por los caballos. <<

[36] La mayoría de los primeros traductores del manuscrito de Ibn-Fadlan eran cristianos que desconocían la cultura árabe y su interpretación de este pasaje refleja su ignorancia. En una traducción muy libre el italiano Lacalla, en 1847, dice: «Por la mañana desperté de mi sopor de ebrio como un perro cualquiera y me sentí sumamente avergonzado de mi condición». Skovmand, en su comentario de 1919, decide sin vacilaciones que «no cabe dar crédito a las historias de Ibn-Fadlan, ya que estaba ebrio durante las batallas, cosa que él mismo admite». Con mayor caridad, Du Chatellier, vikingófilo confirmado, dijo en 1908: «El árabe muy pronto se contagió de la ebriedad de la batalla que es la esencia misma del espíritu heroico de los nórdicos».

Debo manifestar mi gratitud a Massud Fassan, erudito Sufi, por haber aclarado la alusión hecha por Ibn-Fadlan en este pasaje. En verdad está comparándose a un personaje de una anécdota jocosa árabe muy antigua:

Un ebrio cae sobre un charco de sus propios vómitos a un lado del camino. Llega un perro y empieza a lamerle la cara. El ebrio supone que alguien de buen corazón está limpiándole la cara y dice, agradecido: «Que Alá haga obedientes a tus hijos». El perro levanta entonces una pata y orina sobre el ebrio, quien responde: «Y que Dios te bendiga, hermano, por haber traído agua tibia para lavarme la cara».

Para los árabes, la anécdota encierra la recomendación habitual contra la ebriedad y la sutil advertencia de que el alcohol es khmer, o inmundicia, como la orina.

Ibn-Fadlan pretendía, según es probable, que sus lectores supusieran no que estaba alguna vez ebrio, sino más bien que tuvo la suerte de evitar que el perro orinara sobre él, así como antes escapó a la muerte en la batalla. Se trata de una nueva alusión al hecho de haberse salvado por muy poco. <<

[37] La orina es una fuente de amoníaco, excelente compuesto para limpiar. <<

[38] Algunas autoridades en mitología señalan que los escandinavos no crearon este concepto de la batalla eterna, sino que se trata más bien de una idea celta. Cualquiera sea la verdad, es del todo razonable que los compañeros de Ibn-Fadlan lo hayan adoptado, ya que los escandinavos de la época mantenían contacto con los celtas desde hacía más de ciento cincuenta años. <<

[39] Literalmente, en árabe, el «desierto del terror». En un trabajo publicado en 1927, J. G. Tomlínson señaló que la misma frase aparece en la Völsunga Saga, razón por la cual discurre en forma extensa que se trata de un término genérico para describir regiones que eran objeto de tabúes. Tomlinson ignoraba que la Völsunga Sagano dice nada de esto. La traducción hecha en el siglo XIX por William Morris contiene en verdad el siguiente comentario: «Existe un páramo del terror en la parte más alejada del mundo», pero tales palabras son del propio Morris y aparecen en uno de los numerosos pasajes en los cuales habla con gran extensión acerca de la saga germánica original. <<

[40] La prohibición islámica contra el alcohol se refiere exclusivamente al fruto fermentado de la vid, es decir, el vino. Las bebidas fermentadas de la miel están específicamente permitidas a los musulmanes. <<

[41] La explicación psiquiátrica habitual de tales temores en cuanto a la pérdida de partes del cuerpo es que expresan el temor a la castración. En un estudio realizado en 1937, «Deformaciones de la Imagen del Cuerpo en las Sociedades Primitivas», Engelhardt observa que muchas culturas son explícitas al respecto. Por ejemplo, los Nanamoni del Brasil castigan a los criminales sexuales cortándoles la oreja izquierda, lo cual reduce, según ellos creen, la potencia sexual. Otras sociedades atribuyen importancia a la pérdida de dedos de la mano o de los pies o bien, en el caso de los nórdicos, de la nariz. Es una superstición común en muchas sociedades que el tamaño de la nariz de un hombre refleja el de su miembro sexual.

Emerson arguye que la importancia acordada a la nariz en las sociedades primitivas refleja una actitud residual de la época en que los hombres eran cazadores y dependían en alto grado del sentido del olfato en la búsqueda de caza y asimismo en la tarea de eludir a sus enemigos. Dentro de una forma de vida como ésta, la pérdida del sentido del olfato era en verdad grave. <<

[42] En el Mediterráneo, desde la época de los egipcios, se consideraba a los enanos como poseedores de especial inteligencia y como dignos de confianza y se les encomendaban tareas de teneduría de libros y manejo de dinero. <<

[43] En unos noventa esqueletos que pueden ser decididamente atribuidos al período de los vikingos en Escandinavia, la talla media parece ser de 1,70 metros, aproximadamente. <<

[44] Dahlman escribe en 1924 que «en las ceremonias se comía carnero para aumentar la potencia sexual, ya que el macho, provisto de cuernos, era considerado de calidad superior a la de la hembra». De hecho en aquella época tanto los machos como las hembras de la raza ovina tenían cuernos. <<

[45] Joseph Cantrell observa que «existen versiones en la mitología germana y nórdica que atribuye a las mujeres poderes especiales, cualidades mágicas, y que los hombres deben temerlas y desconfiar de ellas. Los dioses principales son todos hombres, pero las valkirias, palabra que significa literalmente “electoras de los muertos”, son mujeres que transportan a los guerreros muertos al Paraíso. Se creía que había tres valkirias, como había asimismo tres “Nornos”, o hadas, que estaban presentes en el nacimiento de todos los hombres y determinaban su vida. Estas hadas eran llamadas, respectivamente, Urth, o pasado, Verthandi, o presente, y Skuld, el futuro. Las hadas “tejían” el destino de un hombre y el tejido era tarea de mujeres. En las imágenes populares eran representadas como jóvenes doncellas. Wyrd, deidad anglosajona que regía el destino, era también una diosa. Según se cree, la asociación de la mujer con el destino del hombre era una permutación de los conceptos más antiguos en cuanto a la mujer como símbolo de la fertilidad. Las diosas de la fertilidad controlaban el crecimiento y fructificación del grano y de los seres vivientes de la tierra».

Cantrell señala luego que «en la práctica sabemos que la adivinación, el urdir sortilegios y otras funciones propias de “shamanes” estaban reservadas a las ancianas en la sociedad nórdica. Además los conceptos populares sobre la mujer contenían cierto elemento de suspicacia. Según el Havamal, “nadie debe confiar en las palabras de una muchacha o una mujer casada, ya que sus corazones han sido formados en una rueda y por naturaleza es cambiante”».

Bendixon dice: «Entre los primeros escandinavos había una especie de división de poderes según los sexos. Los hombres regían los asuntos tísicos. Las mujeres, los psicológicos». <<

[46] Esta es una paráfrasis de una creencia entre los nórdicos que se expresa así: «No elogies el día hasta que llegue la noche; a una mujer hasta que haya sido quemada; a la espada hasta que haya sido probada; a la doncella hasta que esté casada; al hielo hasta que haya sido atravesado; a la cerveza hasta que haya sido bebida». Este concepto cauteloso, realista y tal vez algo cínico de la naturaleza humana y del mundo era algo que los escandinavos y los árabes compartían. Como los escandinavos, los árabes lo expresan a menudo en términos mundanos o satíricos. Existe una historia Sufi sobre un hombre que preguntó una vez al hombre sabio de la tribu: «Supón que esté yo viajando por la comarca y deba hacer mis abluciones en el arroyo, ¿en qué dirección debo mirar mientras cumplo el ritual?». A esto replica el anciano: «En la dirección de tus ropas, para que no te las roben». <<

[47] En las islas Faeroe de Dinamarca se practica aun hoy un método semejante para juntar huevos de aves marinas, importante alimento para los habitantes de dichas islas. <<

[48] Esta descripción de los aspectos físicos de los wendol ha desencadenado un debate que cabía prever. Véase el Apéndice. <<

[49] Lectulus. <<

[50] Fenestra porcus: literalmente, «ventana de puerco». Los nórdicos utilizaban membranas estiradas en lugar de vidrio para cubrir sus estrechas ventanas. Estas membranas eran translúcidas. No era posible ver mucho a través de ellas, pero permitían el paso de la luz dentro de las viviendas. <<

[51] Esta parte del manuscrito ha sido compilada con fragmentos del manuscrito de Razi, cuyo principal interés era el de las técnicas bélicas. Se ignora si Ibn-Fadlan conocía o no, o si registró, el significado de la reaparición de Buliwyf. Sin lugar a dudas Razi no la incluyó, no obstante la importancia de dicha reaparición. En la mitología nórdica, Odín es representado popularmente como portador de un cuervo en cada uno de los hombros. Estas aves le traen las noticias del mundo. Odín era la principal deidad del panteón nórdico y considerado como el padre universal. Regía principalmente en materia de guerra. Se creía que periódicamente aparecía entre los hombres, aunque rara vez en su forma de dios, pues prefería asumir el aspecto de un simple viajero. Se afirmaba que su presencia sola era capaz de ahuyentar al enemigo.

Es un hecho interesante que exista una historia sobre Odín según la cual es matado, pero resucita a los nueve días. La mayoría de las autoridades cree que esta leyenda es anterior a toda influencia cristiana. De todos modos, el Odín resucitado seguía siendo mortal y se creía que algún día moriría definitivamente. <<

[52] A pesar de que Ibn-Fadlan no especifica que haya transcurrido ningún período de tiempo, probablemente pasaron varios días antes de celebrarse la ceremonia funeraria. <<

[53] El manuscrito se interrumpe bruscamente en este punto, el final de una página transcrita, con las palabras finales y lacónicas de nunc fit, y si bien el manuscrito debía contener mucho más material, no se han descubierto otros pasajes. Ello se debe, sin duda, a una casualidad exclusivamente histórica, pero todos los traductores han comentado el carácter adecuado de este final abrupto, que sugiere el comienzo de una nueva aventura, una nueva visión insólita, que por las razones más arbitrarias del último milenio nos serán negadas. <<