El trabajo editorial es, en ocasiones, tremendamente ingrato: son tantos los detalles que hay que tener en cuenta que ni todo el tiempo del mundo, ni todo el esmero, ni las toneladas de cariño que le ponemos evita que algo salga mal. Siempre sale algo mal. Y si, en algún momento, las carencias quedan disimuladas por la calidad del libro, tanto en contenido como en forma, el reconocimiento se obtiene a través de la ausencia de quejas. Asumimos, pues, la maldición del editor que se debe a su catálogo, y no al balance anual.
Cuando empezamos la andadura de traducir al castellano Canción de hielo y fuego no sabíamos en qué berenjenal nos estábamos metiendo. Si bien no teníamos ninguna duda de la calidad de la obra y del talento de George R. R. Martin, hubo momentos de incertidumbre. Pero el tiempo ha respaldado la apuesta, y desde aquel invierno del 2002 en que imprimimos una primera edición modesta de Juego de tronos hasta este Danza de dragones que tienes hoy en tus manos, miles y miles de lectores han quedado fascinados por la magia de esta historia, y han engrosado las filas de una inconmensurable legión de admiradores. Admiradores que han estado esperando con ansiedad. Esperamos colmar las expectativas sin que se resienta nuestra prioridad: que el libro, en su totalidad, cumpla con las más altas exigencias.
Por otra parte, reconocemos que disfrutamos del proceso de edición, no tan solo por la satisfacción de un trabajo que creemos bien hecho, sino por los magníficos profesionales (y mucho mejores personas) que han colaborado con la editorial en todas las áreas, con un compromiso hacia los lectores que va más allá de cualquier agradecimiento.
Aun así, no podemos dejar de mencionarlos, dado que, sin ellos, esta Danza de dragones quedaría, de alguna manera, incompleta. Así que nuestro infinito agradecimiento a Ana Díaz Eiriz, Virginia Saenz y Marino Santirso, porque sus ojos ven más allá del Muro de nuestro idioma; a los hombres y mujeres de Asshai, y en especial a Joan Miquel Cano y a David Alcoy, por la comprensión y el cariño puesto en la saga y en el autor; a Adela Ibáñez, porque sin ella esta Canción tendría unas estrofas muy diferentes, y a ti, lector, por seguir ahí esperando con infinita paciencia el batir de las alas de los dragones en estas páginas y en nuestra imaginación. Gracias.