PRÓLOGO

—Márchate —le supliqué—. Márchate de la ciudad para siempre. Así no tendremos que matarte.

—¿Qué te hace pensar que podríais matarme? —gruñó el vampiro.

Lucas lo embistió y ambos cayeron rodando al suelo. Tenía todas las de perder; la lucha cuerpo a cuerpo siempre beneficiaba al vampiro, porque el arma más poderosa de un vampiro eran los colmillos. Corrí hacia ellos, decidida a ayudar.

—Eres más fuerte que un humano —jadeó el vampiro.

—Soy humano —replicó Lucas.

El vampiro esbozó una sonrisa que nada tenía que ver con la desesperada situación en la que se hallaba, lo que la hacía aún más aterradora.

—He oído que alguien anda buscando a uno de nuestros bebés —susurró a Lucas—. Uno de los poderosos de mi tribu. Una dama llamada Charity. ¿La conoces?

«La tribu de Charity». Me invadió el pánico.

—Conozco a Charity. De hecho, yo mismo le clavé una estaca —dijo Lucas mientras intentaba retorcerle el brazo—. ¿Crees que no puedo clavártela a ti también? Te vas a llevar una sorpresa. —Pero Lucas no podía vencerle. Estaban demasiado igualados. Ni siquiera tendría la oportunidad de ir a buscar sus estacas. El vampiro podía girar las tornas en cualquier momento.

Eso significaba que estaba en mis manos salvarle… matando a otro vampiro.